Carlos Álvarez salva un mediocre Don Giovanni en Barcelona

Don Giovanni en Barcelona
Don Giovanni en Barcelona

Estos comentarios corresponden al segundo de los repartos programados por el teatro. Lo de segundo se refiere al orden cronológico, como explicaré.

No son pocos los teatros de ópera que ofrecen un doble reparto, cuando programan títulos pertenecientes a lo que se da en llamar el gran repertorio. Así lo hace en más de una ocasión el Liceu de Barcelona y así lo ha hecho también en este Don Giovanni. Hay teatros que ofrecen un segundo reparto, que hay que considerar como simplemente alternativo al primero, puesto que los precios que se aplican son los mismos, mientras que otros – entre ellos el Liceu – aplican precios distintos en ambos repartos, siendo más barato el segundo.

Lo sorprendente en esta ocasión es que el Liceu ha aplicado precios más altos al segundo de los repartos y debo decir que es la primera vez que esto me ocurre. Sin duda el teatro ha debido de considerar que la presencia de Carlos Álvarez tenía tirón suficiente como para justificar esta extraña política de precios. Me temo que no ha sido un acierto.

Siempre he dicho que es el teatro el que coloca la barra de la exigencia al fijar los precios de las representaciones. En esta ocasión hay que decir que el resultado artístico no ha estado a la altura debida. No puedo decir que ha sido un resultado decepcionante, porque eso traería consigo un alto nivel de expectativas, lo que no podía ser así en un reparto en el que sobre el papel abundaba la mediocridad, exceptuando al protagonista de la ópera. Lo cierto es que sin excepción los 6 principales intérpretes de la ópera han estado en todos los casos por debajo de los del día anterior.

Sobre la dirección de Josep Pons diré que me ha resultado bastante más plana que la del día anterior, como si también él se hubiera contagiado de la mediocridad de la compañía de canto.

Don Giovanni en Barcelona
Don Giovanni en Barcelona

El nuevo protagonista era el malagueño Carlos Álvarez, que fue el único triunfador de la representación. En dos días seguidos es muy difícil abstraerse de hacer comparaciones, que me parecen inevitables. Siendo el suyo un Don Giovanni de calidad indudable, eché en falta la frescura de Mariusz Kwiecien el día anterior y el gran sentido que da el barítono polaco a los recitativos. Donde Carlos Álvarez supera a Kwiecien es en importancia y calidad vocal, como ocurre con cualquier otro barítono con el que se le compare, no en balde estamos hablando posiblemente de la voz de barítono más importante de la actualidad.

El prácticamente desconocido Anatoli Sivko fue un Leporello de muy escaso interés. Es más barítono que bajo, con un instrumento de escasa calidad y con acentos nasales. No hubo prácticamente contraste vocal con Don Giovanni, siendo de hecho la voz de éste más oscura que la suya.

Vanessa Goikoetxea fue una Donna Anna bastante modesta. Es una soprano lírico- ligera, cuyo timbre pierde calidad en la parte superior, resultando en cierto modo estridente. Las agilidades del Non mi dir fueron aproximaciones y las notas más altas demasiado apretadas.

La soprano griega Myrto Papatanasiu fue una Donna Elvira adecuada, aunque tirante y estridente por arriba, Su composición del personaje quedó por detrás de la de Miah Persson el día anterior.

El tenor británico Toby Spence lo hizo bien en Don Ottavio, con un canto elegante y adecuado, aunque la voz es un tanto reducida. Como ocurriera el año pasado en San Sebastián cantó mejor Dalla sua pace que Il mio tesoro.

La sevillana Rocío Ignacio hacia su debut en el Liceu, aunque lleva bastantes años cantando. Su Zerlina ofreció desenvoltura escénica y monotonía vocal, no consiguiendo brillar en sus dos arias.

El nuevo Comendador era el italiano Mariano Buccino, que tampoco ofreció mucho interés, limitándose a vociferar más que a cantar, como si tuviera miedo de que no se le oyera. Finalmente, Toni Marsol cumplió en la parte de Masetto.

El Liceu ofrecía una ocupación de alrededor del 85 %, por debajo de la del día anterior. El público se mostró más bien frío durante la representación, a pesar de algunos bravos que se oían tras cada aria y que parecían provenir de la mima persona. En los saludos finales, el triunfador indiscutible fue Carlos Álvarez.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 3 horas y 21 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 48 minutos. Seis minutos de aplausos.

El precio de la localidad más cara era de 270 euros, habiendo butacas de platea desde 145 euros. La entrada más barata con visibilidad costaba 51 euros.

José M. Irurzun