Christine Goerke y Eva-Maria Westbroek rivalizan en La Valquiria del Met

La Valquiria del Met
La Valquiria del Met. Foto: Photo: Richard Termine / Met Opera

El ciclo del Anillo del Nibelungo de la Metropolitan Opera de Nueva York comienza a tomar forma con el estreno de Die Walküre. El segundo título de la serie wagneriana viene precedido de una importante campaña de comunicación y publicidad que se verá culminada este sábado con su retransmisión en directo y en alta definición a todo el mundo.

El estreno del pasado lunes contó con la tensión y la sorpresa propias de las primeras noches. El director de orquesta Philippe Jordan se volvía a poner enfrente de los músicos del Met, quizá con algo más de aplomo que en El Oro del Rin. Jordan dejó grandes momentos como el dúo final entre Wotan y Brünnhilde o el inicio del tercer acto, donde al espectacular aterrizaje de las valquirias en escena se le unió la riqueza tímbrica de la orquesta. El director suizo parece renunciar a la monumentalidad en pos de la precisión, por lo que el foso del Met no termina de sonar con la contundencia wagneriana de otros tiempos. Sin embargo, la variedad cromática de los instrumentos y el acercamiento escrupuloso de Jordan a la partitura propician una escucha placentera y sensible.

Dejando a un lado la espectacularidad de la escenografía de Robert Lepage, que ya describimos en la crítica de Das Rheingold, y que persistió en el error de abundar en proyecciones innecesarias y redundantes, lo más destacado vino del lado de las voces.

La Valquiria del Met. Foto: Photo: Richard Termine / Met Opera

La noche parecía propicia para un gran triunfo de la soprano americana Christine Goerke, cuya reaparición había sido largamente esperada por muchos aficionados neoyorkinos. La Goerke recibió una ovación en su entrada en escena; y cumplió con brillantez, tal y como se esperaba. Su Brünnhilde tiene la energía y la humanidad de los semidioses y, por la calidez de su instrumento y la sabiduría con la que dosifica las notas, firmó una actuación muy convincente. Christine Goerke acierta al prescindir del grito, de la emisión abierta o la fealdad de los portamentos. En su lugar, la soprano neoyorkina transita senderos menos lucidos y más comprometidos vocalmente. Es, sin duda, una inteligente estrategia para una voz de gran entidad pero caracterizada más por la calidad estilística que por su tamaño. Muy posiblemente, la de Goerke sea una de las mejores Brünnhildes de hoy.

Junto a ella, y a un nivel similar encontramos a una enorme Eva-Maria Westbroek. La soprano holandesa tiene la voz en sazón para el papel deSieglinde. La oscuridad y reciedumbre de un instrumento curtido y domado, junto a su inapelable presentación escénica, hicieron que se adueñara del primer acto de la ópera, en una interpretación poderosa y sensible que se recordará en Nueva York. Desde luego, un acierto incluir a la Westbroek en este Anillo. Cerraba la terna femenina la sólida mezzo americana Jamie Barton, más entonada si cabe que en El Oro del Rin. Su Fricka creció en autoridad y seguridad con respecto al primer título del ciclo, hasta cuajar una interpretación de intachable factura. Con un centro rotundo y agudos squillantes, sus intervenciones fueron siempre importantes.

En lado masculino, destacó el bajo-barítono Greer Grimsley, mucho más convincente en su papel de Wotan en esta ocasión. El cantante de Louisiana despliega un canto soberbio que se expande con brío juvenil y despliega el discurso del dios del Walhalla en frases pétreas y elocuentes. Grimsley parece conectar más con el Wotan humano y amante de Die Walküre que con el de Das Rheingold. Sea como fuere, su presencia en escena garantiza canto de quilates y teatro de altura.

La Valquiria del Met. Foto: Photo: Richard Termine / Met Opera

El bajo austriaco Günther Groissböck fue un Hunding clásico, enmarcado a la perfección en los cánones wagnerianos, si bien la bella oscuridad de su instrumento le obligó a hacer un esfuerzo para hacer creíble la maldad de su personaje.

Stuart Skelton vuelve al Met para interpretar al volsungo Sigmund. Y lo hace cargado con toda su artillería vocal. Un arsenal contundente que le permite estar por encima de una partitura factible para su tesitura, pero muy exigente. El público del Met quedó bien servido, a tenor de la gran ovación con la que fue premiado el australiano. El Sigmund de Skelton tiene la fuerza heroica de los tenores wagnerianos, aunque puede que le faltara algo de quietud en el canto; cierta paciencia para explorar los recovecos de unas páginas que, tal vez, se prestan a un canto más detallado.

La música de La Valquiria requiere grandes intérpretes para obrar el milagro de que el mito cobre vida. El Met ha hecho un gran esfuerzo para poner sobre las tablas un elenco difícil de superar en los tiempos que corren. El resultado, que nunca podrá satisfacer a los más puristas, permite seguir creando aficionados a la música de Wagner, y perpetuando su leyenda.

CARLOS JAVIER LOPEZ

*Die Walküre se retransmitirá en cines en directo desde el Met el próximo sábado 30 de marzo.