El pasado sábado 25 de octubre, en la iglesia dominicana de Poznan, tenía lugar el concierto ofrecido por L’Autunno Chamber Orchestra –agrupación de jóvenes músicos creada por el director de orquesta Adam Banaszak– junto con el Adam Mickiewicz University Choir, en el marco del Nostalgia Festival de Poznan. Se trata de un festival que se celebra cada año en Polonia, un espacio para la reflexión alrededor de temas y pueblos en el mundo a través de la música.
El concierto se celebraba como un homenaje, un momento para evocar a través de la música el sufrimiento de tantos miles de personas en situaciones de guerra, refugiados y víctimas del terrorismo y genocidios. Por este motivo, el repertorio fue especialmente escogido para evocar en los asistentes una sensación de desasosiego.
La noche arrancó con las pieza por Elliott Carter, Sound Fields y Tempo e Tempi, profesionalmente interpretadas al cello, violín, oboe, clarinete y soprano. Tanto la concertino Maria Nowak-Walbrodt como la soprano Maria Rozynek estuvieron brillantes en estas dos piezas completamente atonales que se caracterizan por su desafío técnico.
Y por último, arrancó el Requiem de Tigran Mansurian, una obra que desde sobrecoge desde las primeras notas. Réquiem es una obra dedicada a la memoria de las víctimas del genocidio de un millón y medio de personas cometido por Turquía sobre el pueblo armenio entre 1915 y 1917, un horror del cual si bien hace ya casi un siglo, continúa dejando una huella aún palpable en Armenia.
Interpretada solo con una orquesta de cámara de cuerda, la música de los violines, cellos, violas y contrabajos tensaba profundamente la atmósfera, creando un clima de desasosiego de fondo terriblemente dramático y desalentador, en ocasiones aterrador, casi recordando a los golpes de arco de un Psicosis contemporáneo. Tras la apertura se sumó el coro de hombres y mujeres, de voces bien empastadas y correctísimamente dirigidos por Banaszak, antiguo director del Teatro Muzyczny de Poznan y que ha trabajado con solistas como José Carreras, Montserrat Caballé o Plácido Domingo.
En definitiva, una interpretación dedicada al recuerdo, que tanto Banaszak, como el coro y la orquesta interpretaron de manera muy sentida. El propio Tigran Mansurian, presente en el concierto, se declaró sobrecogido por la interpretación. Una obra realmente para escuchar y conocer.
Eva Represa