Concierto de Año Nuevo en Viena: el mito de Daniel Barenboim

Concierto Viena Daniel Barenboim Por Germán García Tomás

Se dice que no hay dos sin tres. Por tercera vez Daniel Barenboim se ponía al frente de la Filarmónica de Viena para dirigir el Concierto de Año Nuevo, como en 2009 y 2014. El maestro argentino-israelí inauguraba este 2022 en el que la Sala Dorada de la Musikverein vienesa ha estado reducida a 1700 localidades, aproximadamente la mitad de su aforo, una audiencia in situ que ha tenido que pasar por los preceptivos test sanitarios, lo que, afortunadamente, ha vuelto a conferir luz y calor al concierto más popular y visto del año en todo el mundo, y sobre todo una cierta normalidad tras el paréntesis de 2021 con una sala vacía y unos aplausos enlatados. Concierto Viena Daniel Barenboim

Daniel Barenboim durante el Concierto de Año Nuevo 2022
Daniel Barenboim durante el Concierto de Año Nuevo 2022 Concierto Viena Daniel Barenboim     © Dietter Nigi

La ORF, por medio de la excelente realización televisiva de Michael Geyer, ha permitido de nuevo disfrutar de la retransmisión de un evento musical único medido hasta el milímetro, revestido de la vistosa decoración floral de los parques y jardines de Viena y de las imágenes que han acompañado la audición de algunas de las obras. Esta nueva participación vienesa de Barenboim, que cuenta con 79 años, ha estado atravesada por una comunicación muy sobria y una ayuna expresión con los músicos de la orquesta, los cuales han tocado los valses, polcas, marchas y galops de la familia Strauss y de algunos de sus contemporáneos con la autonomía y la perfección de relojería suiza que la caracteriza en este tipo de repertorio, y que el de Buenos Aires asimismo entiende bien. En ocasiones, el director nacionalizado español dejaba hacer limitándose simplemente a marcar el compás, o a seguir la partitura con la vista baja y pose estática, en cambio en otras daba indicaciones dinámicas o marcaba precisos ataques con breves y enérgicos gestos de batuta y manos. Las primeras piezas suelen ser siempre un calentamiento, y las dos piezas iniciales atravesadas por el personaje mitológico del fénix (Marcha Fénix de Josef y vals Alas del Fénix de Johann) sirvieron para situarse precisamente en esa actitud de expresividad contenida y aparente carencia de entusiasmo en lo visual que no atañía en ningún caso a la materialización musical, pues, desde el trémolo inicial del mencionado vals, Barenboim nos hizo transitar por todos los acusados contrastes de la pieza. Muy paladeada fue acto seguido la polca mazurca La sirena, también de Josef, donde se apreció que la auténtica especialidad del maestro son las polcas lentas.

En esta primera parte se dio todo un homenaje a la prensa por medio del vals de Johann Periódicos matutinos, que tras una sincopada introducción Barenboim desgranó con un rubato sin excesos, si duda de lo mejor dirigido de todo el concierto, mientras asistíamos al paseo que realizaba una pareja de enamorados por el centro de la capital austriaca, llegando hasta el monumento dedicado a Mozart en el Burggarten mientras suena el vals Periódicos matutinos de Johann Strauss hijo. Tanto esta pieza como la siguiente, el galop Pequeño boletín de Josef Hellmesberger hijo, estaban relacionadas con el Club Concordia, creado en Viena en 1859 para fomentar el ejercicio de la libertad de prensa, un contexto periodístico que coronó la polca rápida Pequeña crónica de Eduard, la primera muestra del benjamín de la dinastía en este concierto. Concierto Viena Daniel Barenboim

