Celso Albelo. Declaraciones .Valencia

Celso Albelo reniega de la ópera hecha escándalo

El tenor se ha convertido en una voz muy solicitada.

El popular tenor debutó en el Palau de la Música junto a Isabel Rey y la Orquesta de Valencia con un programa de arias y dúos de Verdi

A. BROTONS MUÑOZ VALENCIA Ayer debutaba en Valencia, concretamente en el Palau de la Música y junto a la soprano valenciana Isabel Rey y la OV y con dúos y arias de Verdi, Celso Albelo, un tenor tinerfeño que, desde su debut en Bussetto con un Rigolettojunto al barítono Leo Nucci en 2006, viene desarrollando una carrera meteórica que le ha valido triunfos en todos los grandes teatros del mundo.
Siendo estudiante de Historia del Arte, ingresó en la tuna. Como no llegaba a los agudos deGranada, se buscó una profesora de canto: Pilar Castro, 45 minutos a la semana. Progresó tanto y tan rápido, que pasó a dedicarse al cien por cien a la música. Tras cuatro años en el Conservatorio ingresó en la Escuela Reina Sofía de Madrid. Con 29 años vino la frustración de muchas audiciones y concursos sin éxito, y la subsistencia repartiendo publicidad por las casas. Con sus últimos ahorros se marchó a estudiar a la Accademia de Bussetto con Carlo Bergonzi: «el último cartucho». Cuando Leo Nucci lo escuchó, le propuso Rigoletto, y de repente se le vino encima un aluvión de ofertas, comenzando por Zúrich y llegando a Milán, París, Londres, Berlín, Viena, Madrid…
Con el repertorio reconoce haber tenido mucha suerte: «Desde hace casi diez años canto lo mismo, el repertorio belcantista de frases largas (Donizetti, el primer Verdi…)».
Del exhaustivo conocimiento de su propia voz da testimonio su consciencia de algunos papeles que, encantándole, sabe ya que no cantará nunca, por ejemplo ni Forza ni, menos aún, Trovatore: «Para eso ya está Jorge de León, mi paisano y amigo intimísimo, que lo hace estupendamente. Es curioso, a mí me gustaría hacer cosas que hace él y a él cosas que hago yo».
Preguntado por su relación con los directores de escena, se declara muy flexible pero con un límite: «Lo que no tolero es el escándalo por el escándalo». Y también está harto de las traslaciones temporales arbitrarias: «Cuando más disfruto es cuando la Traviata, por ejemplo, la canto de frac». Y resume: «Es que a veces parece como que para cantar ópera hubiera que hacer un montón de cosas y, además, tener un poquito de voz. Y no es así: para cantar lo más importante es la voz».
De los teatros donde más a gusto ha trabajado, cita Covent Garden, Madrid , «a pesar de todos los follones», y La Scala «aunque aquí la presión es tremenda».
De la impresionante lista de directores de orquesta con los que ha trabajado le viene de gusto mencionar al israelí Daniel Oren, «un músico de carácter un poco peculiar pero capaz de convertir enLa sonnambula un simple pizzicato en mucho más que un mero acompañamiento».