Crítica: Cast B de ‘La Cenerentola’ en el Liceu de Barcelona

Una chispeante Cenerentola en el Liceu: Crítica del cast B

  Por Xavier Rivera

A lo largo del siglo XIX y buena parte del XX, Rossini era considerado como un autor de temas brillantes, alegres y de fácil éxito, pero no realmente como un gran compositor. Los directores iban añadiendo capas a su sutil orquestación para terminar encontrando algo que debería probablemente recordarles la brumosa espesura wagneriana… Fue necesaria la contribución de la Fondazione Rossini de Pesaro para sacar, de la mano de Alberto Zedda y Philip Gosset, la verdad escondida en los manuscritos por medio de ediciones críticas que han devuelto a Rossini todo su mérito: las melodías siguen siendo irresistibles, vivarachas e inolvidables, pero la manera en que trata el melodrama o la comedia con su hábil orquestación y su particular tratamiento de los conjuntos, que resaltan la teatralidad de los textos, marcaron el camino de la historia de la ópera. Una parte importante de estos manuscritos se conserva en la biblioteca del Conservatorio de Bruselas: la colección donada por Edmond Michotte, quien fue secretario personal del compositor y autor de dos curiosos opúsculos, uno de los cuales trata sobre el bel canto y el otro relata la visita de Wagner a Rossini en su villa de Passy y sus discusiones sobre el futuro de la ópera. Crítica cast B Cenerentola Liceu 

Carol García (Cenerentola) © A. Bofill - Liceu 2024
La mezzosoprano Carol García (Cenerentola) © A. Bofill – Liceu 2024

La producción actual del Liceu de Barcelona procede de la Ópera de Roma y su puesta en escena puede calificarse de éxito absoluto. Creada en 1818, La Cenerentola es, en cierto modo, la última gran ópera cómica de ese siglo, en el cual el florecimiento de la época romántica abrirá caminos muy diferentes. Y el tema, tomado de la Cenicienta de Perrault, lo hace apto para un público muy diverso. Una de las representaciones de este ciclo está precisamente dedicada a un público familiar con precios ajustados, lo cual está perfectamente justificado porque la directora de escena, Emma Dante, ha encontrado la manera de extraer lecturas a todos los niveles: desde el cuento de hadas embelesado hasta la cáustica crítica social, al exhibir la miseria moral y la penosa codicia de esta familia disfuncional de Don Magnífico, tan obsesionada con las apariencias que ni siquiera conoce realmente a su hija y hermanastra. Manteniendo, a lo largo de la obra, una mirada candorosa y espontánea que encantaría a cualquier niño… ¡o al que sigue escondido en cualquier adulto! Crítica cast B Cenerentola Liceu 

