Crítica: ‘Carmen’ en el Gärtnerplatztheater de Múnich

Una ‘Carmen’ en tiempos de Franco Crítica Carmen Gärtnerplatztheater

Por Luc Roger

El director vienés Herbert Föttinger, que dirige el Theater in der Josefstadt de su ciudad natal, ya ha puesto en escena tres producciones en el Teatro de la Gärtnerplatz: Rigoletto, Don Giovanni y Werther. Ahora presenta una versión modificada de Carmen de Bizet, con nuevos diálogos escritos en colaboración con la libretista alemana Susanne Felicitas Wolf. La acción mítica de Carmen en el libreto de Henri Meilhac y Ludovic Halévy estaba ambientada en una España imaginaria de principios del siglo XIX y tenía tintes orientalistas. Föttinger y Wolf mantienen la localización de la acción, pero la desplazan en el tiempo: su Carmen se sitúa en los años 40 del siglo XX, en la época autoritaria de la España franquista, con su ideología conservadora nacional-católica y su arsenal de medidas para controlar el poder: partido único, tribunales especiales, una visión de la sociedad que separa los sexos, todo ello bien reflejado en el vestuario de Albert Mayerhofer, con un código de vestimenta que refleja la ideología dominante. Las obreras de la fábrica de tabaco llevan vestidos abotonados y las mujeres visten estrictas batas que parecen salidas directamente de la revista La moda y el hogar. Los soldados del cuartel, con sus camisas marrón claro, boinas verdes y pantalones con tirantes, sacan brillo frenéticamente a sus botas al comienzo de la ópera, y son castigados con una serie de flexiones si queda la más mínima mancha. Las botas tendrían una función simbólica en dicha España franquista, representando la masculinidad por excelencia. La puesta en escena es ciertamente coherente y entendemos su objetivo de arremeter contra la dictadura y de combatir el machismo, pero estas reivindicaciones corroen el lado onírico de la ópera y oscurecen su orientalismo. Crítica Carmen Gärtnerplatztheater

Sophie Rennert  (Carmen),  Lucian Krasznec  (Don José) © Markus Tordik / Gärtnerplatztheater  2024

Desde el principio, el José de la producción muniquesa es un marginado. Don José es vasco, y en la época de Franco los vascos eran sospechosos. 6.000 vascos perdieron la vida entre 1936 y 1944, y la represión continuó mucho después. La madre viuda de José siguió a su hijo a Andalucía. Reinaba el machismo. A su llegada, Micaela, que ha hecho un esfuerzo de elegancia para venir a visitar a Don José, casi es violada por los lascivos soldados, consiguiendo salvarse in extremis. La escenografía de Walter Vogelweider refleja la arquitectura depurada y racionalista del franquismo: altos arcos enmarcan el escenario, dividido a veces por un tabique con grandes ventanas cuadradas.  Durante el último acto, el escenario está desprovisto de mobiliario, salvo el reclinatorio sobre el que Escamillo viene a meditar. Las arcadas, iluminadas por las luces cambiantes de Michael Heidinger, representan la plaza de toros, donde la víctima sacrificial no es sólo el toro.

«L’amour n’a jamais jamais connu de loi (El amor nunca ha conocido la ley)», proclama Carmen, que dice amar la libertad y no querer ataduras. Pero, ¿hasta qué punto es realmente libre? Esta es la pregunta que Herbert Föttinger sitúa en el centro de su producción. El director sitúa las profundas relaciones psicológicas entre los legendarios personajes en el centro de su producción, exponiendo los hilos invisibles que unen inconscientemente a Carmen, Don José y Escamillo -pero también a Don José y Micaela- y los encadenan en el juego de las obsesiones. Intensos enredos emocionales, examinados a través de una lente teatral. Crítica Carmen Gärtnerplatztheater

Timos Sirlantzis (Escamillo) © Markus Tordik / Gärtnerplatztheater  2024

La orquesta dirigida por Rúben Dubrovsky transmitió la intensidad dramática de la música de Bizet sin grandes tensiones emocionales. El papel principal lo interpretó con talento la mezzosoprano austriaca Anna-Katharina Tonauer. Su Carmen amante de la libertad parecía indiferente, salvo en contados momentos, a las atenciones masculinas. Alexandros Tsigiolannis prestó su a su alta estatura y su corpulenta voz de tenor dramático al rol de José, difícil de interpretar por el carácter de víctima de este militar siempre desconfiado, movido por una fatídica pasión que acaba reduciéndolo a vil criminal, al apuñalar cobardemente por la espalda a la mujer que lo rechaza. Daniel Gutmann tiene el físico para el papel y la voz estentórea que tan bien le va al personaje de Escamillo: su atractivo y sonriente  rostro sumado a su cuerpo atlético, de poderosos pectorales y definidos abdominales que la puesta en escena desvela voluptuosamente. El torero no es de ningún bando: pacta tanto con la policía como con los insurrectos. Su vestuario, demasiado chillón para ser chic, le acerca al matamoros de la comedia española. Los agudos de la Micaela de Maria Celeng resultaron algo estridentes, más gritados que cantados, y no consiguieron transmitir la ternura dolorosa de su personaje.  Holger Ohlmann prestó su voz de bajo al teniente Zúñiga, dando buena cuenta de su vulgar machismo y de su prepotencia absolutamente odiosa.

El público brindó a la producción y a los cantantes una calurosa acogida y un estruendoso aplauso. Crítica Carmen Gärtnerplatztheater

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Gärtnerplatztheater de Múnich, a 20 de octubre de 2024: Carmen, de Georges Bizet y libreto de libreto de Henri Meilhac y Ludovic Halévy adaptado por Herbert Föttinger y Susanne Felicitas Wolf.

Dirección musical: Rubén Dubrovsky. Puesta de escena: Herbert Föttinger. Coreografía: Karl Alfred Schreiner / Montserrat Suárez. Escenografía: Walter Vogelweider. Vestuario: Alfred Mayerhofer. Iluminación: Michael Heidinger. Dramaturgia: Karin Bohnert, Fedora Wesseler.

Reparto. Carmen: Anna-Katharina Tonauer. Don José: Alexandros Tsilogiannis. Micaëla: Maria Celeng. Escamillo: Daniel Gutmann. Zúñiga: Holger Ohlmann. Moralès: Ludwig Mittelhammer. Remendado: Jacob Romero Kressin. Dancaire: Jeremy Boulton. Frasquita: Mina Yu. Mercedes: Anna Tetruashvili. Casares: Frank Berg. Pastia de Lilla: David Spaňhel.

Bailaoras: Almudena Álvarez, Ariane Cervantes, Eva Sofía Quant, Noelia Quirós.

Coro, coro adicional, figurantes y niños figurantes del Gärtnerplatztheater.
Orquesta del Gärtnerplatztheater.

OW

Foto de portada © Markus Tordik