La joven violonchelista estadounidense Alisa Weilerstein (Rochester, 1982) visitaba Madrid en este concierto de abono de la Orquesta Sinfónica de RTVE dirigido por la batuta invitada del maestro ucraniano Kirill Karabits (Kiev, 1976) para ofrecernos uno de los conciertos dentro del gran repertorio para su instrumento con el que prácticamente se está convirtiendo en una de las mayores especialistas a día de hoy, el de Edward Elgar. Recordemos su grabación discográfica de este concierto junto al de Elliott Carter con su especial mecenas musical Daniel Barenboim y la Staatskapelle de Berlín para el sello Decca.
Viendo y escuchando tocar a la chelista de Rochester se demuestra la profunda sensibilidad y delicadeza que transmite en pasajes como el íntimo Adagio central, donde los pianissimi de su instrumento de cuerda (cuya sonoridad es envolvente y sumamente cálida) parecen casi susurrar al oído del espectador. Sin embargo, su propuesta es más poética que incisiva, no se percibe ni demasiado enfática ni especialmente arrebatada en momentos como el Moderato inicial, aunque Weilerstein desgrana con suma habilidad y precisión el acusado virtuosismo del Allegro ma non troppo conclusivo, un discurso que a veces se percibe muy tenue, ora por la levedad de la digitación de la chelista, ora por la fusión con el torrente orquestal que expandía el maestro de Kiev, en cuyo acompañamiento optó por vivaces tempi. La propina de un fragmento de una de las suites para violonchelo solo de Bach con que obsequió Weilerstein al público corroboró la extrema concentración emocional que puede llegar a alcanzar la instrumentista hasta dejar prácticamente sin aliento al auditorio.
Y este fue un concierto en el que se ofrecía un estreno en España de una obra contemporánea del compositor conocido recientemente por su polémica ópera basada en la conejita Play Boy Anna Nicole (2011), el británico Mark-Anthony Turnage (Corringham, 1960). Scherzoid (2004) es una partitura claramente representativa de la personalidad musical de su autor. Su gran impulso rítmico se define por discontinuidades al estilo de Le sacre de Stravinsky, con unos usos instrumentales que recuerdan indefectiblemente al estilo paródico de Shostakovich. El oyente puede adivinar algo así como una estructura libre de un Scherzo tradicional, con un trío central en que se relaja la tensión acumulada durante la primera sección, cuya impresión sonora es la de un agitado viaje en barco por un océano embravecido. Aun así, es complejo definir en una primera escucha la configuración formal de la obra entre la amalgama de clusters, descensos y ascensos tonales, cambios cromáticos, etc. Los motivos musicales son en general tan anecdóticos como los propios sones jazzísticos del comienzo, una de sus máximas influencias. La instrumentación no escatima en metales y percusión.
Si la obra de Turnage miraba de forma leve, casi de soslayo a Shostakovich, el mismo compositor soviético monopolizaba la segunda parte de este concierto con la pieza sinfónica con la que, tras la audacia de su Cuarta, volvió felizmente a conseguir el éxito en la URSS y lo más importante, reconciliarse con el realismo musical oficial que propugnaba el régimen estalinista. El joven Karabits, mucho más expresivo en ademanes que en las obras anteriores, sirvió una Quinta de gran calado y profundidad intelectual, marmórea y musculada, notablemente conducida en progresiones y extrayendo un discurso orquestal equilibrado y de gran brillo tímbrico, destacando el cuidado empaste de la cuerda en el Largo, traducido en su conjunto como un movimiento de verdadero recogimiento emocional, una isla reflexiva entre la jocosidad, el dramatismo y la grandilocuencia circundantes.
16/01/2015. Teatro Monumental (Madrid). Orquesta Sinfónica de RTVE, Alisa Weilerstein (violonchelo), Kirill Karavits (director). Programa: Scherzoid (Turnage), Concierto para violonchelo en Mi menor Op. 64 (Elgar), Sinfonía número 5 en Re menor Op. 47 (Shostakovich)
Germán García Tomás @GermanGTomas