VINCENZO BELLINI: “Norma”. Cecilia Bartoli, Sumi Jo, John Osborn, Michele Pertusi, Liliana Nikiteanu, Reinaldo Macías. International Chamber Vocalists. Orchestra La Scintilla. Director: Giovanni Antonini. Decca 478 3517 (2 CDs).
En su ambicioso proyecto en torno a la figura de María Malibrán, era inevitable que, en un momento u otro, Cecilia Bartoli se enfrentara con un manjar tan suculento como la Norma de Vincenzo Bellini. Aunque fuera estrenada por Giuditta Pasta, la sacerdotisa de Irminsul fue una de las mayores creaciones de la diva de origen español. Pero, obviamente, el acercamiento de la cantante romana no iba a estar anclado en la tradición romántica. Desde hace varios años, venimos asistiendo a diferentes intentos por restituir a la obra maestra de Bellini su “autenticidad”. Ya Richard Bonynge –en su segunda grabación- y Riccardo Muti –tanto en el Maggio Musicale Fiorentino como en su versión discográfica- optaron por un dúo de sopranos, más dramática una y más lírica la segunda. Pero fue Fabio Biondi quien propuso la primera aproximación regida por criterios puramente historicistas. El director y violinista italiano, fundador del célebre conjunto Europa Galante, planteó una visión basada en una búsqueda del colorido instrumental propio de la época de la creación de la ópera, así como una afinación más baja de lo habitual, que permitía la utilización de un tipo de cantantes más ligeros. Esta opción tuvo opiniones bastante encontradas, sobre todo por lo novedoso de la propuesta, cuando se presentó en el Teatro Regio de Parma en el año 2001. Pero Biondi no cejó en su empeño, y ha seguido defendiendo desde entonces su postura en lugares como Varsovia (en el marco del Festival Internacional de Música “Chopin y su Europa”, algo muy lógico, pues el legendario virtuoso fue siempre un gran admirador del cisne de Catania) y también en nuestro país, en ciudades como Granada, Valencia o Pamplona; una lectura, sin duda, muy vibrante, que daba a la obra todo su carácter revolucionario.
Este registro –el primero realizado siguiendo criterios “originales”- continúa en esta misma línea. No en vano utiliza la edición crítica realizada por Riccardo Minasi y Maurizio Biondi, hermano de Fabio y su estrecho colaborador. Aunque está dominado por la inmensa personalidad de Cecilia Bartoli, quien hay que decir, de entrada, que consigue uno de sus mayores –y más arriesgados- logros de su abundante discografía, muy superior (y mucho más interesante también) a su Amina de La Sonnambula con Juan Diego Flórez. A la diva italiana le gustar dar pistas en las cubiertas de sus discos, y si en el de arias de Haendel con Mark Minkowski emulaba a Anita Ekberg en el legendario baño en la Fontana di Trevi de La dolce vita, aquí aparece como Anna Magnani en Mamma Roma de Roberto Rossellini. Y es una imagen muy acertada, porque defiende el papel con la misma vehemencia que la famosa actriz, con uñas y dientes y un auténtico temperamento mediterráneo. Sin olvidar su proverbial incisividad en el fraseo, donde puede exhibir todo su temperamento dramático de gran trágica. Aunque pueden sorprendernos las ornamentaciones (en un, por otra parte, impecable) “Casta diva”, culminado por una espectacular “cabaletta”.
A su lado, la voz de una recuperada para el disco Sumi Jo (que mantiene milagrosamente intacto su timbre) aporta el contraste de una Adalgisa casi adolescente, impecablemente cantada. Las voces de ambas poseen, además, la necesaria capacidad de fundirse entre ellas. El tenor John Osborn no tiene un color particularmente bello, pero es de una gran musicalidad y un perfecto dominio del estilo (es uno de los Arnoldos oficiales del Guillermo Tell de Rossini hoy en día). Michele Pertusi resulta un Oroveso menos cavernoso que en otras ocasiones, y los experimentados Liliana Nikiteanu y Reinaldo Macías contribuyen como Clotilde y Flavio a completar el cuidado elenco. Al frente de la Orchestra La Scintilla (la excelente agrupación de instrumentos originales de la Ópera de Zurich), la dirección de Giovanni Antonini sigue la misma línea emprendida por Biondi. Tiene auténtico fuego, y enlaza a Bellini con las tragedias de Gluck y Cherubini. En algunos momentos echamos en falta un punto de abandono, que tenemos inevitablemente asociado a algunos pasajes de la obra (en especial a los dúos femeninos o al dúo final entre Norma y Pollione). Aunque quizá sea falta de costumbre… Ahora, solo queda aguardar a la Elvira de I Puritani.
Rafael Banús Irusta