Crítica Concierto 11/ Ciclo II OCNE

 

Día 8/02/13     19:30 h  Sala: Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música en Madrid

Obras:

Ludwig van Beethoven (1770-1827)

Concierto para violín y orquesta en re mayor, opus 61

Arnold Schönberg (1874-1951)
Pelleas und Melisande, opus 5

 

El programa del concierto número 11 del ciclo de la OCNE era, sin lugar a dudas, delicado y desafiante.

En la primera parte vivimos el concierto para violín y orquesta de Beethoven, compuesto en 1806 por el genio alemán, recogía sus contradicciones a la hora de decidir para quién quería componer: para el público entendido o para el pueblo; además de reflejar un época de desencanto tras la revolución francesa de 1789. Juanjo Mena adoptó una dirección muy precisa y cargada de contrastes, pero sobre todo equilibrada,; dejando los momentos estelares del violín solista aún más engrandecidos y sacando todo lo posible de la orquesta en los momentos que tuvieron ausencia de este. La ocasión lo requería, ya que el jovencísimo violinista armenio, Sergey Khachatrian, es un virtuoso excelente, uno de esos talentos brutales del que solo eres consciente cuando lo estás oyendo. Cada momento de sus solos estaba cuidado en demasía, jugando con un margen dinámico amplísimo, cargado de matices, desde los toques más sutiles hasta los fortes más descarnados pero todo ello tocado con una madurez sorprendente para su edad. Su apariencia, para nada carismática, incluso posiblemente errática de movimientos, escondía un gesto prodigioso en la interpretación y, ciertamente, no solo cerebral sino transmisor de pasión. Durante los 45 minutos que duró la pieza, todos los espectadores asistimos hipnotizados a una interpretación que, por qué no decirlo, trascendía lo musical, para sumirnos en verdadera magia. Todo el público entró en su embrujo, aplaudió a raudales y el armenio nos deleitó con un último bis que dejó a los espectadores con ganas de más.

Esta era la parte más delicada del concierto; lo desafiante vino con la segunda parte, el poema sinfónico de Schönberg «Pelleas un Melisande»; desafiante porque, en cuanto hablamos de repertorio contemporáneo, la resistencia del público se hace más palpable; esta obra, compuesta entre 1902 y 1903 es importante, ya que supone la transición, el comienzo de la ruptura tonal y armónica que vendría más adelante; se alternan los momentos tonales con otros que ya experimentan lo que vendría más tarde: la revolución contemporánea del padre del dodecafonismo, curiosamente justo dos años después de que Strauss estrenara «Salomé» anticipando igualmente esta revolución; .la música de este poema es exuberante, densa, con una orquesta muy nutrida donde abundan los metales y los instrumentos de percusión; es una delicia que Mena consiguió transmitir en toda su plenitud, espléndidas las cuerdas por momentos, o esas maderas y arpas en los momentos más delicados y líricos del poema. Hubo algún abandono, inevitable por el repertorio, pero, aún así el público disfrutó de la batuta experimentada y equilibrada de Mena y del buen hacer de la Orquesta Nacional de España. Todo el concierto se convirtió en un placer, hedonismo puro para los sentidos.

Solista/s: Sergey Khachatryan, violín

Orquesta: Orquesta Nacional de España
Director/a: Juanjo Mena

 

Mariano Hortal