Los lieder de Carl Philipp Emanuel Bach que se incluyen en el disco editado por CMY Baroque, pueden ser considerados, debido a su texto, una serie de oraciones musicales en las que el músico demuestra su gran talento y su capacidad para crear una atmósfera espiritual determinada, según sea el contenido de esas poesías religiosas.
Estas oraciones musicales se pueden dividir en distintos bloques atendiendo a varios criterios, el literario, que distingue los escritos por Gellert de los de Sturm, y el musical, que nos presenta los trece lieder seleccionados tras los cuales podemos escuchar estos mismos en versión para teclado sólo.
Es en estas oraciones musicales, o más bien, cuando Carl Philipp Emanuel Bach escribe música religiosa, cuando más me recuerda a su padre, el gran Johann Sebastian Bach, cuyo estilo es tan diferente en otros momentos; y es que en estas piezas, Carl Philipp evidencia cierta influencia del Barroco tardío, cuya cumbre está en la superlativa obra de su padre, más que del Pre-Clasicismo del que él es un buen representante. Los contrastes entre algunas de las piezas, e incluso dentro de ellas (como en Der Tag des Weltgerichts), los adornos, magníficamente empleados, y la evocación de sensaciones según el contenido del texto religioso que se trate, presentan algunos rasgos de la música de su progenitor.
El disco de oraciones musicales, cuya interpretación corre a cargo de la soprano Mariví Blasco y de Yago Mahúgo en el fortepiano, se abre con dos piezas pausadas, reflexivas (Prüfung am Abend y Bitten) en las que el compositor musicaliza textos en los que el poeta reflexiona ante Dios sobre el perdón y la compasión, creando unas sensaciones en el oyente totalmente apropiadas para esos temas. Gratitud y resurrección son los temas de las siguientes oraciones musicales (Morgengesang y Trost der Erlösung) a las que Carl Philipp Emanuel Bach les otorga vitalidad, alegría, optimismo con una música ágil, con fuerza, ideal para los mensajes de los poemas; esto contrasta con la siguiente pieza, Bublied, un canto de perdón cuya sonoridad nos remite a la primera pieza, de temática similar. Un nuevo contraste al escuchar la siguiente pieza, Wider den Übermut, llena de alegría y que crea una sensación muy positiva en el oyente. El dramatismo y el sufrimiento de Cristo en el Huerto de los Olivos es de nuevo muy hábilmente plasmado en la partitura de la pieza Passionslied que da paso a dos lieder, Weihnachtslied, Der Tag des Weltgericht, con unas características muy distintas, la alegría de la Navidad en el primero de ellos y la tremenda fuerza, la energía poderosa, junto con la petición de piedad propias del juicio final en el segundo, son magistralmente evocadas por Carl Philipp Emanuel Bach. Mucho más lenta y sombría es la atmósfera creada en Über die Finsterniss kurz vor dem Tode Jesu y de Andenken an den Tod, ambos acerca de la muerte. La petición de alimento de Gott, der Ernährer der Menschen se refleja en una música con vitalidad pero con atmósfera intensa, propia de una súplica; el tempo lento y la expresión de sufrimiento son destacables en Jesus in Gethsemane que cierra el primer bloque, en el que Blasco y Mahúgo tienen, a mi juicio, un buen papel.
No es una interpretación de lucimiento virtuosístico porque no lo sugieren las piezas pero, desde su total corrección, es destacable la expresividad que ponen en la ejecución de las obras, haciendo lo que la música y el texto piden. Expresiva en todo momento Blasco, tanto en pasajes sombríos e intimistas que a veces rozan el recitativo, como en los enérgicos, alegres y optimistas, siendo capaz de transmitir la expresión que cada una de estas oraciones musicales requiere. También buena la intervención de Mahúgo en el fortepiano, tanto en las trece primeras piezas como en las trece siguientes en las que interviene sólo. Obviamente, la música escrita por Carl Philipp Emanuel Bach para estas oraciones musicales, tiene entidad propia cuando se escuchan únicamente en el teclado, no en vano, con mucha frecuencia la melodía vocal es doblada de forma casi idéntica por el fotepiano, los adornos realizados por el instrumento tienen un gran peso y hay determinados pasajes en los que es el fortepiano el protagonista. La ejecución de los trece lieder en su versión para teclado sólo apenas cambia, sólo algunas ligeras variaciones en el tempo, y demuestran que Carl Philipp Emanuel Bach era capaz de escribir oraciones musicales incluso sin voz, creando únicamente con el fortepiano la atmósfera espiritual que esas oraciones musicales necesitan.
Emilio Lacárcel Vílchez