Carlos Vilán, nombrado director de escena para óperas y coreógrafo del Ballet de la Ópera Estatal de Esmirna

Carlos Vilán, director de escena de ópera y coreógrafo del ballet de la Ópera de Smirna
Carlos Vilán, director de escena de ópera y coreógrafo del ballet de la Ópera de Smirna

El artista de Danza Española comienza en el cargo este mes de julio, en el teatro de la que es tercera ciudad de Turquía, después de Estambul y Ankara. Es la primera vez que un español, y especialista en nuestra danza, obtiene ese nombramiento.

Cristina Marinero

Desde la proclamación de la República de Turquía, en 1923, tras la I Guerra Mundial y la división del Imperio Otomano, el país ha trabajado para que la cultura fluya por sus principales ciudades. Tras años de funcionamiento de los diferentes teatros de manera independiente, en 1970 se estableció por ley la Dirección General Estatal de Opera y Ballet. Así, en Turquía existen seis Teatros de Opera y Ballet estatales, en las ciudades de Estambul, Ankara, Esmirna, Mersin, Antalya y Samsun, que funcionan como ramificaciones separadas, cuyo tronco está en Ankara. Todos se llaman “de ópera y ballet”, y mantienen un equilibrio entre las dos artes en sus programaciones. Desde España, con el retroceso tan grande que estamos viviendo en el tratamiento del ballet por parte de quienes rigen los teatros estatales o cuasi-estatales, sólo podemos admirar a Turquía en este aspecto.

Por esa organización, Carlos Vilán verá sus montajes presentados en los diferentes teatros de ópera y ballet de Turquía, después de su estreno en la ciudad que también se conoce como “La perla del Egeo”, ahora que asume el cargo de director de escena y coreógrafo del Ballet de la Ópera Estatal de Esmirna. El nombre de esta ciudad en turco es Izmir, pero aquí utilizaremos la traducción en español, que en realidad es como se la denominaba en el pasado. Es la primera vez que en este país que une Oriente y Occidente toma el puesto un artista español y, además, especialista en nuestra danza, valorada en Turquía como la joya que es.

CM.- Enhorabuena, seguro que tienes por delante un proyecto muy enriquecedor. ¿Cuándo comienzas tu contrato?

CV: El 29 de julio ya ensayo con el ballet, aunque el día 15 es la fecha de inicio en mi puesto. Es una gran aventura. Esmirna es la ciudad soñada que Alejandro Magno refundó hace dos mil quinientos años; vivir en ella va a ser pisar Historia. Hay un crisol de razas enorme, porque gran parte de la cultura sefardí fue a parar allí desde Toledo; todavía hay mucha gente que habla en ladino. Por eso, también han tenido tanto éxito las zarzuelas que hemos hecho: se agotan las entradas antes de empezar la temporada porque mucha gente habla español. Es una ciudad muy abierta y, aunque da al Egeo, es muy mediterránea y muy occidental. Es una ciudad fantástica. Además, tener el mar a media hora y, de pronto, encontrarte con ciudades como Efesos, es una maravilla. También está muy cerca la casa de la Virgen María… Tanta Historia.

CM.- Desde luego que para un creador, es un enclave ideal.

Voy a la tierra de Homero… Se me abre una ventana que me lleva a las raíces. Nací en Buenos Aires, la hija de la Madre Patria. Me vine a España porque quería perfeccionar mi baile y llevo aquí 34 años. Ahora, con todo lo que aprendí y tantos trabajos realizados, el destino me lleva a la cuna de nuestra cultura. Me dirige a la ciudad que antes era griega, una ciudad fundada por las amazonas y que luego revivió Alejandro Magno.

CM.- ¿Cómo ha sido el proceso de tu nombramiento?

CV: Tulio Gagliardo, director general musical de la Opera de Esmirna, con el que yo ya había trabajado en unas diez producciones, me dijo en enero, “¿no te interesaría, tal y como están las cosas en España, venirte aquí? Eres un artista muy válido y diriges ópera…”. Y la directora del Teatro de Opera y Ballet, Aytül Büyüksaraç, cuando me veía trabajando, decía “no sé cómo hacer para secuestrar a este hombre y que se quede aquí”. Bajando del avión en Madrid, después de haber tenido las reuniones con el escenógrafo y el director de diseños, para el proyecto de una Traviata, enciendo el móvil y leo, “Carlos, ha llegado la orden de Ankara para contratarte de forma fija en la ópera como director de escena y coreógrafo para el ballet”. ¡No me lo podía creer! Ellos saben que voy por la vertiente de Franco Zeffirelli; me gusta montar las cosas como muy clásicas y es por lo que realmente me han llamado.

