GIUSEPPE VERDI: “Simon Boccanegra”. Thomas Hampson, Kristine Opolais, Joseph Calleja, Carlo Colombara, Luca Pisaroni, Igor Bakan, Andrew Owens, Gaia Petrone. Wiener Singakademie. Orquesta Sinfónica de Viena. Director: Massimo Zanetti. Decca 478 5951-2 (2 CDs).
En estos tiempos, la nueva publicación de una ópera del repertorio por parte de una gran multinacional es todo un acontecimiento. El presente registro fue recogido en vivo durante unos conciertos que tuvieron lugar en junio de este mismo año en el Konzerthaus de Viena, con motivo del bicentenario del nacimiento de Giuseppe Verdi, y ha sido publicado sin dilación para poder inscribirse dentro del aniversario, algo absolutamente loable y justificable. Al tratarse de la capital vienesa, contamos, para empezar, con un soporte coral e instrumental de primer orden, a cargo de la Wiener Singakademie (magníficamente preparada por Heinz Ferlesch, y hasta con una “coach” italiana para cuidar el estilo, Arabella Cortesi, además de un repetidor, Gelsomino Rocco) y la Orquesta Sinfónica de Viena, de la que Massimo Zanetti sabe extraer todos los matices de la rica paleta orquestal. Su versión es altamente dramática y tiene auténtica temperatura teatral, a pesar de encontrarnos en un auditorio.
Pero lo que gusta en Viena, no nos engañemos, son las buenas voces, y aquí las hay, en abundancia y muy contrastadas. Empezando por el protagonista, Thomas Hampson. El barítono norteamericano encuentra en Simon (junto con el Posa de Don Carlo) su mejor papel verdiano –que encarnó de nuevo este verano en el Festival de Salzburgo-, en el que puede jugar a la caracterización psicológica que es su fuerte, como ha demostrado en personajes como Doktor Faust de Ferruccio Busoni, Amfortas en Parsifal, Eugenio Oneguin, Krol Roger de Szymanowski o Athanael en Thaïs. Alcanza momentos conmovedores en la escena del Consejo o en la de su muerte, así como en los dúos con Amelia Grimaldi (o Maria Boccanegra) y Jacopo Fiesco. En este último encuentra un dignísimo antagonista en el bajo Carlo Colombara, que aporta al mismo toda su siniestra e implacable negrura, pero también sabe volverse humano en la reconciliación final. La soprano letona Kristine Opolais tal vez no tenga un timbre tan cálido y resplandeciente como el de otras Amelias (Mirella Freni, Katia Ricciarelli o Victoria de los Ángeles), pero canta excelentemente y es enormemente expresiva y musical. Claro que para compensar eso está a su lado, como Gabriele Adorno, el tenor maltés Joseph Calleja, que cada vez que expande su voz parece que estemos oyendo el Mediterráneo entero. Muy adecuado también Luca Pisaroni como el malvado Paolo Albiani, al igual que los demás comprimarios (Igor Bakan, Andrew Owens y Gaia Petrone). Todos ellos contribuyen a un producto elaborado a la mayor gloria del compositor, que en este título –sobre todo, tras la revisión efectuada por Arrigo Boito- muestra ya claramente hacia dónde caminará su lenguaje de madurez.
Rafael Banús Irusta