Un fin de semana de sobresaliente musical en Valencia
Concierto “Celos”: Amparo Navarro (sop) y Javier Agulló (ten), 13 de Junio, Teatre Martín i Soler
Concierto Orquesta de Valencia. B.Skride (vlin), W.Weller (dir.) Palau de la Música, 14 de junio
Concierto Orquesta de la Comunitat Valenciana. M.Barenboim (vlin), Z.Mehta (dir), Auditori del Palau de les Arts, 15 de junio
Ópera “Otello” de G.Verdi. G.Kunde (ten), C.Alvarez (bar), G.Yu (sop), Z.Mehta (dir) Sala Principal de Palau de les Arts, 16 de junio
Acercarse a la ciudad del Turia siempre es un placer, por el arte, la gastronomía , el clima y como en este caso la música que sonó en abundancia de calidad y de propuestas.
La sexta edición del Festival del Mediterraneo sufrió también de recortes económicos y de programación, pero no de calidad ni de respuesta del público que agotó las entradas para todas las representaciones del Otello verdiano.Conciertos, exposiciones, conferencias llenaron una programación del 1 al 16 de junio del Palau de les Arts.
En esta crónica daremos cuenta de las actividades musicales del fin de semana último del Festival y que recorrieron todas las Salas de dicho Palau.
Comenzamos con el magnífico concierto que la soprano Amparo Navarro y su marido el tenor ilicitano Javier Agulló ofrecieron el jueves 13 de junio en el Teatre Martín i Soler que bajo el epígrafe “Celos” que centra esta edición del Festival ofrecieron una primera brillante primera parte con romanzas y dúos de zarzuela de los maestros Torroba, Sorozabal, Guerrero, Soutullo-Vert y el valenciano Serrano, para pasar en una segunda parte dedicada a la ópera con arias y dúos festejando a Verdi-Wagner sin olvidar Bizet y un guiño al Otello rossiniano con el dúo “Eccomi giunto inosservato…”. Cantantes de gran valía y con instrumentos de gran belleza, supieron dar intención correcta a cada una de sus intervenciones, destacando su gran compenetración en los dúos. Amparo Navarro de timbre aterciopelado, volumen generoso y con una gran paleta de expresividad vocal solamente tendría que cuidar su abuso de los portamentos en determinados momentos que no aportan musicalidad sino que afean su interpretación. De valiente se puede calificar la voz de Argulló, si bien a veces se agradecería menos dureza en los ataques y dejar fluir más su voz que seguro que ganará en linea de canto y flexibilidad dinámica.
Ambos cantantes fueron cuidadosamente acompañados por José Ramón Martín al piano.
Grandes aplausos después de cada intervención culminaron con el bis del dúo “Torero quiero ser” de la ópera “El Gato Montes” del Maestro Penella.
Dos grandes y jóvenes violinistas se dieron cita en los dos Palaus dedicados a la Música de las diferentes orillas del tapado cauce del Turia con dos de los más difíciles y famosos conciertos para violín del s.XIX.
El viernes 14 de junio bajo la dirección del veterano W.Weller la ascendente violinista letona Baiba Skride ofreció el concierto de Sibelius con una fuerza y una expresividad como hacía tiempo el que firma esta crónica no había oído animando al resto de los músicos de la orquesta de Valencia a dar lo mejor de si tanto en el acompañamiento del concierto solista como la sinf.n.6 de Dvorak que completaba el programa. Al día siguiente, sábado 15 de junio, era el concierto en mi menor de Mendelssohn el que se oiría tras una impresionante Obertura trágica de Brahms en el Auditori del Palau de les Arts. El solista fue el joven Michael Barenboim que supo sacar partido de una gran técnica y un cuidado sonido de esta endiablada partitura sin caer en exhibicionismos gratuitos.
Despuntando como solista Michael Barenboim desarrolla el puesto de concertino en diferentes orquestas de gran calidad, de ahí que no tuviera ningún reparo en ocupar el último atril de los primeros violines en la sinf.n.4 de Brahms que cerrara el programa y que se convirtiera en una fiesta bajo la batuta del Presidente del Festival del Mediterraneo, el director indio Zubin Mehta. La calidad y ductilidad de esta orquesta adquiere cuotas de excelencia en las manos de los grandes, de ahí que un instrumento tan preciado haya que cuidarlo y mimarlo, a la vez que sacar el máximo provecho y difusión. Todas las secciones brillaron con luz propia en esta sinfonía pero no podemos por menos de destacar a los diferentes solistas de viento madera, trompas y el timbal de Gratiniano Murcia de reciente incorporación a la orquesta de la Comunitat Valenciana.
Y como postre especial de este menú musical se nos ofreció el Otello de Verdi con un reparto de verdadero lujo. Debutaba en el papel de Desdemona la soprano Guanqum Yu cuyas prestaciones pudimos ya valorar en I due Foscari de esta misma temporada.
Carlos Alvárez deslumbró con un Yago maligno, sádico en la actuación y sobretodo en el canto con un “Credo” de veradera antología. Ha merecido la espera y el trabajo callado de este gran profesional para volver a oirlo pletórico en este gran repertorio. ¡Bienvenido Carlos!
Y de un portento canoro a otro mayor, el tenor americano Gregory Kunde. Los puristas de la ópera se horrorizarían de que un cantante rossiniano y bel-cantista se atreviera con el repertorio más dramático verdiano pero tras oír el Otello de Kunde sólo entran ganas de oirle el Otello de Rossini (Liceu 2016) o cualquier otro rol ya que el rigor, la expresividad, la linea de canto, el volumen son marcas propias de este tenor absolutamente entregado desde la primera nota a la última.
El resto de los partiquinos fueron correctos.
La producción ¿futurista? de Davide Livermore tiene sus luces y sus sombras, hacer de una estructura única con diversos elementos que se añaden o retiran llegar a resultar monótono sino fuera por su magnífico trabajo de iluminación que se enriquece con las videocreaciones de D-WOK. Por otra parte no es una escenografía cómoda para cantar ni para moverse, sin embargo la dirección actoral fue adecuada pero bastante limitada.
No se puede decir lo mismo del vestuario y caracterización, absolutamente carente de coherencia, mezclando estilos, épocas sin ningún nexo que no fuera el capricho o la idea de expresar el mito de Otello a lo largo de diferentes periodos de la historia utilizando vestuario y caracterización, pero sin ser nada claro ni concreto.
La batuta de Metha, cual Dux valenciano, ayudó en todo momento a que los cantantes se sintieran bien en medio de esa gran marea orquestal, sabiendo llevar a buen puerto todas las naves de esta republica valenciana (coro, orquesta y solistas).
No podemos acabar esta crónica sin felicitar a todos los que con gran esfuerzo nos ofrecen estos espectáculos musicales de gran calidad en momentos en que se cuestiona su utilidad a través de grandes recortes económicos, y también felicitar al público por su doble entrega, la económica al pagar unas entradas no precisamente baratas y por su entusiasmo de aplaudir a rabiar a cantantes, coro y orquesta tras cada representación en que se colgaba el cartel de “TOT VENUT”.
Quedamos a la expectativa de la nueva temporada y del VII Festival del Mediterrani.
R.B.