Correcto Falstaff en Bogotá

Falstaff en Bogotá
Falstaff en Bogotá

Falstaff es quizá es la obra más compleja de Verdi, confluencia de todo su bagaje vital. Un auténtico tour de force para los involucrados en ponerla sobre la escena. El personaje epónimo es un caramelo para todo barítono y el colombiano Valeriano Lanchas, un cantante con una destacada carrera internacional, vino a casa a debutar el personaje. La potencia y calidad de su voz, matizada aquí y allá para degustar el plato gourmet puesto en su paladar, promete que llegará a ser un buen Falstaff en un medio plazo. En esta segunda función ofrecida en coproducción por el Teatro Mayor y la Ópera de Colombia, estuvo correcto, con luces y sombras a lo largo de la representación. Los varones que le acompañaron en esta aventura fueron el barítono uruguayo Darío Solari. Su instrumento parece demasiado lírico para el personaje de Ford, sabiendo redondear al personaje con su buen hacer actoral. Una voz fresca para Fenton, el joven enamorado de Nanetta, ofreció el tenor Pablo Martínez, bien dibujado en el plano escénico y aseado en el vocal. El veterano Raúl Giménez inyectó vis cómica a sus mermadas facultades canoras para ofrecernos un chillón Dr. Cajus, sin que esto se lea como un demérito en el conjunto del dibujo de su personaje. Brillantes en su quehacer la pareja formada por Humberto Ayerbe (Bardolfo) y Savio Sperandio (Pistola). Como contraparte a ellos, en el equipo femenino se contó con la soprano venezolana Mariana Ortiz como Alice Ford, personaje que no le plantea problema alguno porque se aviene perfectamente a su voz como a su presencia escénica. Su instrumento canoro es denso, amplio, flexible y con un color muy atractivo. La mezzosoprano brasileña Kismara Pessatti construyó una Mrs. Quickly muy musical, correcta y hasta brillante en ocasiones, mostrando “muchas tablas” en su desenvolvimiento escénico. Como Mrs. Meg la también mezzosoprano Luisa Francesconi mostró su gran versatilidad, sabiendo encontrar diversos colores e inflexiones para resultar convincente. La soprano argentina Oriana Favaro no dotó de visos juveniles a Nanetta, resultando un personaje un tanto plano dentro de una una correcta prestancia vocal. La dirección musical de Rodolfo Fischer fue de menos a más, sacando el mayor provecho posible a la aplicada Orquesta Sinfónica Juvenil de Bogotá y a los miembros del Coro de la Ópera de Colombia. Atento al sonido del foso y de los solistas para que el delicado engranaje funcionara con precisión, a la par de la puesta en escena firmada por Alejandro Chacón. La dirección de actores se notó realizada con mimo, sobre todo el movimiento de las féminas. La enorme escenografía giratoria diseñada por Sergio Loro aportó espacios funcionales e inscritos dentro de la obra. El estupendo vestuario (Adán Martínez) y un cuidado diseño de iluminación (Jheison Castillo) remataron con primor una propuesta escénica bien acogida por el público que aplaudió con a todos los solistas y al director musical con entusiasmo.   

Federico Figueroa