Crítica: Concierto de Carlos Mena en el marco del ciclo «Les Arts és Barroc»

Por Pedro Valbuena Crítica: Concierto Carlos Mena Arts

Ut pictura poesis

Segundo concierto, titulado La vita fugge, del pequeño ciclo que el Palau de Les Arts dedica a la música antigua y barroca. En esta ocasión se le ha concedido al Palau el privilegio de la extraterritorialidad, ubicando el recital en la resplandeciente iglesia de San Nicolás, lo cual ha sido un acierto absoluto. Este impactante espacio, cuidadosamente repristinado, es el escenario perfecto para un pequeño ensamble de música baja, como se denominaba en el Renacimiento a las agrupaciones de cuerda o viento madera, y aunque las iglesias no albergaban este tipo de agrupaciones, dado que se las consideraba frívolas y mundanas, el hecho es que la reverberación las favorece claramente. Este mismo concierto hubiera resultado desastroso en la Sala Martín i Soler de Les Arts, donde la sequedad hubiera absorbido tanto los armónicos de la voz como los de la vihuela. O sea que, feliz hallazgo. Crítica: Concierto Carlos Mena Arts

Un momento del concierto en la Iglesia de San Nicolás (Valencia) / Foto: Mikel Ponce

El programa estaba centrado en el Siglo de Oro español, y ofrecía una recopilación de canciones polifónicas adaptadas para una voz y acompañamiento, tal y como se hacía en la época cuando no se contaba con suficientes intérpretes para ejecutar todas las voces. También contenía obras litúrgicas cuya interpretación siguiendo este procedimiento resulta mucho más cuestionable. Los intérpretes se situaron a los pies del presbiterio, que es el punto clave para lograr una emisión cómoda y evitar la reverberación trasera, de forma que la música fluía con claridad, y es posible que se escuchase así hasta en las últimas bancadas. Crítica: Concierto Carlos Mena Arts 

Carlos Mena y Manuel Minguillón / Foto: Mikel Ponce

Carlos Mena cantó relajado y pudo hacer gala de su extraordinario filato y de su messa di voce. Hubo un amago de movimiento escénico, no demasiado calculado, que le llevó a ocultarse detras de un facistol cuyo efecto tuvo su aquel, pero que quedó en eso. Especialmente bella me pareció la interpretación de Triste España sin ventura,  de Juan del Encina. En general su timbre transparente y su afinación perfecta fueron la tónica de un concierto que estuvo definido por el buen gusto y el acertado criterio. No es fácil defender un programa tan austero en medios y centrado en un estilo tan alejado del público, si bien hay que reconocer que el marco ayudó bastante, así como la adecuada planificación del repertorio y la duración. Manuel Minguillón, que estuvo francamente bien, protagonizó las dos pequeñas anécdotas de la velada. La primera de ellas me resultó inquietante, porque fue exactamente la nota inicial del recital, que resultó estar totalmente fuera de la armonía. La segunda tuvo lugar cuando tomó la palabra para aclarar algunas particularidades del programa, anunciando acto seguido que al terminar el concierto, ambos intérpretes estarían fuera firmando discos. 

 

Llámenme rancio, pero yo creo que ese tipo de marketing no está en consonancia ni con el sitio ni con el acto.


Valencia (Iglesia de San Nicolás), 12 de abril de 2024. Obras de Juan del Encina y otros contemporáneos. Carlos Mena, contratenor. Manuel Minguillón, vihuela.

OW