Carmen, de Gades, obra maestra de danza española Por Cristina Marinero
Teatro Nuevo Alcalá. Madrid. 22 de marzo. Comentaba la noche del estreno con María Esteve, hija de Antonio Gades (1936-2004) y presidenta de su Fundación, y con Eugenia Eiriz, viuda del creador y directora de la entidad, que quizás habré visto Carmen unas veinte veces. Muchísimas si pensamos que, aunque no deja de estar en los escenarios, tampoco se pone en escena en Madrid o en España cada temporada. Carmen, de Gades, obra maestra de danza española
En 2023 se celebrarán cuarenta años de su estreno en París. Eran los primeros años ochenta y la danza disfrutaba en Europa y Estados Unidos, y en nuestro país, claro, de una energía y notoriedad que ya quisiéramos hoy en España. El ballet clásico, con Baryshnikov liderando la escena americana, donde también estaba Makarova, o Nureyev en Europa, trajo bajo su manto la efervescencia de todos los tipos de danza (recuerden que se puso de moda el maillot y los calentadores como ropa de calle) y, por supuesto, también de la danza española, años en los que Gades arrasaba en el mundo. Ya que la vida, el tiempo, son cíclicos, esperemos se repita.
La constatación al admirar de nuevo este ballet en la primera de las cinco funciones que tiene programadas en el Nuevo Teatro Alcalá, regido por Som Produce, es que es una auténtica obra maestra. Y sigue siendo actual traspasado el legado a los nuevos bailarines por la directora de la Compañía Antonio Gades, Stella Arauzo, quien, junto al músico y guitarrista Antonio Solera, conserva la esencia del maestro para seguir mostrando por el mundo sus cuatro ballets, Bodas de sangre, Carmen, Fuego y Fuenteovejuna, y su Suite de Flamenco.
Esmeralda Manzanas es una poderosa y sensual Carmen, personaje que se expresa con el lenguaje estilizado de danza española y clama con la fuerza del zapateado, arremolinado por el uso de la falda, siempre en movimiento en la creatividad de Gades. El coreógrafo nos cuenta la historia con la danza, arropada por su minimalismo en escenografía, puesta en escena y esencia argumental. Cristina Carnero la ha interpreta los días 24 y 25 de marzo, en el que es su estreno en el personaje, después de haber protagonizado hace unas temporadas Fuenteovejuna, en el papel principal de Laurencia.
Alvaro Madrid encarna a Don José con el estilo del maestro absolutamente asimilado. Hay momentos que parece él, con su alongación de tronco y brazos característica, con su sobriedad y masculinidad en el braceo, la torsión de cuerpo y el paso firme. Jairo Rodríguez es el Torero y lo asume con empaque y las dosis justas de canallesca, otorgando a sus evoluciones el punto equilibrado de “chulería” para que tome cuerpo y no se acerque a la caricatura. Esa que Gades sí quiere mostrar como contraposición, “la españolada”, en la taberna de Lilas Pastia. Ahí resuelve con humor los tópicos patrios –la bailarina española, el torero…- con su exagerada pantomima. El famoso matador entra en escena para volver a iluminar los ojos de Carmen. Cansada ya del opresivo Don José, no duda en irse con el flamante héroe de las plazas y vivir de nuevo el amor con toda la ilusión de los comienzos. La compañía está a un gran nivel, perfecta cuando muestran las evoluciones diseñadas por el coreógrafo, pura estilización de danza española con sabor flamenco. Porque en los ballets de Antonio Gades, todo está medido, milimetrado, no hay lugar para la improvisación en sus creaciones iluminadas por Dominique You, artífice de que la escena cambie, se convierta en la “pantalla partida”, como en el cine, o mute de sala de ensayo al universo de la cigarrera y sus amores.Carmen, de Gades, obra maestra de danza española
Junto a los tres protagonistas, Miguel Angel Rojas interpreta al Marido de Carmen, tercer hombre en discordia en esta adaptación de la novela de Prosper Mérimée. El escritor francés escuchó la historia de boca de la Condesa de Montijo, madre de Eugenia, futura emperatriz de Francia. La escribió en 1845 y fue publicada en 1847, años en los que, precisamente, Marius Petipa vivió en Madrid, bailó en España y creó Carmen y su torero, primera puesta en escena basada en el libro, cuyos ejemplares circulaban discretamente en los círculos masculinos.
El ballet está firmado por Antonio Gades y Carlos Saura, como la película de la que parte, y se fraguó en paralelo a este filme que, recordemos, estuvo nominado a los 56º Premios Oscar, en 1984, como Mejor Película de Habla Extranjera, galardón que obtuvo Fanny y Alexander, de Ingmar Bergman.
Como ejemplo del protagonismo de la danza en aquellos maravillosos años, decir que en esa edición de los premios de la Academia de Hollywood nuestro arte estaba por doquier. Para hacernos una idea del momento que vivía, apuntar que la estatuilla a Mejor Película Documental fue para He Makes Me Feel Like Dancin’, del también coreógrafo Emile Ardolino (17 nominaciones a los Emmy; director de Dirty Dancing, Sister Act y George Balanchine´s Nutcracker), sobre el estrella del New York City Ballet y coprotagonista de Siete novias para siete hermanos, Jacques D’Amboise, y su difusión de la danza entre los niños en su National Dance Institute, fundado en 1976.
También en este año de Carmen en los Oscar, en el que tuvo varias nominaciones El retorno del Jedi y gano el de Mejor Película La fuerza del cariño (con Shirley McLaine y Jack Nicholson también como triunfadores por ese título), ganó como Mejor Cortometraje Documental, Flamenco at 5:15, de Cynthia Scott, sobre las clases de baile español de Susana y Antonio Robledo en la National Ballet School de Canadá. El Oscar a la Mejor Canción fue para una película también con la danza como protagonista, Flashdance.