Concierto de la OBC: el encantamiento del oboe de Leleux

Concierto de la OBC: el encantamiento de un oboe
Lionel Bringuier

El programa tercero de la OBC (Orquesta de Barcelona) en el Auditori de esta nueva temporada tuvo un carácter eminentemente francés en su repertorio y en sus intérpretes sobresaliendo la batuta de Lionel Bringuier y el oboe de François Leleux.

Con un lleno casi absoluto este tercer concierto de la temporada de la OBC se abrió con la inspiración francesa de un joven Ravel de venticuatro años que ya apuntaba maneras de gran orquestador en su Overture de féerie “Shéhérezade” estrenada en 1899 y que ha sido primera audición para esta orquesta.

Siguiendo la huella del poema musical homónimo de Rimski-Kórsakov esta obra de menor duración concentra a través del juego de texturas y de la exploración de combinaciones tímbricas el perfume de los topi orientales tamizados por la Francia de entre siglos.

Con una interpretación expresiva y rica de matices la batuta del joven director francés Lionel Bringuier nos condujo hasta las sutilezas de un harem o hasta las irascibles aguas de una tempestad marina con una interpretación fantástica de la sección de cuerda de la orquesta.

La segunda parte del concierto tuvo una sola pieza, la versión instrumental del ballet “El Pájaro de fuego donde nuevamente se demostró el buen nivel de la OBC en cada uno de sus solistas y secciones, sobresaliendo los solistas de fagot, flauta y flautín, trompeta y trompa, así como el clarinete y la celesta.

Fue una versión generosa en dinámicas y con fuerza en los momentos de más dramatismo y ligereza y liviandad en otros, destacando el crecendo final que hizo explotar los aplausos y tensión contenidos en los más de cuarenta minutos que dura este ballet de Stravinsky.

François Leleux
François Leleux

Pero sin duda la ovación más grande del concierto la provocó la perfección técnica y la gran musicalidad del oboísta solista François Leleux que ofreció una versión impecable del Concierto para oboe y orquesta en Do mayor Kv 314.

Es de agradecer que en medio de la avalancha de conciertos programados para piano, violín y celo de vez en cuando se cuele otro instrumento solista más discreto y de una literatura concertística menor como es el oboe.

El reconvertido segundo concierto de flauta en Re mayor en la versión para oboe es todavía más extraño de escuchar con lo que el agradecimiento es mayor, pero llega a triple si el solista tiene la calidad de Leleux que supo emocionarnos con el adagio jugando a ese doble juego mozartiano entre religiosidad mística y erotismo, para pasar en los movimientos extremos a la parte más extrovertida y cachonda del genio salzburgués donde la belleza se llena de guiños humorísticos en cada repetición del tema del rondó final.

Ante la insistencia del público el oboísta se marco una pieza del Orfeo de Gluck que relajó toda la excitación de la primera parte del concierto.

Una nueva ocasión para conocer nuevo repertorio, nuevo director y un gran solista, profesional con su instrumento y con carisma con el público.

Confiemos en ver a director y solista en próximas citas musicales

Robert Benito

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