Centenario de Antonio Ruiz Soler por el Ballet Nacional de España: mágica ‘Fantasía galaica’

Centenario de Antonio Ruiz Soler por el Ballet Nacional de España Por Cristina Marinero

Teatro Real. Madrid. 14 de octubre 2021. Cuando ahora se estrena en cines el documental España, la primera globalización, en el que los verdaderos expertos en historia de nuestro país, de Europa y de Hispanoamérica echan por tierra la leyenda negra y sus populistas argumentos, nos viene a la cabeza que la danza española está viviendo desde hace décadas su particular penitencia (injustificada), su personal leyenda negra. Porque es de incultos pensar que la danza española pertenece a una época concreta, sobre todo porque nuestro arte coreográfico tiene siglos de vida.

Que el centenario de un artista como Antonio Ruiz Soler (Sevilla, 1921; Madrid, 1996), cuyo eco traspasó nuestras fronteras, llegó a los grandes escenarios internacionales y tuvo su estelar sitio en el Hollywood de los primeros años cuarenta se reduzca en la capital de España a cuatro funciones en el Teatro Real –que son altamente valoradas, ninguna objeción al respecto, por supuesto- no es justo. Se tendría que haber acompañado de actos que lo convirtieran en un verdadero evento y, de paso, informar y educar a las nuevas generaciones sobre nuestro internacional artista de danza española, una personalidad de nuestra historia.

Y es que, además, su valor se multiplica cuando se tiene en cuenta que Antonio Ruiz Soler consiguió todo eso en tanto que uno de los grandes protagonistas de la danza española escénica coreográfica del siglo XX: arte que es exclusivo de nuestro país. Piensen en todos los bailarines y coreógrafos, y en los músicos, que han creado piezas para bailar a partir del vocabulario de pasos, actitudes, estilos y formas de nuestros bailes y danzas de la tradición, desarrollando su imaginación a través del filtro académico e intelectual. Un tesoro único que se remonta en la historia a casi quinientos años atrás y que influyó en el hoy llamado ballet clásico.

Centenario de Antonio Ruiz Soler por el Ballet Nacional de España – Final de Fantasía galaica

El centenario de Antonio Ruiz Soler debería haber recibido el trato que sí tienen otras personalidades de nuestra historia y cultura, y tendría que haber sido organizado desde ese organismo de conmemoraciones nacionales que nunca se ha ocupado de los protagonistas de nuestra danza.

Rubén Olmo, director del Ballet Nacional de España desde septiembre de 2019, ha diseñado el programa presentado en el Teatro Real y que fue estrenado en abril en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, con una función, además, el pasado 7 de octubre en Murcia. En total, en estos seis meses, este programa va a tener ocho representaciones.

Lo mejor de este homenaje es la recuperación de sus ballets Sonatas y Fantasía galaica, ambos con el protagonismo de una bailarina tan auténtica como Miriam Mendoza que posee, además de una técnica que permanece intacta, toda la veteranía necesaria para ofrecer lo mejor de sí en escena. En Fantasía galaica, su pareja –papel que se creó para sí Antonio- es el joven Albert Hernández, quien brilla, pero al que le falta más técnica (sus grand jetés, los empeines…) para completarse como estrella. Miriam Mendoza interpretó la mejor variación de Sonatas. También destacaron en sus solos Estela Alonso, Sou Jung Youn y Cristina Aguilera. Muy bonita de cintura para arriba Débora Martínez, pero debe trabajar más los pies para mantenerlos siempre estirados, como requiere el estilo bolero –aquí estilizado, como en todos los ballets basados en nuestro baile clásico- del que parte Sonatas. Los hombres, en general, tienen que trabajar más en la barra de ballet. No pueden salir solistas que, viéndoles en sus intervenciones, no parecen que ostenten tal posición.

También ha sido una delicia ver la reconstrucción de Vito de Gracia, el paso a dos que Antonio y Rosario interpretaron en la película Hollywood Canteen (1944), y que gracias a ese tiempo en la meca del cine ha quedado inmortalizado, además de “colgado” en YouTube, por lo que todos pueden verlo. También ha sido un placer ver bailar a Esther Jurado, estupenda en el solo Leyenda (Asturias), de Carlos Vilán, la inmortal pieza de Albéniz que estrenara en danza Antonia Mercé La Argentina. José Manuel Benítez subió la temperatura con su interpretación apasionada de Zapateado, de Sarasate. Eso sí, por supuesto que debe seguir el estilo de Antonio, pero no copiarlo sin sentirlo porque hay momentos en que se nota el “fake”.

Centenario de Antonio Ruiz Soler por el Ballet Nacional de España – Esther Jurado en Leyenda (Asturias)

Sobra el flamenco –y con sevillanas finales…-, que además no estaban firmadas por Antonio, quien sí es el autor de todas las obras del resto del programa dedicado a él. En su lugar, se podría haber rescatado su Allegro de concierto, el Taranto que bailaba Carmen Rojas en La taberna del toro y que interpretó Esther Jurado en el homenaje que le realizó al eterno bailarín Antonio Najarro en 2016, por el 20º aniversario de su fallecimiento. Además, si realizaron la copia exacta del traje que Rojas vestía para ese solo, ¿por qué no amortizarlo, en vez de tenerlo colgado en un almacén?

La estrella de la noche, indiscutiblemente, fue Fantasía galaica, obra maestra sobre la composición de Ernesto Halffter, estrenada por Antonio y su Ballet en 1956, y por el Ballet Nacional de España en 1979. En ella comprobamos, cada vez que la vemos, que va a ser un clásico inmortal mientras haya compañía que la ponga en escena. Aquí Antonio vuelve a mostrar su gran pasión por hacer coreografía de ballet clásico, pues el paso a dos de los protagonistas es una pequeña joyita académica.

La fuerza de la partitura de Halffter está en que estiliza los ritmos y modos gallegos, añadiendo su creatividad a partir de fórmulas que “suenan” a esa tierra, pero a la vez se muestran universales. El movimiento de grupos que vemos en Fantasía galaica por supuesto que contiene todo lo que Antonio vio en Broadway y Hollywood, cuando vivió en Nueva York y Los Angeles, tras haber salido de España en 1937 rumbo a Buenos Aires –volvió a España en 1949–. Los bailarines no paran, ahora filas, ahora en cuadrado, se dividen, se unen en parejas… Alguien al lado nuestro dijo “parece un musical”, pero es que los musicales proceden de los ballets y sus números coreográficos, claro, son pequeñas piezas de ballets. La danza está en el origen de mucho más de lo que se piensa…

Centenario de Antonio Ruiz Soler por el Ballet Nacional de España