Entre las partituras de Johann Sebastian Bach más difundidas en la actualidad están los Six concerts avec plusiers instruments (Seis conciertos con varios instrumentos), más conocidos como Conciertos de Brandeburgo. Con ellos el compositor sajón buscaba agradar a su destinatario, el Margrave Christian Ludwig de Brandenburgo, y también explorar las capacidades sonoras de los instrumentos con los que contaba en la Corte de Cothen. En estos seis conciertos la variedad expresiva es una muestra de la extraordinaria capacidad de inventiva del compositor. Esta idea queda muy clara al escucharlos en una ejecución en directo como lo presentó esta noche la agrupación francesa Café Zimmermann, en “desorden”, iniciando por el número 4, seguido de los números 6, 1, 5, 3 y finalizando por el número 2. De esta manera veíamos como el orgánico de la agrupación creía o decrecía, por ejemplo de los catorce músicos en el No. 1 al solo siete en el concierto que le seguía (el No. 6), para volver a crecer a dieciocho maestros con el siguiente concierto (el No. 1). Las posiciones de los instrumentistas en el escenario variaba y la calidad interpretativa también. Conciertos de Brandeburgo, con el sello Café Zimmermann
Café Zimmermann ahondó en la dulzura en el No. 5 y fue la tónica general en la interpretación de todos ellos, aunque las asperezas en las trompas al inicio del No. 1 deslucieron el más bombástico de los conciertos. Céline Frisch, desde el clave, brilla por la claridad en la construcción del todo a partir de su instrumento. En esta ocasión los violinistas Manfredo Kraemer y Mauro Lopes Ferreira fungieron como concertinos en 3 conciertos cada uno, ambos con excelentes resultados. Las piezas son un manjar y Café Zimmermann, dedicados desde su fundación hace más de 20 años a la música de Bach y con un sello propio reconocible, disfruta y hace disfrutar al público al interpretarlas. Se crece, suavemente, hasta el final. El público correspondió con una salva de entusiastas aplausos. La integral de los Conciertos de Brandemburgo en el día Europeo de la Música Antigua fue el mejor regalo que pudo darnos, en las actuales circunstancias de pandemia, el Centro Nacional de Difusión Musical.
Federico Figueroa