Crítica: Concierto de Beczała y Radvanovsky en Oviedo

Por Pablo Álvarez Siana Crítica: Concierto Beczała Radvanovsky Oviedo

Un idilio lírico ovetense

Es bueno cumplir años para recordar mis vivencias líricas, y nada mejor que seguir celebrando a G. Puccini (1858-1924) con dos voces que ya he disfrutado y además realizando una gira europea homenajeando al genio de Lucca con paradas en España, donde no falta Oviedo: la soprano estadounidense Sondra Radvanovsky (Berwyn – Illinois, 1969), premio lírico a la mejor cantante femenina de ópera en la séptima edición de los Premios Líricos en el Teatro Campoamor (2012), tras una exitosa “Norma” semiescenificada en diciembre de 2011. Anunciada para el Réquiem verdiano, aunque no podría volver a Oviedo, volvería a escucharla en Perelada allá por agosto de 2013 con la misma ópera de Bellini. Al tenor polaco Piotr Beczała (Czechowice-Dziedzice, 1966) quien ya cantase dos veces en el auditorio ovetense, con Oviedo Filarmonía (OFil) en abril de 2017 -entonces dirigida por Marzio Conti- y cuatro años después en un recital con piano (junto a Sarah Tysman), por lo que el inexorable paso del tiempo también ayuda a calibrar la evolución de los intérpretes y los sentimientos de los muchos melómanos llegados de todo el norte de España que llenaron el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo.

Un momento del concierto de Piotr Beczała y Sondra Radvanovsky en Oviedo / Foto: Pablo Siana

Si algo tiene Puccini es su capacidad de emocionar y en eso no defrauda nunca, más con esta “gala del centenario” ocupada por sus arias y dúos más conocidos con dos de las mejores voces del panorama lírico internacional en un momento de madurez que les ha dotado de unos graves más corpóreos sin perder una técnica impoluta y el volumen más que suficiente para “sobreponerse a la tentación sinfónica” de las dinámicas orquestales a las que también sucumbió la Orquesta Oviedo Filarmonía con Lucas Macías, respirando con ellas pero sin bajar potencia. Pero tanto Radvanovsky como Beczała supieron comunicar, enamorar, brillar juntos y por separado desde un buen entendimiento con el podio, unido a una admiración de todos que se notó en cada momento, aunque faltó algo de la magia del irrepetible último operista del pasado siglo. El dominio orquestal del homenajeado ya se notó en su debut juvenil Preludio sinfónico en la mayor, op. 1, para atemperar una OFil que sonaría con la larga experiencia del foso aunque el escenario aún la haga crecer más. A lo largo de la gala pudimos disfrutar de sus primeros atriles, especialmente los de cuerda (Mijlin, Menéndez y Ureña más el arpa de Domené) y el clarinete de Allué, pero toda ella brilló en cada página, enamorados de las dos voces que si en la primera parte fueron subiendo enteros, para la segunda lo dieron todo con el público rendido olvidándose de ligeros resfriados en un tiempo otoñal que no ayuda (tampoco a las toses inoportunas aunque casi preferibles a los tarareos cercanos). Crítica: Concierto Beczała Radvanovsky Oviedo

Primer bloque con Manon Lescaut que abriría, como siempre impecable de frac, Piotr Beczała y el aria de Des Grieux «Donna non vidi mai” transitando los registros extremos, para seguir con el aria de la protagonista, vestida de negro, Sondra Radvanovsky “Sola, perduta, abbandonata”, mucho más que un calentamiento vocal desde el ardor, con dominio técnico, con agudos aún tirantes y caudaloso volumen, en una lección de dramaturgia bien entendida por ambos, antes del Intermezzo de una OFil contagiada de la misma belleza, en el orden habitual de alternar arias con intermedios instrumentales.

De Tosca el tenor polaco nos dejó las dos arias más populares: “Recondita armonia” y “E lucevan le stelle” (el Adiós a la vida) espléndidas, bien fraseadas, sobre todo la segunda, mejor concertadas por Macías y contestadas por los solistas antes citados, con el color y timbre que mantiene Beczała de siempre, además de una declamación perfecta, mientras la soprano estadounidense nos convenció entre ambas con la que podríamos llamar el aria propiamente dicha «con su introducción en arioso, su exposición, su sección media y su repetición” (como bien la describe el maestro Arturo Reverter en sus notas al programa):“Vissi d’arte, vissi d’amore”, una interpretación de impacto por su entrega, escena, fiato, crescendos epatantes, agudos con fuerzas sin perder la interiorización de Tosca, y volviendo a demostrarnos que Radvanovsky es una pucciniana de primera, antes de finalizar con el dúo semiescenificado “Mario! Mario! Son qui!”, temperamental, química total e idilio vocal con Floria enamorando y dominando a un Mario más contenido en todos los aspectos, desde una dramaturgia y línea de canto espléndida por parte de ambos. No echamos de menos al “malo de Scarpia» porque ellos ya llenaron la escena dejándonos con ganas de seguir disfrutándolos tras el descanso, necesario ante el empuje orquestal que no minaría el volumen de estas dos voces. Crítica: Concierto Beczała Radvanovsky Oviedo

