En la víspera de Nochebuena, la Stern Auditorium del Carnegie Hall fue testigo de la 150ª interpretación consecutiva del Messiah de Händel por la Oratorio Society en New York. El evento, junto a The Rockettes en el Radio City Music Hall, el ballet del Cascanueces de New York City Ballet, o la Flauta Mágica del Met, es un clásico de la temporada navideña en Nueva York.
En esta histórica ocasión, la obra maestra de Handel volvió a brillar con una interpretación que unió la excelencia técnica de los intérpretes a la inspiración del director Kent Tritle, en una tarde digna de su ilustre tradición.
Kent Tritle: la inspiración del veterano
El maestro Kent Tritle, director artístico de la Oratorio Society y figura central en la música coral estadounidense, condujo la obra con asertividad y seguridad, demostrando un profundo entendimiento del estilo barroco. Tritle, conocido por su habilidad para revelar las capas emocionales de las obras más complejas, tejió una narrativa que fluía entre la solemnidad y la exaltación. Su dirección permitió que cada sección, desde la orquesta hasta el coro, brillara en su máximo esplendor.
La orquesta de la Oratorio Society, superada en número por el amplio coro, estuvo a la altura, con espléndidas intervenciones del concertino Edson Scheid de Andrade, Maximilian Morel a la trompeta y Andrew Henderson en el órgano.
Solistas de la nueva generación: un cuarteto entregado y generoso
La soprano australiana Nola Richardson, con un bagaje importante pese a su juventud, que incluye colaboraciones con el Philharmonia Baroque Orchestra y el American Bach Soloists, aportó una claridad cristalina y una gran sensibilidad. En su interpretación de «Rejoice greatly», demostró su destreza técnica, con ornamentaciones ágiles, si bien su fraseo resultó poco refinado y desconexo del texto. Sus intervenciones fueron creciendo en calidad en interés, culminando en una versión deliciosa de «I know that my Redeemer liveth» un momento de enorme lirismo y excepcional inspiración, que capturó la esencia de la devoción que expresa el texto.
El joven contratenor Aryeh Nussbaum Cohen, considerado una de las voces más interesantes de su generación, aportó una buena dosis de profundidad emocional a su interpretación. Con una carrera que incluye su premiada participación en el Houston Grand Opera y su exitoso debut en el papel titular de Giulio Cesare de Handel en el Festival de Glyndebourne, Cohen se apropió de «He was despised» con una intervención elegante y atractiva, muy convincente. Su gran belleza tímbrica, el control del legato y su capacidad para colorear la línea hicieron que saliera al paso de un registro bajo algo hueco y que sus intervenciones fueran notables.
Joshua Blue, tenor británico-estadounidense de incipiente carrera, destacó por su valiente línea vocal y su musicalidad expansiva. Su «Comfort ye», entregado de manera natural y desinhibida, casi fuera de estilo, llegó al público un tanto desdibujado. En «Every valley», demostró gran claridad técnica, pese a que la línea sonaba algo cargada en la nariz. El timbre metálico del tenor y su energía interpretativa estimularon al público en sus páginas. Blue tiene camino por delante, y su presentación en este Messiah anticipa buenas cosas por llegar.
El joven bajo-barítono Joseph Parrish, también un cantante de carrera incipiente y prometedora, mostró una voz rica y autoritaria, aunque aún en desarrollo. En «The trumpet shall sound», su interacción con el trompetista Maximilian Morel fue una feliz conversación musical, en la que Morel se llevó la mayor atención. Parrish demostró un talento notable para dibujar líneas de marcado lirismo y homogeneidad tímbrica, si bien no tuvo la flexibilidad requerida en las agilidades. No obstante, la juvenil claridad de su línea de canto, en combinación con una emisión clara y musical, hacen de Parrish una voz a seguir.
El coro: un legado vivo
El coro de la Oratorio Society of New York, compuesto por más de 200 voces, fue la columna vertebral de la velada. Bajo la dirección de Tritle, ofrecieron un «And the glory of the Lord» lleno de energía y un «Worthy is the Lamb» que cerró la noche con una grandiosidad apoteósica. Su «Hallelujah», impecable en articulación y dinámica, fue el momento más emotivo, con un público puesto en pie como manda la tradición y que apenas contenía las ganas de unirse al canto.
Al final de la página, varios espectadores se apresuraron a salir del auditorio, ante lo que el maestro Kent Tritle repondió socarrón, ¨esperen, esperen, lo mejor está por llegar¨. El divertido comentario fue celebrado por el público del Carnegie Hall que, en efecto, disfrutó plenamente de la tercera parte del oratorio, culminada por un «Amen» monumental.
Una tradición renovada
Esta interpretación número 150 no solo reafirmó la relevancia del Messiah en el calendario cultural de Nueva York, sino que también celebró la capacidad de la música para trascender el tiempo y las generaciones. Tras tantas décadas interpretando la misma obra, es legítimo preguntarse sobre el sentido tradicional de la reproducción de la misma música un año tras otro.
El Messiah de Handel, con su historia de fe y redención, es la obra perfecta para celebrar el misterio del arte, que aporta luz en la oscuridad de un mundo incierto, y renueva el vínculo que une a la humanidad de toda época en su anhelo de eternidad. Los solistas, el coro y la orquesta del Oratorio Society of New York, bajo la experta dirección de Kent Tritle, lograron un equilibrio perfecto entre lo íntimo y lo monumental, la veteranía y la ilusión de la juventud, haciendo de este histórico aniversario un concierto sobresaliente.
Carnegie Hall de Nueva York, a 23 de diciembre de 2024. Messiah, oratorio en inglés de Georg Friedrich Händel, con un texto bíblico recopilado por Charles Jennens.
Orquesta y Coro Oratorio Society of New York. Dirección Musical: Kent Tritle. Nola Richardson (soprano), Aryeh Nussbaum Cohen (contratenor), Joshua Blue (tenor), Joseph Parrish (barítono).