Crítica: «Cendrillon» en Les Arts

Crítica: «Cendrillon» Les Arts Por Pedro Valbuena

Cendrillon o las rarezas de Les Arts

Que una casa de ópera tenga a su disposición diferentes espacios escénicos es sin lugar a dudas una gran suerte. El problema sobreviene cuando hay que dotarlos de una programación atractiva y compensada, y lograr al mismo tiempo que cada lugar albergue el repertorio mas adecuado. El Palau de Les Arts cuenta con un teatro de cámara al que todavía no se ha conseguido dar una línea clara de programación, yendo a parar a él la mayoría de los experimentos. En la tarde de hoy se ha llevado al escenario un extraño híbrido entre opereta, sainete, revista de Juanito Navarro y no sé cuantas cosas más.

Una escena de "Cendrillon" / Foto: © Miguel Lorenzo
Una escena de «Cendrillon» / Foto: © Miguel Lorenzo

La Cendrillon de Pauline Viardot, hermana de la gran María Malibrán, fue estrenado en los salones parisinos de Noguéiras en abril de 1904, cuando la compositora era ya una provecta octogenaria. Rodeada de admiradores y familiares, es posible que este estreno no pasase de ser más que una mera velada entre amigos, es decir, música sin pretensiones para una obrita sin pretensiones. He de confesar que me resultó muy complicado diferenciar entre los añadidos de esta nueva producción y la obra original, y no me refiero a la burda carcasa metateatral con la que se pretendió dar coherencia a las incoherencias de un cuento de hadas, sino a los propios números musicales; yo juraría que no todo lo que se cantó había salido de la pluma de la Viardot, pero vaya usted a saber. Crítica: «Cendrillon» Les Arts

Comenzó la representación con la vociferante entrada del elenco al completo, que descendía por ambos lados de la platea manifestando desacuerdos y rifirrafes respecto a los trabajos de mudanza que debían acometer. Una vez sobre el escenario, y tras un hallazgo fortuito, comenzaba el cuento en sí, una versión más de la manida historia de Cenicienta. A partir de ahí ya conocen ustedes el desenlace. Compuesta para siete voces y acompañamiento de piano, la obra en si no es más que una sucesión de airecillos de corte popular estilizados y bien compuestos, pero sin más atractivo que el hecho de ser una rareza, tanto en el género como en el repertorio. Aun así, he de reconocer que la innumerable sucesión de acordes de tónica y dominante acabaron por agotar mi paciencia musical. Crítica: «Cendrillon» Les Arts

Los solistas, que provienen del Centre de Perfeccionament, hicieron un papel algo mejor en lo musical que en lo dramático, ya que hubo un exceso de euforia que condujo todo hacia el filoso acantilado del histrión. Las arias, por llamarlas de alguna manera, no revestían una dificultad excesiva, y más allá de algún agudo ocasional, no supusieron ningún problema para esta prometedora cantera de intérpretes, que pareció disfrutar mucho de su trabajo, del que también pareció disfrutar otro tanto el grupo de entusiastas familiares que poblaba el patio de butacas.

Una escena de "Cendrillon" / Foto: © Miguel Lorenzo
Una escena de «Cendrillon» / Foto: © Miguel Lorenzo

El príncipe, que interpretó el tenor valenciano Alvaro Diana, estuvo muy afinado y defendió con apostura y dignidad el único papel del reparto ajeno a la comicidad. Me gustó especialmente el breve texto de Borigoule desarrollado muy bien por el también tenor argentino Maximiliano Spósito, que consiguió transmitir con su canto lo mismo que con su gestualidad. Una interpretación muy bien lograda. La solemnidad y el papel más difícil esta escrito para el hada, que debe solventar algunos pasajes especialmente enjundiosos. En esta ocasión fue interpretada por Pilar Garrido, que fuera de la opereta encarnaba también el papel de la jefa de la cuadrilla, y en ambos roles resultó creíble. La Cendrillon de Rosa Dávila estuvo revestida de ese halo de humilde sencillez tan imprescindible en este personaje, mientras que las altivas hermanastras, Mariana Sofía e Iria Goti, resolvieron bien sus papeletas correteando compulsivamente por el escenario y aportando el punto de repelencia que le es consustancial a esta pareja de adolescentes insoportables, solamente superadas setenta años más tarde por Nellie Oleson. El también antipático Baron de Pictordu, único personaje novedoso respecto al relato original en sustitución de la madrastra, fue interpretado por el barítono Marcelo Solís, cuya voz sonó especialmente bien en el duetto neobarroco que comparte con Barogoule. Todos ellos fueron acompañados con solvencia por Ignacio Aparisi al piano, y ya se sabe que a veces el que acompaña se convierte en director. Es lo que ocurrió sobre todo en los números de conjunto, en los que todos se mantuvieron perfectamente ensamblados merced a un acompañamiento muy bien ejecutado.

La dirección de escena corrió a cargo de Joan Font, que ya ha participado de varios proyectos en esta casa. Los recursos limitados de un montaje como este determina en gran parte su resultado final. En este caso un cierto estatismo que no se animó hasta la llegada del baile, donde unos cuantos leds hicieron despertar nuestra imaginación y situarla precisamente en el entorno de un cuento infantil. Otros recursos como la metamorfosis de la carroza fueron más rebuscados y menos efectivos. Lo mejor en este sentido fue la continua circulación de personajes arriba y abajo que disipaba la monotonía de un escenario con poco atractivo.

Una escena de "Cendrillon" / Foto: © Miguel Lorenzo
Una escena de «Cendrillon» / Foto: © Miguel Lorenzo

Alrededor de una hora y cuarto duró la representación de esta Cendrillon que llenó el pequeño Teatro Martín y Soler hasta la bandera.

En general este tipo de obras están escritas bajo la premisa de que sus defectos pueden quedar expuestos si se dilatan excesivamente en el tiempo. Una interpretación buena, o incluso simplemente correcta, puede salvar la velada y reconducirla hacia un disfrute sin trascendencia.  Ya se sabe, bonus si brevis.


Valencia (Teatro Marín y Soler / Palau de les Arts), 9 de febrero de 2023. Cendrillon de Pauline Viardot.

Elenco:  Rosa Dávila, Mariana Sofía, Iria Goti, Pilar Garrido, Maximiliano Spósito, Álvaro Diana, Marcelo Solís.

Ignacio Aparisi, piano.

OW