Regreso a los orígenes
Ciclo Sinfónico. Orquesta Nacional de España. Giovanni Antonini. Mojca Erdmann.
Auditorio Nacional de Música. Madrid. 23 de mayo de 2014.
Parece un hecho inverosímil, en los tiempos que corren que un joven de dieciocho años componga una sinfonía, una buena. Me pregunto si en el momento que Arriaga compuso su Sinfonía en re “A gran orquesta” se imaginaba que casi doscientos años más tarde se estaría interpretando en la gran sala del Auditorio Nacional. Los músicos de la ONE que recuperaron la música de esta partitura lo hicieron con respeto y admiración. Antonini, a su vez, demostró un profundo cariño por esta partitura pues la dirigió con sumo cuidado y precisión.
Otro genio precoz y de muerte prematura, el inconmensurable Mozart, invadió manifiestamente la sala sinfónica, primero con Ah, lo prevedi!, y segundo con Tiger! Wetze nur die Klauen, dos arias dramáticas representadas por Mojca Erdmann, quien demostró seguridad y proyección vocal en el registro agudo manteniendo el estilo musical mozartiano y aportando una gentil pero contundente interpretación. La ONE no se quedó atrás, acompañó a la soprano con la transparencia y sutileza que la composición y el director demandaron.
Tras una primera parte espectacular e intensa solamente el peculiar temperamento de Beethoven y su idolatrada Séptima Sinfonía podían empujar al público un peldaño más allá. Giovanni Antonini arrojó toda su naturaleza pasional en la dirección de esta obra cumbre de la literatura musical occidental, hasta tal punto que pudimos escucharle canturrear algunos compases. La sección de cuerda de la orquesta desempeñó un papel impecable en la ejecución de la pieza, aunque lamentablemente alguno de los momentos más prodigiosos fueron malogrados por el viento, pues interrumpieron agresivamente la masa empastada del resto de la formación. No obstante, el resultado global no fue en absoluto arruinado.
Las preferencias del oyente generalmente ya llegan a la butaca muy desarrolladas al tratarse de una obra tan conocida, lo que provoca discrepancias en cuanto a la elección de la interpretación. Por otro lado, el músico está ávido de nuevas melodías que refresquen su motivación y ciertas obras ya no le suponen una estimulación para salir al escenario. Pero, ¿y si en lugar de suponer una avenencia constituyera un desafío?
Esther Viñuela Lozano