Sunnyboy Dladla (Don Ramiro) © A. Bofill – Liceu 2024

Hoy en día, ya no está muy de moda integrar el ballet en la ópera pero, en este caso, añade una vivacidad permanente a la escena, caracterizando a los bailarines como juguetes autómatas que resaltan las sucesivas escenas pero, sobre todo, la dramatización orquestal. Un aspecto que el director Giacomo Sacripanti ha integrado a la perfección en su lectura luminosa, festiva y muy matizada de la partitura. Sin embargo, en el escenario, no todos los artistas adhirieron plenamente a su visión. La Angelina de la catalana Carol García, muy activa en Francia pero debutando en el Liceu en este papel, nos ofrece una voz de belleza hechizante, unas coloraturas repujadas con un delicado estilete y un virtuosismo que desafía las evidentes complicaciones vocales de la partitura. Su interpretación del personaje resulta algo menos convincente: la seducción y la emoción no siempre están ahí, la sentimos como un poco a la defensiva a sabiendas de que, con su gallardo virtuosismo, saldrá muy airosa del trance. A Alberto Zedda no le habría gustado mucho esta García, él que convirtió su vida en una cruzada sobre cómo incorporar esas interminables cascadas de notas brillantes en una frase musical expresiva, en la cual el virtuosismo fuera solo un medio y no un fin en sí mismo. Su principesco compañero, el sudafricano Sunnyboy Dladla, cumple pero no deslumbra: canta con pulcritud, domina los agudos, pero no tienen la insolencia y el resplandor vocal que esperamos idealmente de este príncipe disfrazado de escudero. Digamos que es más un artista de medias tintas que de brillantez. Fue su escudero Dandini, interpretado por un extraordinario Carles Pachon, un joven barítono catalán, quien se ganó anoche los laureles del éxito con una interpretación divertidísima, extremadamente viva y elegante, pero con una soltura vocal en la que agudos, graves o coloraturas desfilan con una facilidad desconcertante, al tiempo que construye un personaje impecable que hace reír de buena gana a toda la asamblea. Su alegría de cantar nos recuerda a la de Gabriel Bacquier o Michel Trempont. Lo había escuchado hace unos años en la ópera de Sabadell, en un papel discreto que supo transformar en brillante. Un artista que hay que tener muy en cuenta. Don Magnífico también fue un éxito, encarnado por el madrileño Pablo Ruiz: absolutamente irreprochable vocalmente y excelente actor, que dibujó con trazo grueso las facetas más abominables del personaje dejándole una sutil porción de entrañable y simpático. El mago Alidoro fue confiado al bajo-barítono croata Marko Mimica. Una voz que tiene un metal particular en el bajo y un actor caluroso y convincente. Para las dos hermanas, las terribles sabandijas Tisbé y Clorinda, hemos disfrutado de la excelente mezzo de origen ruso, Marina Pinchuk, divertida e irresistiblemente cómica en su imposible atuendo, y la barcelonesa Isabella Gaudí, quien lleva la comicidad del personaje a un extremo en el que la voz se torna  ácida y acentúa la crueldad de su papel. Esto funciona de maravilla en los recitativos y como construcción de su personaje, pero resulta más que molesto en los conjuntos, como el famoso «Questo è un nodo avviluppato», en donde no pudo evitar varias notas nítidamente desafinadas.  Como el coro titular del Liceu estaba ocupado con Fidelio, su parte fue confiada a la sección masculina del prestigioso grupo aficionado «Cor Madrigal«, cuya actuación fue más que honorable.

Carles Pachon (Dandini) © A. Bofill – Liceu 2024

El público del Liceu de los domingos por la tarde es bastante sui generis : teléfonos sonando intempestivamente, espectadores que llegan tarde para sentarse en medio de la platea mientras Angelina canta delicadamente su primera aria, conversaciones interminables que casi tapan la orquesta… Es la vida, claro está, ¡pero no es realmente una muestra de respeto por los artistas! Esta representación corresponde al «elenco B». El primero está protagonizado por Javier Camarena, que ha estado muy presente en Barcelona últimamente, y por la joven y prometedora Maria Kataeva junto a Erwin Schrott.

Cabe destacar la riqueza de la vida musical en Barcelona en los últimos tiempos: este mes se podía asistir a un concierto de la «Filarmónica de Los Ángeles» y su titular, Dudamel, con Fidelio en el Liceu. También actuarán con esa violinista de ensueño que es María Dueñas en el Auditori, la gran sala de conciertos construida en 2002. Pero se podía escuchar igualmente a Aleksandra Dovgan, a Hélène Grimaud, a Amandine Beyer, a Jordi Savall y su «Capella Reial» en Die Jahreszeiten y a un largo etcétera. Más que suficiente como para que la elección del crítico musical se torne más ardua que el juicio de Paris y sus tres Gracias…

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Gran Teatre del Liceu, 19 de mayo de 2024: La Cenerentola, melodramma giocoso en dos actos de Gioachino Rossini con libreto de Jacopo Ferretti.

Dirección musical: Giacomo Sagripanti. Dirección escénica: Emma Dante. Escenografía: Carmine Maringola. Vestuario: Vanessa Sannino. Coreografía: Manuela Lo Sicco. Iluminación: Cristian Zucaro. Reposición: Federico Gagliardi.

Intérpretes: Carol García (Angelina), Sunnyboy Dladla (Don Ramiro), Carles Pachon (Dandini), Pablo Ruiz (Don Magnifico), Marko Mimica (Alidoro), Marina Pinchuk (Tisbe), Isabella Gaudí (Clorinda).

Cor Madrigal (Pere Lluís Biosca, director). Orquesta Sinfónica del Gran Teatre del Liceu.

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