Così fan tutte. Auditorio de Tenerife Adán Martín.

Carlo Goldstein es un joven maestro apasionado por Mozart. Este jueves 24 levantará su batuta por primera vez en la Isla para dirigir a los dos repartos de la ópera Così fan tutte, de Mozart, en el Auditorio de Tenerife Adán Martín. Esta producción canaria cierra Ópera Estudio, academia de perfeccionamiento que durante dos meses ha trabajado con 12 cantantes internacionales que subirán a escena una comedia en la que la risa se mezcla con el llanto.

-Dirige la ópera conocida como la comedia perfecta. ¿Qué supone marcar el ritmo de Così fan tutte?

-Sí, es una comedia perfecta. En la historia del teatro antiguo los cambios de pareja son muy populares pero como éste nunca se ha contado. Es original, complejo y humano en su veracidad, aunque es una ópera de más de 200 años la historia sigue siendo muy actual. En estos cambios de pareja se ríe, se sufre y se llora. Los hombres son complicados, los afectos son complicados y sentimos muchas emociones pero nunca una a la vez y esto determina la complicación, la originalidad de esta comedia que es perfecta porque no sólo se ríe.

-¿Cómo se refleja este abanico de emociones en la música?

-La relación entre Lorenzo da Ponte, el poeta, y Mozart es muy especial. Mozart siempre había querido contar con da Ponte pero tenía miedo de que no quisiera porque el libretista era muy famoso y no se sabe muy bien cuál fue la relación, cuánto colaboraban ni cómo. El resultado es un milagro de la historia del teatro. El libro es muy sutil, refinado, la música coge y refleja todos los pequeños matices que da Ponte quería enfatizar, no se pierde nada con la música de Mozart. La música es más, añade otros significados más.

-¿Qué significa para usted dirigir esta ópera y hacerlo con la Orquesta Sinfónica de Tenerife?

-No es la primera vez que la dirijo y con la orquesta he encontrado una excelente relación desde el principio. Como toda la música de Mozart es muy complicada desde el punta de vista técnico, además de los problemas técnicos que siempre ha habido en la música del período del siglo XVIII hay también esta levedad, esta ligereza del estilo de Mozart.

-En esta ópera dirige a los 12 cantantes de Ópera Estudio, una academia que ha reunido a jóvenes en la Isla durante dos meses. ¿Qué le parece esta iniciativa y qué supone trabajar con dos repartos diferentes?

-Hice más Óperas Estudio en Europa y he de decir que una Ópera Estudio como ésta, tan organizada con audiciones internacionales, con chicos que llegan de países todo el mundo, que están dos meses en un gran teatro con una orquesta con un ópera muy difícil es ambicioso, es muy especial. También el director de escena ha tenido que relacionarse con dos grupos con personalidades, con voces y caracteres diferentes no digo que sea otro espectáculo pero sí un poco diferente. No hay dos voces iguales en el mundo, el director tiene que saber muy bien lo que no quiere y después tienes que estar abierto a las diferencias a lo que cada voz puede ofrecer. Al final, un fracaso de un cantante es el fracaso de un director. Si un cantante no se siente cómodo y libre, tampoco un director.

-¿Cuáles son esas cosas que no quiere en escena?

-La música de Mozart aparentemente es ligera, pero esconde un gran complejidad psicológica. La superficialidad es la primera cosa que es peligrosa en la música de Mozart, siendo tan aparentemente sencilla pero al mismo tiempo tan profunda, la superficialidad musical y los intérpretes superficiales son los primeros que no tienen que acercarse a esta ópera. Si el personaje no está claro en la cabeza, el alma no será realizada nunca correctamente, ni con la voz, ni con el cuerpo.

-Una de las premisas para los cantantes de Ópera Estudio era no superar los 32 años. ¿Es complicado el mundo de la ópera para las nuevas voces?

-A pesar de esta crisis el trabajo del músico siempre ha estado muy complicado, no sólo ahora. Quiero creer que los verdaderos talentos pueden desvelarse. Desde este programa he visto un cambio en los 12 cantantes, una maduración han logrado conquistar la confianza y la seguridad porque al final uno aprende a hacer ese trabajo sólo estando en el escenario que es la escuela más importante.

-La obra va sobre la fidelidad, ¿cómo se refleja esa lealtad en la música? ¿Es fiel a algún autor?

-Como intérprete soy fiel al compositor que dirijo en el momento, risas. La música de Mozart más que fiel es una conexión empática con todos los acontecimientos de la historia hasta los más complicados, más contradictorios, más raros. Siempre la música es flexible, se adapta y refleja el perfil psicológico. En el primer acto cuando los hombres dicen de mentira que se van a la guerra y las chicas no lo saben el sufrimiento que ellas sienten es auténtico y la música de Mozart que describe esta situación es dramática, auténtica, profunda, de ahí la complejidad, vemos la broma pero la música nos cuenta una situación de sufrimiento, porque es verdadero en ese momento, aunque sea fruto de un engaño.

-Usted es un joven director que trabaja con cantantes jóvenes, pero aún la gente sigue comparando la ópera con un género para mayores y para entendidos.

-Muchas personas no vienen al teatro porque tienen miedo por una serie de motivos equivocados, se piensan que es un género sofisticado cuando la ópera es el género popular por antonomasia. Se piensa que el teatro pertenece a una élite cuando la arquitectura del auditorio llama a la igualdad de todas las personas. Se piensa que es complicada pero están equivocados, hasta un niño que viene a a la ópera disfruta, aunque no lo entiende todo lo que entiende es la verdad. Yo vi la primera vez Così fan tutte cuando tenía 10 años, y me puse a llorar, era hermosa, la belleza del canto, la ropa, no sé…