“City Lights” de Lisa Batiashvili: el violín ilumina el mundo

“City Lights” de Lisa Batiashvili: Por Germán García Tomás

Fascinante e imaginativo viaje por el mundo el que nos propone la violinista Lisa Batiashvili (Tiflis, 1979) en su nuevo álbum City Lights, título evocador de la homónima película de Charles Chaplin, quien se vio metido en un pleito por plagio con nuestro compositor almeriense José Padilla, autor del cuplé La violetera, que el británico introdujo sin permiso en el mencionado film de 1931 y que delinea delicadamente el violín de Batiashvili en el Medley inicial del compacto, cuyo tema principal es asociado al personaje de Terry en la emocionante Candilejas, melodía que aparece al principio y al final sobre el característico efecto sonoro de la cámara de grabación antigua con la que Charlot y su magia cinematográfica sacó tantas carcajadas y no menos lágrimas al espectador de su época, y que continúa haciéndolo en la nuestra. El sugestivo violín de la solista georgiana, que proyecta esta aventura junto al pianista y director Nikoloz Rachveli, nos hace transitar de un ambiente musical a otro por algunas de las ciudades del planeta en asombrosos arreglos instrumentales con el apoyo de dos formaciones (la Orquesta Sinfónica de la Radio de Berlín y la Orquesta Filarmónica de Georgia bajo la batuta de Rachveli) que arropan este sensacional juego de cameos entre la violinista y los varios artistas que la secundan.

“City Lights” de Lisa Batiashvili, el violín luminoso
“City Lights” de Lisa Batiashvili

En Alemania se detiene en dos ciudades: Munich, con Johann Sebastian Bach y el refinado arreglo de Anders Hillborg del preludio coral Ich ruf zu dir, Herr Jesu Christ BWV 639, y Berlín, donde tras las brumas iniciales posbélicas se plasma el clima jazzístico de los felices 20 en Ich hab’ noch einen Koffer in Berlin (He dejado una maleta en Berlín) una composición nostálgica de Ralph Maria Siegel que tiene a la trompeta de Till Brönner como protagonista esencial junto a las piruetas violinísticas de Batiashvili y que nos evocan la inolvidable interpretación de Marlene Dietrich en la gran pantalla. Todo un dechado de improvisación bien aprovechada por ambos instrumentistas, con el apoyo de Rachveli desde el piano. Tras viajar a Helsinki con un tema tradicional que nos evoca el paisaje nevado y ciertos ribetes bachianos en Evening Song, desde Viena nos llegan ecos del Concierto de Año Nuevo con el Galop Furioso de Johann Strauss I, un nuevo salto virtuosístico que precede al bello tema de amor, en muy elaborado arreglo, del film Cinema Paradiso de Andrea y Ennio Morricone, y donde hallamos a Batiashvili en delicioso diálogo con el chelista Maximilian Hornung.“City Lights” de Lisa Batiashvili: el violín ilumina el mundo

Tras viajar por Italia, y de nuevo al mundo del séptimo arte que nos abría Chaplin, el universo del tango argentino de concierto se abre paso con Astor Piazzolla y la guitarra del mediático Miloš Karadaglic en un nuevo Medley, con tres de los grandes hits del bandoneonista marplatense: Adiós Nonino, Vuelvo al sur y Buenos Aires hora cero, un ejemplo de embriagadora ejecución en la que el exaltado violín hace palpitar los pentagramas porteños. Una pequeña trampa se nos presenta con el Largo de la Sinfonía nº 9, del “Nuevo Mundo” de Antonín Dvorák, pues pese a ser obra de un músico checo, volamos hasta Nueva York, ciudad donde la compuso, con una hermosa transcripción del propio padre de Batiashvili que sustituye al corno original por el violín de la georgiana, cuyas manos dotan a la melodía de la misma calidez y anhelante aroma. La violinista vuelve a una capital europea como es Londres contando con la sugerente vocalidad de la cantante también georgiana Katie Melua en la intimista canción No Better Magic, que nos conduce hasta Bucarest, con el desenfreno de The Lark, una composición de Stephan Koncz sobre un tema tradicional rumano, cuyas elásticas y estiradas líneas recuerdan al estilo de George Enescu y su rapsodia nº 1. Y el viaje concluye en la patria de la violinista: en su capital, Tiflis, de donde es originaria, pues el trabajo participativo lo cierra un Medley sobre temas de Giya Kancheli elaborado por Rachveli con empleo de electroacústica. El resultado es una pieza inquietante y algo aristada de múltiples contrastes que alterna estados anímicos variados, hasta la sorpresa final, el sonido de una canción americana extraída de un tocadiscos, en un nuevo efecto acústico de los varios que hallamos a través de todas estas luces urbanas con que nos iluminan en un periplo deslumbrante Lisa Batiashvili y todos sus colaboradores.