Crítica: «Apolo y Dafne» Dallas Por Bill Martin
¡Estaba en shock! Después de escuchar la interpretación de la zarzuela española Apolo y Dafne por la Orchestra of New Spain (ONS). Una obra con más de 318 años de antigüedad y que no se había representado en nuestros tiempos. Decidí asistir a la recepción en el vestíbulo superior del Moody Performance Hall y ahí pude transmitir mis parabienes y también frustraciones al Director Artístico de la ONS, así como a algunos de los cantantes y miembros del equipo artístico. Crítica: «Apolo y Dafne»
En primer lugar, la actuación fue sublime, la música hermosa, con una belleza que los intérpretes transmitían con ligereza, algo absolutamente irresistible. Toda la estética con la que fue tratada la obra coincidió con esa belleza casi etérea. No solo los instrumentos barrocos de la agrupación, excelentemente dirigida por Grover Wilkins transmitieron la música suavemente, las emociones y situaciones y, también, la seriedad de la historia. A diferencia de la ópera de años posteriores, en Apolo y Dafne ningún momento fue intenso o sofocante. La trama a través del libreto, cantado en español, se transmitía de manera dulce y cómoda, como si un amigo estuviera contando una historia muy interesante de manera personal. Crítica: «Apolo y Dafne»
Un telón interrumpido, como único creador del espacio escénico, era un encantador collage de imágenes fijas y videos proyectados, con momentos ocasionales en los que las imágenes de los cantantes en el escenario se reflejaban de manera creativa en las proyecciones. Las proyecciones fueron realizadas en preproducción por un diseñador en España (Antonio Bartolo) y mínimamente retocadas por el equipo creativo en el último minuto en Dallas, que las ensambló para que hicieran eco y sumaran a la representación. El vestuario, también diseñado por Bartolo, no era demasiado elaborado, sino que eran creaciones sutiles de una idea contemporánea del estilo griego clásico, a juego con la estética de la ópera. Crítica: «Apolo y Dafne»
La danza barroca temprana, ejecutada con sencillez y confianza por 3 bailarines, era una parte importante de la zarzuela.Esta fue una producción tan maravillosa, que salí de la sala lleno de placer y muy contento de haber podido estar en esta función. La audiencia era pequeña, o el Moody demasiado grande. Este tesoro de obra escénica musical, tuvo un público escaso pero emotivo. Los medios locales no estuvieron allí para ser testigos del logro extremadamente raro de ver una zarzuela de esa época en un escenario actual. La actitud de estos medios los considero un crimen cultural.
La narración teatral y visual de Apolo y Dafne estuvo bien servida por la propuesta escénica (la primera en tiempos modernos) comandada por Federico Figueroa. Al delicado espacio escénico creado con tiras de telas casi transparentes, se unió la fina coreografía de Jaime Puente y la certera iluminación de Scott Guenther. En el homogéneo equipo de cantantes descollaron las mezzosopranos Jenny Ivanovna (Amor), por la potencia y redondez vocal, y Susannah Woodruff (Dafne) con una emisión franca; el bello timbre de la soprano Kori Miller y la seguridad del tenor Eric Laine. Crítica: «Apolo y Dafne»
12 de mayo de 2023, Dallas (Moody Performance Hall) Apolo y Dafne Zarzuela en dos actos. Música: Sebastián Durón (primer acto) y Juan de Navas (segundo acto).
Dirección musical: Grover Wilkins Orchestra of New Spain Dirección escénica: Federico Figueroa Escenografía y vestuario: Antonio Bartolo Iluminación: Scott Guenther Coreografía: Jaime Puente
Solistas: Kori Miller, Susannah Woodruff, Jenny Ivanovna, Eric Laine, Megan Gackle, Laura Bray, William Derusha, Judith Rodriguez, Lara Days, Marie Stern y Nicholas Patys.
Bailarines: Jaime Puente, Hailey von Schlehenried y Fernando Hernández.