El bailarín y coreógrafo, en un momento del montaje
El bailarín y coreógrafo, en un momento del montaje

CM.-¿Cuáles son las producciones más inminentes que tienes a la vista?

CV: Ahora empiezo con La Traviata, para Efesos, que se estrena el 2 de septiembre. Luego, el ballet Carmen, donde quieren que también baile. Después, la ópera Carmen para toda esta temporada 19/20. Tendré que ir también a Estambul a montar pues al contratarte el gobierno de forma fija, vas montando por todos los teatros estatales. Voy a aprender muchísimo porque, aunque ya he trabajado con doce títulos de ópera, quiero aprender más. Va a ser una buena época, no sé cuántos años estaré, pero será como hacer un máster.

CM: Por lo que dices, aprovechan las producciones escénicas y tienen un recorrido establecido por todos los teatros.

CV: Sí. Por ejemplo, Colores españoles, una especie de antología de la zarzuela que he realizado, está de gira por Turquía porque la misma producción o creación se lleva a otros teatros de ópera y ballet del país.

CM.- Con esa fórmula, entiendo que no pararás…

Así es. También estamos iniciando otros proyectos. Por ejemplo, María Callas filmó Medea precisamente en Turquía y se está hablando de hacer una nueva producción, que se va a llamar La noche negra de Medea. No va a ser la Medea española compuesta por Manolo Sanlúcar. Aunque el director musical Tulio Gagliardo orquestó para Sanlúcar una obra, La gallarda, que cantó Montserrat Caballé y no habría problema en utilizar su música, pero prefiero hacer una versión que sea totalmente nueva y se haría para el ballet, aparte de Carmen. Es un proyecto posiblemente para el año que viene, cuando también haremos, con la orquesta, y con Carmen Cortés y Gerardo Nuñez, una creación de flamenco sinfónico. Bailaremos Carmen y yo. Va a ser algo muy especial que se estrenará en Esmirna y se verá también en Ankara y Estambul.

CM: ¿El ballet tiene temporada propia?

CV: Sí, sí. Es curioso, porque el padre del director del ballet, que se llama Murat Akaoglu, fue amigo de Antonio El Bailarín, en Londres y se iban a ver bailar el uno al otro. Es una casualidad muy mágica que sea hijo de quien fue amigo del gran emblema de nuestra danza, porque yo me considero un poco hijo artístico de Antonio, al haber seguido su línea y hacer las coreografías del maestro en las galas de estrellas, en una época en que no se hacían. Cuando me reuní con Murat Akaoglu, me dijo: “me gustaría que montases Carmen porque quiero un título español. Ya he visto que has creado, para la Opera de Bucarest, El sombrero de tres picos y El amor brujo… Tienes tu lenguaje de Danza Española y también manejas muy bien la danza en puntas y creo que podía ser algo muy bueno para el ballet que tenga esas dos condiciones”. Una vez estando allí voy a poder dar más clases de danza española a los bailarines de la compañía y lograr una buena fusión, como suelo hacer cuando tengo en mis manos ballets clásicos. Además, ellos son muy raciales y eso me gusta.

CM: ¡Qué maravilla! Se te abre un nuevo capítulo en tu carrera, tan bonito…

CV: Es verdad. Y, además, estoy cerca de España. En el contrato está estipulado que si tengo alguna producción para hacer fuera, nos podemos poner de acuerdo para que la haga, siempre que no se pisen en el calendario. Y como sólo estoy a tres horas y media de avión de España… No es como cuando fui a dirigir el Ballet del Teatro Avenida, de Buenos Aires, que tenía doce horas de avión. Y, aún así, vine a montar, al Teatro de La Zarzuela, La verbena de la Paloma, con Emilio Sagi, y El bateo.