Cecilia Bartoli llegó a Les Arts

Cecilia Bartoli llegó a Les Arts Por Pedro Valbuena

 

Largamente esperada, por fin la Bartoli ha llegado a Les Arts. La expectación que se había generado respecto a su nuevo trabajo era grande, aunque el auditorio no estaba al completo. El recital de la italiana abre el pequeño apartado, de tan sólo dos conciertos, que lleva como título Grans Veus, y que contará para su segundo recital nada menos que con Juan Diego Flórez. Cecilia Bartoli llegó a Les Arts

Cecilia Bartoli en Les Arts con ‘Farinelli y su tiempo’ / Foto: © Miguel Lorenzo
Cecilia Bartoli en Les Arts con ‘Farinelli y su tiempo’ / Foto: © Miguel Lorenzo

Farinelli y su tiempo es el elástico título del nuevo proyecto de Cecilia Bartoli, con el cual se pretende rendir homenaje a uno de los más importantes cantantes de la historia, y también a los compositores que colaboraron con él, o que trabajaron coetáneamente, es decir que abarca prácticamente todo el barroco. Llegó acompañada de la aparatosa orquesta que la propia Bartoli fundó en 2016, Le Musiciens du Prince-Monaco, y que dispuesta sobre el escenario parecía revivir, hasta el más mínimo detalle, la disposición de una orquesta para una representación operística de mediados del XVIII. El grupo dirigido por Gianluca Capuano incluía una amplia sección de cuerda, un variado grupo de instrumentos para el continuo, incluyendo dos clavecines y archilaud, instrumentos de viento y una excesiva sección de percusión. La orquesta sonaba algo carente de brillo y con escasa potencia a pesar del gran número de ejecutantes, pero su calidad era, en líneas generales, estupenda. 

Ligeramente escenificado, el concierto incluía demasiada música instrumental para un público que, fundamentalmente, buscaba escuchar la voz. Sin embargo la irrupción de la trompeta en el concierto de Telemann consiguió animar un programa que poco o nada tenía de novedoso. Bartoli cantó muy bien. Estuvo afinada y deleitó al auditorio con su hermoso y ligeramente engolado timbre. Hizo gala de ingenio y buen gusto, pero hubo algunas cosas que no comprendí. La parte escenográfica, que se limitaba a un pequeño tocador de camerino y un bailarín que se movía de acá para allá sin ton ni son, era totalmente prescindible, ya que  no aportaba nada sustancial al espectáculo. Creo que tan sólo servía para disimular un poco los largos descansos que la mezzo se tomaba entre un aria y otra. La selección de las piezas tampoco fue muy original, nada que el aficionado medio no haya escuchado ya en versiones de todo tipo, y tampoco parecía haber un hilo argumental que les diese coherencia. Se pretendió dar un nuevo aire a algunas de estas famosas piezas, por ejemplo, la hermosa zarabanda de Händel, «Lascia la spina», fue interpretada en tempo muy lento mientras uno de los clavecinistas recorría el teclado con virtuosísticas escalas, que iban claramente contra el espíritu y la cándida sencillez de esta música. El final se fue apianando prodigiosamente, hasta que un móvil cayó al suelo rompiendo la magia del instante. Más perfecta fue la interpretación de «Sol da te», de Vivaldi, en la que brilló sin ambages un traverso de técnica y expresión asombrosas, que se unió a la voz en un dialogo conmovedor. Por contra, en el aria «Augeletti, che canéate», el empleo de los silbatos de agua se hizo algo cansino por demasiado largo. Cecilia Bartoli llegó a Les Arts Ce

Cecilia Bartoli y Capuano / Foto: © Miguel Lorenzo
Cecilia Bartoli y Gianluca Capuano / Foto: © Miguel Lorenzo

En general me molestaron un poco los excesos de originalidad, como por ejemplo el añadido de efectos de percusión no indicados en las partituras originales,  que enturbiaban el fino trabajo del resto de la orquesta, o más incomprensible todavía, que en una de las arias, la voz en manida competición con la trompeta, llevase el  juego de las variaciones tan lejos que aparecieron armonías propias del jazz y el blues. La supuesta broma musical perdió todo su efecto cuando los largos aplausos interrumpieron el ritornello conclusivo, que debía devolver el espíritu barroco a la pieza. El recital debía acabar con una vela que, soplada por la protagonista, debía apagarse con precisión sobre el último acorde, cosa que no ocurrió. Finalmente Bartoli hizo gala de su simpatía y generosidad, brindando al público varias piezas, entre las cuales destacaría una hermosa canción contemporánea, «No te olvides de mí», que fue cantada con una elegancia insuperable, aunque nuevamente poco o nada tuviera que ver con Farinelli y su tiempo. Eché de menos algo de la pirotecnia vocal que caracteriza a esta extraordinaria cantante, pero escucharla fue un placer.

El espectáculo, que rozó las dos horas de duración, dejó al público totalmente satisfecho, y la sala puesta en pie piropeó a la cantante, como suele ser habitual en estos casos.

 OW


 

Valencia, 3 de noviembre de 2022. Palau de Les Arts. Cecilia Bartoli. Gianluca Capuano. Les Musiciens du Prince-Monaco.