Oblivion. The Philarmonics: Tibor Kovác y Roman Jánoska (violines), Thilo Fechner (viola), Stephan Koncz (violonchelo), Ödön Rácz (contrabajo), Daniel Ottensamer (clarinete), Frantisek Jánoska (piano). Artistas invitados: Patricia Petibon (soprano) y Piotr Beczala (tenor). Arreglos de obras de Medley, Kreisler, Brahms, Saint-Saëns, Dinicu, J. Strauss (hijo), Bernstein, Piazzola, Godard y Enescu. Deutsche Grammophon, 2013.
Siete músicos para no olvidar
Bajo el título de Oblivion, la famosa pieza para bandoneón del argentino Astor Piazzola, el conjunto The Philarmonics presenta su tercer álbum para el sello amarillo. Este grupo de cámara, formado por siete instrumentistas (cuatro filarmónicos vieneses, uno berlinés y los célebres hermanos Jánoska -violín y piano-), visten ropa desenfadada cuando tocan juntos y se ponen el frac cuando lo hacen en concierto o con sus respectivas orquestas.
El viaje musical que proponen The Fab Seven en este nuevo trabajo está imbuido de un fuerte halo vienés. No lo podían dejar más claro esos guiños explícitos del preludio de la ópera ambientada en la Viena dieciochesca El caballero de la rosa de Richard Strauss o de la obertura de la opereta El murciélago de Johann Strauss (hijo) en la obra que abre el disco: la ecléctica K&K Rhapsody de Medley, que igualmente cita la obertura de La forza del destino de Verdi.
Pero es la música del afamado compositor, arreglista y violinista Fritz Kreisler la que recorre ampliamente el disco con algunas de sus piezas más emblemáticas que cantan a la capital austríaca, como la Marcha miniatura vienesa, el Capricho Vienés o la canción vienesa Schön Rosmarin. Un particular homenaje al músico vienés por parte del pianista del conjunto, Frantisek Jánoska, se traduce en la pieza Musette pour Fritz. También encontramos pinceladas de folclore húngaro o rumano con un ejemplo de las Danzas húngaras de Brahms (la nº 6), las Csardas de Ritter Pasman de Johann Strauss (hijo) o para concluir el CD ese dechado de virtuosismo y complejidad en los continuos cambios rítmicos que representa para toda una orquesta sinfónica, y máxime para siete instrumentistas, el electrizante final de la Rapsodia Rumana nº 1 de George Enescu. También se halla una personal versión de la popular Danza macabra de Saint-Saëns (original para violín solista y orquesta) a tempo bien marcado con la aparición de terroríficos efectos acústicos cuando al despuntar el día cesa la diabólica pieza.
Por otro lado, la capacidad de The Philarmonics para asimilar diferentes estilos musicales lleva a este conjunto a incluir una versión reducida del dúo de María y Tony “Somewhere” del musical West Side Story de Leonard Bernstein con la voz invitada de la meteórica soprano francesa Patricia Petibon o acercamientos al tango con la mencionada pieza de Piazzola que da título al disco. El segundo artista invitado, el no menos afamado tenor polaco Piotr Beczala, regala una íntima versión de la encantadora Berceuse de la ópera Jocelyn del compositor romántico francés Benjamin Godard.
Todas las piezas están arregladas por uno o varios de los miembros de este singular grupo del que cada aproximación musical es todo un espectáculo o una curiosidad, por su enorme creatividad, su vertiginoso virtuosismo, su entera coordinación, su absoluta precisión en el manejo de ritmos o cadencias, y, en suma, su buen gusto al tocar cualquier tipo de género musical.
Germán García Tomás