Carmina Burana. Orff. Madrid

carmina

10/10/2014. Teatro Monumental (Madrid). Orquesta Sinfónica y Coro de RTVE, Coro de Niños de la CAM. Raquel Lojendio (soprano), Nicholas Phan (tenor), Rodin Pogossov (barítono), Carlos Kalmar (director). Programa: The Unanswered Question (Ives), Sinfonia da Réquiem op. 20 (Britten), Carmina Burana (Orff).

Un concierto con mucha fortuna

Música del siglo XX reunida en un concierto con claroscuros y contrastes acusados. Así podríamos titular esta sesión inaugural de la temporada 2014-2015 de la Orquesta Sinfónica y Coro de RTVE comandados por su director titular Carlos Kalmar. De un lado la profunda seriedad y desolación que expresan las obras de Ives y Britten en la primera parte y de otro la alegría desbordante de la obra sinfónico-coral más difundida del compositor alemán Carl Orff y por ende de todo el siglo pasado, que integró la segunda mitad de este concierto.

Ya comunicó al respetable el maestro uruguayo en su alocución habitual que no iba a producirse interrupción alguna para los aplausos entre La pregunta sin respuesta de Charles Ives y la Sinfonia da Réquiem de Benjamin Britten, interpretadas como un todo orgánico, quizá para resaltar aún más ese fuerte contraste expresivo entre la breve y contenida pieza del compositor norteamericano frente a los imponentes golpes de timbal en forte y el posterior tutti orquestal con que comienza la primera sección, Lacrymosa, de esta obra fúnebre del británico, concebida en su origen para celebrar unos fastos conmemorativos en China. Y hay que reconocer que esta decisión fue muy acertada, ya que la ambigua pieza de Ives, con el constante formular de la misma pregunta durante cinco minutos por medio de la trompeta fuera de escena a las maderas, que balbucean breves frases, indecisas e histéricas, encajaba perfectamente como prólogo para el abrumador clima de expresión bélica que es en general ese híbrido orquestal de Britten. Un paisaje ominoso en tres partes al más puro estilo de su autor (que recuerda al carácter descriptivo de los Cuatro Interludios Marinos de su posterior ópera Peter Grimes) con un episodio central correspondiente al Dies irae de enorme agitación frenética y rítmica (casi un perpetuum mobile) en lo que asemeja el brutal choque entre dos ejércitos en el campo de batalla (hay que recordar que esta partitura se concibe en torno a 1940) y que tras un diminuendo que evoca la calma después de la contienda, concluye con un tema de idílica ensoñación en las flautas y que posteriormente se conducirá a toda la orquesta, transmitiendo un mensaje final esperanzador y trascendental al oyente de la época, sumido en la tragedia existencial de una guerra total, y al de hoy, preocupado por la crisis moral y material. Kalmar confirió a esta obra un discurso plenamente narrativo, aunando consistencia y ductilidad orquestal, con mucha ferocidad y fiereza en los metales y percusión, tras ese ambiente contemplativo y ancestral que previamente había introducido Ives.

El contraste estaba aún más servido en esa feliz obra coral que ya habían interpretado los conjuntos de la RTVE el pasado agosto en la madrileña Plaza Mayor en la jornada inaugural del Mundial de Baloncesto 2014. Para esta nueva interpretación en la sala de concierto del Monumental de la cantata profana Carmina Burana se comprobó que las voces femeninas del Coro Nacional de España, necesario refuerzo vocal para ciertos coros de la cantata (“O fortuna” incluido), resultaron un sólido y vigoroso resorte para las del Coro de RTVE, sobreponiéndose en ocasiones a éstas. Por falta de espacio en el escenario, los integrantes del Coro de Niños de la CAM tuvieron más la desgracia que la suerte de ser distribuidos en dos mitades nada equitativas por los dos pasillos laterales del piso de entresuelo, percibiéndose desajustes entre ambas mitades al principio de sus intervenciones de la tercera parte, Cour d’amour (durante el “Amor volat undique”), algo que en parte se suplió a lo largo de las estrofas que repiten junto a soprano, barítono y coro en el “Tempus est iocundus”.

Respecto a las tres voces solistas requeridas, no se percibió demasiada variedad de registros en la oscura voz del barítono Rodin Pogossov, escasa por otro lado de proyección; muy convincente por su parte el histerismo de los falsettones del tenor Nicholas Phan en su única canción de taberna con coro masculino, y por último la soprano tinerfeña Raquel Lojendio, muy inspirada, exhibió su dorado timbre durante la tercera parte de la cantata, con tendencia general a un canto delicado y a media voz, alcanzando firmeza en los agudos en la evanescente “Dulcissima”. Kalmar otorgó diversidad de tempos a esta lectura por lo demás electrizante, destacando la vertiginosa velocidad en el final de cada repetición orquestal con que terminan las tres estrofas del coro “Fortune plango vulnera”, el ritardando y accelerando del ritmoen “In taberna quando sumus” o el acusado silencio antes de cada entrada de los niños en el “Tempus est iocundus” para facilitarles la misma. No obstante, el uruguayo destinó también mucha lentitud a números como “Veris leta facies” o al reiterativo discurso central de la flauta del pasaje escrito en alemán antiguo “Swaz hie gat umbe”. La interpretación final del “O Fortuna” con que concluye simétricamente la pieza de Carl Orff fue coronada por una ovación entusiasta de casi 10 minutos de duración dirigida por encima de todo a ambas formaciones corales, las triunfadoras indiscutibles de este concierto con mucha fortuna, la que inspira los Carmina Burana.

 

Germán García Tomás

@GermanGTomas