El documental del descanso, más naturalista y pintoresco que otras ocasiones, ha estado firmado por el cineasta Georg Riha, celebraba el 50º aniversario del Patrimonio Cultural Mundial de la UNESCO y mostraba en todo momento el vuelo de una llamativa especie autóctona de mariposa por multitud de lugares emblemáticos y simbólicos de Austria mientras tocan conjuntos de cámara de la orquesta austriaca, entre ellos el imponente Palacio de Schönbrunn, que fue residencia de los Habsburgo, así como el centro de la ciudad de Salzburgo. Ya en la segunda parte del concierto, las escaleras y los salones del enclave palaciego sirvieron igualmente para la ubicación de los miembros del Ballet Estatal de Viena, con el vals Las mil y una noches, perteneciente a la opereta Indigo y los 40 ladrones de Johann, que varias parejas bailan en una coreografía de Martin Schläpfer menos lucida y brillante que en años anteriores con disparidad de estética en el vestuario. Antes, Barenboim abrió la segunda parte con una lectura de tempo vivo de la obertura de la más famosa opereta de Johann, El murciélago, que antecedió a la no menos célebre Polca del champán, con un tempo algo ralentizado, y a cuyo término se descorchó literalmente el licor. A continuación, la interpretación del vals Noctámbulos de Carl Michael Ziehrer fue la auténtica sorpresa de toda esta cita, pues tras un ritmo de marcha inicial, y en la introducción previa al propio tempo de vals, todos los profesores de la formación vienesa cantaron y silbaron menos las trompas, que sirven de acompañamiento y sostén armónico al canto. Volvieron a entonar el himno los músicos antes del final de este curiosísimo vals, recreado cantabile y con contraste de dinámicas por Barenboim, partitura debida a un compositor que es en sí mismo un auténtico diamante en bruto a descubrir, totalmente eclipsado que está por la égida de Johann Strauss hijo. Después, hubo ecos orientales con una muy marcada Marcha persa del rey del vals y se enviaron Saludos a Praga simbólicos gracias a la polca francesa de Eduard.

Imagen de la Sala Dorada del famoso Musijverein de Viena © Dietter Nigi
Imagen de la Sala Dorada del famoso Musijverein de Viena © Dietter Nigi

Por si hubiera sido poco, más mitología llegó después de la mano de los Duendes de Hellmesberger y de las Ninfas de Josef, una polca francesa esta última en la que la parca gestualidad de Barenboim consiguió extraer una llamativa sonoridad transparente, gracias a la aportación del xilófono y las flautas. Aquí pudimos presenciar para sacar pecho la exhibición de galanura de ocho caballos de la Escuela Española de Equitación. Por fin, el no menos refinado vals Música de las esferas de Josef, de introducción lenta y dilatada, con cambios de dinámicas y ligeros ritardandi, concluyó el concierto, que llevó al abordaje de la polca rápida A la caza de Johann y a las dos propinas de rigor. Antes del Danubio Azul, y tras la habitual felicitación de año nuevo de orquesta y director en alemán, el bonaerense se dirigió otra vez a los espectadores brindando un pequeño discurso en inglés en el que destacó el poderoso valor de la música para afrontar situaciones como la que aún estamos sufriendo en nuestras carnes. Quiso destacar por encima de todo la enorme labor que realiza una orquesta como la vienesa en estos tiempos difíciles de auténtica crisis humana. No se pudo decir tanto con tan pocas palabras, sentidas, profundas, sinceras, que pronunció Barenboim en su tercera visita a la Musikverein, marcando al público las palmas en la Marcha Radetzky, liberado ya de su batuta, con semblante serio ante los palmeos a destiempo, pero consideramos que esa escasez de sonrisas no era ni más ni menos que un cansancio que el maestro de Buenos Aires acusaba y pese al cual consiguió ofrecer un buen catálogo de gratos y afortunados instantes musicales en esta mañana del 1 de enero, la de un año que tanto él, como nosotros, deseamos sea esperanzador para todos ustedes. Feliz 2022.

Ficha:

Concierto de Año Nuevo 2022. Sala Dorada de la Musikverein de Viena. Orquesta Filarmónica de Viena. Daniel Barenboim (director). Obras de Johann Strauss hijo, Josef Strauss, Eduard Strauss, Josef Hellmesberger hijo, Carl Michael Ziehrer y Johann Strauss padre.