Un momento del concierto de Beczala y Radvanovsky en Oviedo / Foto: Pablo Piquero

Puede ser que La bohème sea la ópera de Puccini que más veces haya escuchado, tanto en vivo como grabadas, y la emoción me puede más que los detalles, pero las dos arias y el dúo volvieron a dejarme un par de lágrimas aunque no las cantasen juntos sobre el escenario: “Che gelida manina” de Beczała DE muy fluido legato, elegante y más allá del optativo pero “esperado” Do de pecho, y “Sì, mi chiamano Mimì” de Radvanovsky (con otro vestido más colorido para la segunda parte) que ya no es tan lírica con el paso del tiempo pero sigue igualmente dominadora de los reguladores y el idioma de Dante, aunque me queda siempre el recuerdo de Kraus y Freni, más “O soave fanciulla” incluyendo la salida de escena para este final del primer acto arrebatador y efusivo con el agudo unísono que al menos nos dejaron escuchar casi con veneración antes de la aclamación. El polaco parecía algo cansado pero sigue defendiendo su Rodolfo con poderío, elegancia y buen gusto, mientras la estadounidense juega con cada fraseo y matices que con los años ha ganado graves mientras mantiene los filados junto a la orquesta sin quedar nunca tapada. Hay momentos “de paso” algo más ásperos pero sigue siendo única recreando esta Mimì aunque en el dúo el idilio vocal sería más de Sondra que de Piotr.

Nuevo intermedio orquestal para no aminorar el clima de la OFil con su titular, el Intermezzo “La Tregenda» de Le Villi, la escritura única del Puccini grandioso, antes del potente final que vendría a continuación con «Turadot», una Radvanovsky ahora perfecta por su edad, color, volumen y dominio en la exigente “In questa reggia” que desde el estatismo del personaje pudo incluso gesticular y luchar con el poderío instrumental donde Macías nunca bajó las dinámicas sabedor de la potente vocalidad de esta soprano que se entrega en cada aria, y así fue especialmente en los grandes intervalos y saltos de registro (Mai nessun m’avrà) apasionados, exaltados pero también emotivos de la terrible princesa. Y no podía faltar Calaf con “Nessun dorma” de un Beczała agotado pero con la emisión suficiente sin necesidad de aguantar hasta la extenuación el si natural agudo del tercer ¡Vincerò! con una orquesta con más pulmón que el tenor.

El esfuerzo tanto vocal como interpretativo nos robó de Madama Butterfly el aria del segundo acto “Un bel dì vedremo” como nos indicó la propia Sondra, pero no faltaría el último dúo del primero con partitura en el atril tras una gala que supone mucho más trabajo que toda una ópera, y Puccini exige a todas las voces. Buen rubato por parte de todos con Mijlin acariciando desde el violín ese “Vogliatemi bene” de Cio-Cio San, antes de las tres propinas, cara a la galería por populares, donde para mí sobraba el aria “Amor ti vieta” de Fedora (Giordano) aunque la traen en el segundo programa de esta gira, y el brindis de La Traviata con palmas y baile incluido de la pareja, quedándome mejor con el querido papito de Gianni Schicchi, un inspirado Puccini que ha escrito como nadie para las sopranos y “La Radvanovsky” lo sabe… dice el refrán que “quiten tuvo retuvo”, siendo la auténtica triunfadora de este homenaje junto a un paternaire como Beczała que sigue teniendo esa voz clara y elegante, dos voces consolidadas en lo alto del panorama lírico mundial desde hace años. Crítica: Concierto Beczała Radvanovsky Oviedo


Jueves 7 de noviembre de 2024, 20:00 horas. Auditorio Príncipe Felipe, Oviedo: Conciertos del Auditorio. «Gala Puccini» (conmemoración del centenario del fallecimiento de Giacomo Puccini): Sondra Radvanovsky (soprano), Piotr Beczała (tenor), Oviedo Filarmonía, Lucas Macías (director). Oberturas, arias y dúos de G. Puccini (1858-1924). OW
PROGRAMA
Primera parte:
Preludio sinfónico en la mayor, op. 1

Manon Lescaut
«Donna non vidi mai»     «Sola, perduta, abbandonata»      Intermezzo

Tosca

«Recondita armonia»    «Vissi d’arte, vissi d’amore»    «E lucevan le stelle»   «Mario! Mario! Son qui!»

Segunda parte:
La bohème
«Che gelida manina»    «Sì, mi chiamano Mimì»     «O soave fanciulla»

Le Villi   Intermezzo «La Tregenda»

Turandot
«In questa reggia»    «Nessun dorma»

Madama Butterfly
Dúo final del Acto I