Crítica: «Don Pasquale» en el Festival Napa Valley

Por Carlos J. López Rayward

El Festival Napa Valley de California se cierra con una divertidísima versión de Don Pasquale de Gaetano Donizetti. Luchas Meachem (Don Pasquale) y Serena Sáenz (Norina) son los protagonistas y mayores triunfadores de la ópera, que contó también con el barítono Alexey Lavrov (Malatesta) y el tenor Thomas Cilluffo (Ernesto), que sustituyó a Xabier Anduaga, quien tuvo que cancelar por motivos de salud.

Alexey Lavrov, Lucas Meachem, Serena Saenz and Thomas Cilluffo (Photo - Drew Altizer)
Alexey Lavrov, Lucas Meachem, Serena Saenz y Thomas Cilluffo (Photo – Drew Altizer)

A mediados del siglo XIX la ópera italiana hacía furor en Europa, y compositores como Getano Donizetti se afanaban en componer óperas que entretuvieran a una creciente clase media que llenaba los teatros de ópera, centros indiscutibles del entretenimiento y el arte. Muchas de esas obras han seguido representándose hasta nuestros días, navegando las aguas del tiempo y el espacio a bordo de la nave del belcanto.

Es el proceso que convierte ciertas obras en universales, patrimonio de todos, más allá de su epigénesis. Y es lo que explica que la afición americana que acudió a los viñedos de Charles Krug en California haya podido disfrutar con tanta naturalidad de la música de Donizetti.

La producción de la ópera, que llega al festival de la mano de la Maria Manetti Shrem Opera, está firmada for el director artístico y empresario operístico francés Jean-Romain Vesperini quien sitúa la acción en la Miami de los años 90, con una estética tipo Miami Vice, alejada por tanto de la elegancia de los señoriales viñedos de Napa, pero cercanos por cuanto la tarde en Napa Valley se presentó tórrida y húmeda. La escenografía descansó eminentemente sobre los vídeos proyectados en una enorme pantalla que cubría todo el escenario. Así, pudimos ver a Don Pasquale jugando al golf, o saltado de un helicóptero en paracaídas después de sobrevolar los humedales de Florida, infestados de cocodrilos digitales; también pudimos ver a Norina en el gimnasio con todo lujo de pesas y máquinas, o paseando por Miami Beach junto a Ernesto.

Lucas Meachem y Serena Saenz en Don Pasquale (Photo - Drew Altizer)
Lucas Meachem y Serena Saenz en Don Pasquale (Photo – Drew Altizer)

El director de orquesta Noah Lindquist, asistente en la Lyric Opera de Chicago, sudó la gota gorda al frente a la orquesta del festival, e hizo un buen trabajo llevando el pulso de la comedia sin desfallecer, si bien en ocasiones estuvo algo más lento de la cuenta, restando efectividad a algunas escenas. Su conexión con los cantantes fue plena, y se mostró magnánimo con los músicos, habida cuenta de las difíciles condiciones.

El barítono de Nueva York, Lucas Meachem, no decepcionó. Su Don Pasquale, que en esta puesta en escena es un empresario de Miami, machista y presumido, obsesionado con encontrar una esposa alejada de estereotipo de la mujer ligera y superficial, hizo al público reír con cada gesto, que el artista dosificaba con tino y sin saturar el personaje. En lo vocal, Meachem no tuvo ningún problema, se manejó con brillo en el canto silabato, e hizo gala de un centro limpio y bien formado.

La joven soprano española Serena Sáenz fue el centro de atención de la ópera. Con un personaje que evoluciona permanente pero que siempre parece guardas sus verdaderas intenciones, su Norina resultó lo más interesante de la velada. La microfonía le permitió ofrecer sin despeinarse su recital de notas sobreagudas, a la vez que moverse por el escenario con una energía casi sobrehumana, habida cuenta del mortífero calor que bañaba todo el valle de Napa.

Alexey Lavrov, Thomas Cilluffo y Serena Saenz en Don Pasquale (Photo - Drew Altizer)
Alexey Lavrov, Thomas Cilluffo y Serena Saenz en Don Pasquale (Photo – Drew Altizer)

El papel de Malatesta corrió a cargo del barítono ruso Alexey Lavrov, contraparte ideal al arrollador Don Pasquale de Meachem, y convertido aquí en un mafiosete de medio pelo, intrigante y divertido, sin demasiadas pretensiones. El artista sirvió su parte con un éxito apreciable que fue justamente premiado por el público.

El tenor americano Thomas Cilluffo debutaba en el papel de Ernesto. Pese al poco tiempo para ensayar, demostró una enorme compenetración con el resto de artistas, y destacó por un elegante y cuidado canto legato. Aunque tuvo problemas en las partes más peliagudas de la tesitura, no en vano Ernesto es uno de los papeles más desafiantes para un lírico ligero, Cilluffo dejó muy buen sabor de boca, en un estreno que podemos considerar como exitoso.

El Festival Napa Valley no tiene la historia de otros festivales americanos, pero continúa creciendo cada año, con una apuesta inteligente por cantantes consolidados y otros jóvenes con gran proyección. Su impacto llega mucho más allá de estas representaciones de ópera, con un programa de formación a jóvenes músicos locales y una extensa programación que leva la música culta y de calidad a todos los rincones del valle. El Festival contribuye así a responder a la necesidad de música culta tanto de los habitantes del valle como de sus visitantes, y consigue unir a todos en un espacio cultural que permite a Napa y Sonoma abrirse al mundo más allá del vino y la gastronomía.

No nos sorprende la presencia de la ópera en el idílico paisaje vinícola del norte de California, como no sorprende el éxito de estos artistas, ni el crecimiento de un certamen que no para en su camino ascendente y que seguirá anegando estos viñedos con ríos de la mejor música.

OW


Charles Krug Winery, a 22 de julio de 2023. Don Pasquale, ópera buffa en tres actos con música de Gaetano Donizetti y libreto de Giovanni Ruffini y el propio compositor.

Dirección Musical: Noah Lindquist. Dirección de escena: Jean-Romain Vesperini. Orquesta de la Manetti Shrem Opera. Reparto: Serena Sáenz, Lucas Meachem, Alexey Lavrov, Thomas Cilluffo.