Yuja Wang (piano), Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela, Gustavo Dudamel (director). Concierto para piano número 3 (Rachmaninov), Concierto para piano número 2 (Prokofiev). Grabación en directo. Deutsche Grammophon, 2013.
Dudamel y Wang: la intención satisfecha
Dos conciertos para piano de dos compositores rusos del siglo XX, disímiles en estilo y carácter pero sumamente exigentes en el plano técnico, se reúnen en esta grabación de un concierto en directo celebrado el pasado mes de febrero de 2013 en el Centro de Acción Social por la Música de Caracas, que reunió a un grupo de jóvenes y entusiasmados intérpretes del momento: la solista china Yuja Wang y el meteórico director venezolano Gustavo Dudamel, que se puso al frente de la veinteañera Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, hasta el momento la más sobresaliente heredera del conocido como “Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela” que inauguró hace 38 años el maestro José Antonio Abreu. En esta actuación brindaron por un lado el ensoñador y romántico Tercero de Sergéi Rachmaninov, el de más amplias proporciones de sus cuatro obras concertantes y que dirige su mirada retrospectiva más hacia el siglo XIX que al XX en el cual se ubica, y por otro el Segundo de Prokofiev, no tan célebre en popularidad frente a su siguiente concierto pianístico, pero que combina tradición y modernidad con una poderosa fuerza expresiva.
Este documento sonoro significa la primera ocasión en que Dudamel y sus chicos de la Simón Bolívar afrontan una grabación discográfica con solista, así como la primera vez en que el director venezolano y la virtuosa pianista china graban juntos, lo que se convierte aquí en una intención satisfecha, ya que ambos artistas habían confiado en hacerlo algún día desde que se conocieron en Los Ángeles.
Lo que primero tiene a su favor el presente registro es la calidad de sonido: hasta la llegada de los aplausos finales es difícil constatar que se trata de una toma en vivo, al no escucharse en ningún momento en el transcurso del concierto los acostumbrados ruidos o toses del público.
Respecto a sus protagonistas, la comunión entre orquesta y director se pone enteramente de manifiesto en ambas obras, en las cuales la faceta virtuosística está muy presente al destinar los dos compositores rusos complejas y abigarradas cadencias para el instrumento solista hacia el final del primer movimiento de cada concierto. Aun así, a pesar de que en general Wang imprime lirismo y delicadeza al concierto de Rachmaninov, algunos de sus pasajes se perciben como muy contenidos, tenues y hasta apagados expresivamente, hecho al que sobre todo se suma la orquesta, cuya presencia pasa bastante inadvertida, limitándose a un muy discreto acompañamiento en su afán por adherirse constante y caballerosamente al discurso pianístico de Wang, y que, por ejemplo en el final del tercer movimiento se esperaría una mayor rotundidad rítmica y sonora en consonancia con la solista.
Sin embargo, es en la obra de Prokofiev donde la formación venezolana hace mucho más acto de presencia en un despliegue de gran efectividad y ligereza, donde mejor se pueden apreciar sus cualidades. Dudamel consigue resaltar eficazmente el tratamiento un tanto maquinista de la orquesta que exige el compositor soviético a través de sus contrastados cuatro movimientos, hasta alcanzar en el Finale un notable desenfreno en el plano rítmico que engarza magníficamente con el riguroso conocimiento técnico de la pieza que posee Yuja Wang en todo momento. Como es de esperar, el público venezolano congregado en la sala prorrumpe en clamorosas ovaciones tras la interpretación de dos conciertos que exigen la máxima implicación de los intérpretes, y que aquí consiguen convencer ampliamente, a pesar de que las comparaciones con otras renombradas grabaciones comerciales, siempre es algo odioso y cuando no inevitable.
Germán García Tomás
@GermanGTomas