Crítica: «Acis y Galatea» de Literes en el Ciclo Universo Barroco del CNDM

Crítica: «Acis y Galatea» Literes Por Federico Figueroa

Antonio de Literes (Artà 1673 – Madrid 1747) es todavía un gran desconocido para el gran público, aunque la musicología historicista está restituyendo el valor de figuras como Literes en el panorama compositivo español. La zarzuela Acis y Galatea es un claro ejemplo del buen nivel artístico que España vivía a comienzos del siglo XVIII, en época de Felipe V. La zarzuela ya era entonces un género propio en el que se intercalan partes habladas con escenas musicales (arias, dúos, números de conjunto…), y en el que conviven ritmos y melodías de origen español con el cada vez más importante influjo italianizante que a lo largo de ese siglo fue acogiéndose en el seno de nuestra música como un símbolo de novedad. Estas zarzuelas eran espectáculos multidisciplinarios, donde la música y la palabra tenían la misma importancia. Salpicada de danzas y parafernalia escénica, una zarzuela en dos jornadas (lo que muchas veces se tomaba al pie de la letra, representándose la obra en dos días) era eso a lo que con tanta alharaca hoy llaman “espectáculo total”.  El ciclo «Universo Barroco» nos ha presentado en la sala de cámara del Auditorio Nacional de Madrid una versión de concierto de esta zarzuela de la primera década del Siglo XVIII. Crítica: «Acis y Galatea» Literes

Un momento de "Acis y Galatea" en el Auditorio Nacional de Madrid Foto: © Elvira Megías / CNDM
Un momento de «Acis y Galatea» en el Auditorio Nacional de Madrid Foto: © Elvira Megías / CNDM

Acercarse hoy a estas obras, en una sociedad tan diferente, no es tarea fácil. Hay que hacer dramaturgia para hacerla “presentable” ante el público del siglo XXI. Y así lo ha hecho Ignacio García con Acis y Galatea, estrenada en el Real Coliseo del Buen Retiro de Madrid en 1708, podando algunos personajes secundarios (Doris y Tíndaro, entre otros) y convirtiendo a Polifemo en narrador y actor para dotar de un hilo conductor más sólido a la obra. Debo añadir que esta obra fue una de las más populares de las zarzuelas barrocas de su tiempo. Tras el estreno, para festejar el vigésimo quinto cumpleaños de Felipe V, la pieza se representó en los teatros públicos madrileños en 1710 y tuvo reposiciones por lo menos a lo largo de cinco años, hasta 1727.  Parece que también se representó en Valencia y en Lisboa.

La partitura es un tesoro musical, con momentos especialmente brillantes como la conocida “Confiado jilguerillo … Si de rama en rama”, que interpreta Tisbe, en esta ocasión la soprano Élia Casanova, quien también cantó las partes de Glauco, todo con primor, muy buena voz y adecuación al estilo. Espléndidas la soprano Aurora Peña, como la diosa Galatea, y la mezzosoprano Lucía Caihuela como el pastor Acis, que hicieron las delicias del público. El barítono Víctor Cruz interpretó con la adecuada gallardía y vocalidad al gracioso Momo, un personaje arquetípico de las zarzuelas de la época. El actor Emilio Gavira fue el Polifemo, a veces un poco atropellado en las palabras, pero siempre dentro de una estupenda concepción del personaje. El violinista David Pinteño, al frente de un conjunto de seis instrumentistas, estuvo muy acertado en la elección de los tempi. Al frente de su ensemble (Concerto 1700) mostró el empaste y articulación apropiados para este repertorio. Ojalá y los teatros que reciben dinero público programen con mayor frecuencia este tipo de obras para enseñar al público que la zarzuela está con nosotros desde, por lo menos, la primera mitad del siglo XVII.

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23 de febrero de 2023, Madrid (Auditorio Nacional / Sala de cámara). Ciclo Universo Barroco del Centro Nacional de Música. Acis y Galatea  Zarzuela en dos jornadas.

Música: Antonio de Literes   Libreto: José de Cañizares    Versión de Ignacio García.

Concerto 1700   Dir. musical: David Pinteño

Solistas: Aurora Peña, Lucía Caihuela, Èlia Casanova Víctor Cruz, Emilio Gavira. Concerto 1700. Director y violín: Daniel Pinteño.

OW