Crítica: Abdiel Vázquez presenta su recital de piano “Carnaval” en el Carnegie Hall

Por Carlos J. López Rayward

Brillantez, sensibilidad y mestizaje: Abdiel Vázquez conquista Carnegie Hall con su “Carnaval”

Pocos recitales alcanzan la rara alquimia de lo íntimo y lo monumental. En su esperado regreso al Carnegie Hall, el pianista y director de orquesta mexicano Abdiel Vázquez lo consiguió con “Carnaval – Una celebración musical de Bach a Bernstein y más allá”, un recorrido generoso y ambicioso que unió cinco siglos de música en un programa en el que el pianista celebró su arte junto al público de Nueva York. El resultado fue un catálogo variado de pequeñas joyas sonoras, servidas con elegancia, intención, y el encanto natural de un intérprete entregado.

Abdiel Vázquez en el Weil Recital Hall de Nueva York.
Abdiel Vázquez en el Weil Recital Hall de Nueva York.

Desde la icónica Tocata y fuga en re menor BWV 565 de Bach, Vázquez impuso su sello: control absoluto, pasión encendida y un admirable sentido del espíritu. La obra —más asociada al órgano— encontró bajo sus dedos una nueva vida: la claridad de las voces y la fuerza tectónica de su arquitectura se tradujeron con una lógica pianística que nunca sacrificó su esencia barroca.

Siguió el Carnaval de Robert Schumann, donde el pianista mexicano se movió con soltura por ese carnaval de máscaras y dobleces románticos. Hubo vértigo en Arlequín, una deliciosa nostalgia en Valse noble, sensibilidad lírica en Papillons y elegancia en el modelado de Reconnaissance, cuya sonoridad acarició al oyente con cálida ternura. El Paganini, tan expuesto como traicionero, fue resuelto con un virtuosismo sobrio y eficaz, más al servicio de la música que del propio lucimiento, mientras que la marcha final, con su agógica festiva, cerró el catálogo de manera graciosa y brillante.

Tras el intermedio, el programa se centró en la música de las Américas. Fue en la Suite from West Side Story de Leonard Bernstein, en arreglo propio sobre la transcripción para dos pianos de John Musto, donde Vázquez reveló su dimensión de artista total. Acompañado por un pequeño set de percusiones que él mismo diseñó e integró con audacia, dirigió desde el piano con una gestualidad discreta pero elocuente, subrayando con acento dramático cada giro de la partitura. El Mambo fue un festín de ritmo y sabor; la Cool fugue, sonó sensual y callejera; Somewhere, fue declamada con encanto y emoción genuinas. La energía vibrante de un Nueva York latino, mestizo y moderno palpitó con fuerza en el teclado, proyectando una verdad escénica que conectó desde el inicio con el público. Abdiel Vázquez pudo así mostrar su caleidoscópica identidad artística de mexicano internacional, de neoyorquino del Upper West.

Abdiel Vázquez en el Weil Recital Hall de Nueva York.
Abdiel Vázquez en el Weil Recital Hall de Nueva York.

La Sonata n.º 1 op. 22 de Ginastera puso a prueba la hondura estilística de nuestro intérprete. En el Presto misterioso hubo tensión controlada y un fraseo muy cuidado, y aunque el Adagio molto appassionato resultó quizá algo discursivo, Vázquez logró transmitir una atmósfera intensa y grave. El final Ruvido ed ostinato fue un auténtico tour de force: energía volcánica, ritmo implacable y conexión total con el público, en un derroche de entrega y solvencia.

Para cerrar, el Huapango de José Pablo Moncayo, en transcripción propia del pianista, servido por primera vez en los Estados Unidos, sonó como un estallido pasional: sangre, fuego y música. Vázquez supo encontrar el equilibrio entre el respeto al original y una brillante elaboración pianística que realzó su carácter popular sin desvirtuarlo.

Los bises —el tierno Adiós Nonino de Piazzolla, un arreglo de Gerardo González, y una incursión final en Porgy and Bess— fueron ofrecidos con hondura y contención, casi como susurros de agradecimiento al público. Vázquez vació el tarro de sus recursos con generosidad, dejando en la sala un perfume de emoción y gratitud que cristalizón en una merecida ovación.

Abdiel Vázquez en el Weil Recital Hall de Nueva York.
Abdiel Vázquez en el Weil Recital Hall de Nueva York.

Vázquez ha sido recientemente nombrado Director Musical Asistente de la Ópera de Bellas Artes en Cuidad de México. Recitales como este nos acercan al alma del artista de una manera singular, y nos abre una puerta privilegiada a una carrera musical ascencente.

Este éxito en Nueva York confirma el lugar privilegiado que ocupa Abdiel Vázquez entre los pianistas más relevantes de su generación: por la riqueza de su visión, por su compromiso con la música hispanoamericana, y por su capacidad para tender puentes entre mundos, estilos y culturas. Un Carnaval personal y comprometido que no pudo dejar mejor sabor de boca.