Rachmaninov: Conciertos para piano, Rapsodia sobre un tema de Paganini. Valentina Lisitsa (piano), London Symphony Orchestra, Michael Francis (director). Decca, 2013. 2 CD.
Desafío Rachmaninov
Tras su recital en directo desde el Royal Albert Hall londinense grabado para Decca, la joven pianista ucraniana Valentina Lisitsa (Kiev, 1973) realiza su segunda aportación para la discográfica de la Universal asumiendo el reto de enfrentarse a la producción concertística de Sergéi Rachmaninov: los monumentales cuatro conciertos y ese virtuoso apéndice con variaciones que podría considerarse su quinto: la Rapsodia sobre un tema de Paganini.
La carrera de Lisitsa se encuentra en un fulgurante ascenso gracias a su indudable talento artístico y el amplio poder de difusión de las redes sociales, en las cuales viene exhibiendo sus interpretaciones. Según ella, este ambicioso proyecto Rachmaninov pretende ser su carta de visita en los circuitos tradicionales de la música clásica.
Y se enfrenta a él alejada de toda ortodoxia y convencionalismo en relación a como se ha interpretado este tipo de repertorio décadas atrás. Tradicionalmente, se ha optado por tocar a Rachmaninov de forma apasionadamente romántica, y la lectura de Lisitsa difiere de esa óptica interpretativa. Ella misma asegura en las notas al doble compacto que algunos de los detalles de sus interpretaciones se basan en las grabaciones históricas del propio pianista y compositor ruso. Cuando escuchaba a los grandes pianistas de la vieja escuela soviética, Lisitsa manifiesta que no podía soportar a Rachmaninov. Sólo cuando tuvo la oportunidad de viajar a EEUU y escuchar las propias interpretaciones del compositor, fue capaz de desaprender todo lo anterior y comprender mejor su música. Esta experiencia personal de la pianista le sirve al oyente como una esclarecedora explicación de cara a un mayor entendimiento de sus versiones.
Siempre es enriquecedor acercarse a una novedosa exploración del universo pianístico-orquestal de Rachmaninov, y más si se rige aparentemente por los principios interpretativos del propio compositor. La particular visión de Lisitsa es un alarde de virtuosismo y artificio técnico que ahorra multitud de los acostumbrados rubati, con un admirable discurso, flexible y ágil, a pesar de que con cierta frecuencia se percibe que la mayor concesión al plano técnico ha visto reducida la brillantez del plano expresivo. En general, la pianista ucraniana opta por discursos más asépticos frente a la contundencia rítmica o el arrebatamiento que imprimieron a esta música otras interpretaciones históricas.
Por su parte, la orquesta en esta grabación realizada en los míticos estudios Abbey Road londinenses, básicamente se pliega a las exigencias del papel protagónico del instrumento solista: la London Symphony a las órdenes de Michael Francis (que interpreta por vez primera estos conciertos) ocupa en esta ocasión un discreto papel en comparación (aunque sea odioso hacerlo) con el legendario registro de principios de los setenta, también de la Decca, con la batuta de André Previn y con Vladimir Ashkenazi como solista, bastante más expresivos y atentos al detalle que Lisitsa y Francis. La impresión general es que la orquesta, un tanto tenue y desangelada en ocasiones, no subraya demasiado la calidez de los pasajes más líricos. A ello se une la ausencia de velocidades intermedias en la conducción de los conciertos: los tempi, muy enérgicos, tienden a incrementarse incluso en los contemplativos y relajados movimientos centrales, cuya escucha resultaría más grata sin la pretendida voluntad de ser concluidos rápidamente.
Ante todo, muy bienvenido sea este nuevo trabajo, asumido como todo un desafío, de la joven pianista ucraniana, que perfectamente puede formar parte de la discoteca de cualquier buen amante de la ensoñadora música de Rachmaninov.
Germán García Tomás