Cosí fan tutte. Mozart. Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo. Valencia

Sería ilógico exigir el mismo nivel a los cantantes profesionales que a aquellos cuya formación todavía se está completando, como sucede con los integrantes del Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo. Pero también es cierto que, cuando se abren al público las puertas de la sala, son exigibles unos mínimos de calidad que preserven el legado de los grandes compositores. Se trataba, en este caso, de Mozart y su Così fan tutte, representada estos días en el teatro de cámara del Palau de les Arts. Es esta una obra que une a la dificultad de las arias (Come scoglio de Fiordeligi es el ejemplo más conocido) la abundancia y complejidad de los números de conjunto. En estos se requiere un ajuste y empaste perfecto entre los participantes, además de una gran finura en la plasmación de los controvertidos sentimientos de los protagonistas.

Al comenzar la representación se anunció que Marina Pinchuk cantaría a pesar de encontrarse indispuesta, pero lo cierto es que apenas se la oyó, con lo cual no solo perjudicó a su personaje, sino a los dúos, tríos y concertantes en los que participaba, que quedaron totalmente cojos. Por suerte, tras el descanso, María Kosenkova asumió su parte en lo vocal, desde un ángulo, mientras Pinchuk siguió encarnando, en la escena, a Dorabella. Kosenkova asumió con gran dignidad la sustitución, y todo el edificio pareció enderezarse un poco a lo largo del segundo acto.

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