Crítica: Angela Gheorghiu Festival Granada Por Pablo Álvarez Siana
Alfa y Omega
Como mi bandera asturiana, esta septuagésimosegunda edición del Festival Internacional de Música y Danza de Granada lo ha abarcado todo, alfa y omega casi simbólicos de nuestra propia vida, toda una película donde han coincidido figuras que por edad están llegando a su ocaso (aun pudiendo remontar cual Ave Fénix) junto a otras que emergen en el siempre difícil universo musical. Crítica: Angela Gheorghiu Festival Granada

Para clausurar por todo lo alto, el alfa de una Orquesta Joven de Andalucía (OJA), esperanza sinfónica que hace 30 años habría sido impensable en un paisaje yermo de estudiantes con acceso a las formaciones. Mas, bien plantada, la semilla ha germinado, crecido y dado su fruto; de importar atriles para nuestras orquestas hispanas hemos pasado a exportarlos a medio mundo. En la dirección, el burgalés Víctor Pablo Pérez, de quien puedo presumir haberle visto comenzar su andadura en la entonces Orquesta Sinfónica de Asturias de 1980 a 1988. Posteriormente, lo volví a ver en Oviedo, adonde regresó para dirigir María Moliner y también he sido testigo de cómo, ya en plena madurez, ha continuado aportando sabiduría a muchas orquestas, también a jóvenes orquestas como esta OJA, capaces de afrontar repertorios de altura compartiendo escenario con una de las voces más universales del momento. Crítica: Angela Gheorghiu Festival Granada
Dejar como “omega” a la soprano rumana Angela Gheorghiu supone constatar su trayectoria inmensa, su gran carrera que aún no tiene meta porque vive la vida desde la pasión operística. Y es de desearle larga vida, pues está claro que siempre ha sabido “morir en escena” como sus heroínas, a las que ha hecho suyas con interpretaciones históricas. Su Puccini granadino del Palacio Imperial la convierte en inmortal.

Dos mundos en la noche final, Gustav Mahler (1860-1911) y Giacomo Puccini (1858-1924), coetáneos que dejan atrás un romanticismo periclitado para comenzar un siglo XX distinto, y convulso, aunque no lo esperasen, como sus vidas y composiciones. Poseedores ambos de una inspiración asombrosa, marcada por la simbiosis entre letra y música, que engrandece sus partituras, aunque en esta ocasión del primero se escuchó su Sinfonía nº 5 en do sostenido menor.
Segunda actuación de Angela Gheorghiu en el festival, esta vez con la OJA, para interpretar cuatro arias de Puccini (con el Adagietto para orquesta en fa mayor como intermedio entre cada par): «In quelle trine morbide», de Manon Lescaut, «Donde lieta usci», de La bohème, «Un bel dì vedremo», de Madama Butterfly y «O mio babbino caro», de Gianni Schicchi. Auténtica exhibición vocal la de la rumana, pletórica de musicalidad, gusto, técnica, dramatización de cada personaje, matices y delicadeza que no siempre tuvo la respuesta de la potente orquesta -detrás y no en el foso-, aunque siempre pienso que es difícil contener la exuberancia sinfónica del genio de Lucca y más con jóvenes totalmente entregados. Víctor Pablo concertó bien con la soprano, tarea no siempre fácil porque cada aria es un mundo y en intérpretes de esta altura, aún más. Manon logró un silencio gélido en la bochornosa noche desde la primera frase; Mimì volvió a sacarnos la pena por una muerte prematura del modo en que “la Gheorghiu” nos tiene acostumbrados; la esperanza de Butterfly nos llevó a un Nagasaki cargado de dramatismo donde se impuso la pureza vocal, para que finalmente Lauretta le cantara a papá poniéndonos la piel de gallina con los pianissimi y la musicalidad que, si al piano el pasado sábado nos cortaba el aire, con la OJA nos dejó rendidos a sus pies. Personajes puccinianos, dramaturgia total y la categoría de una diva, dicen que la última, que agradeció el acompañamiento de unos músicos jóvenes que a su vez contarán a sus hijos esta noche histórica en Granada.
Como propina, un regalo esperable con la orquesta sin miramientos de dinámicas para la conocidísima página de Agustín Lara. La soprano, a quien le dejaron un abanico para aminorar el fuego, manejó la conocida canción en una personal interpretación y lo dio todo para terminar volando por todo lo alto sobre la tempestad sonora andaluza, ante el delirio del público que llenaba el Palacio de Carlos V. Dos actuaciones de la rumana en este festival, hoy omega por la conclusión pero alfa ante la profesionalidad, entrega y excelencia de la espléndida Gheorghiu que está en ese momento de disfrutar cantando, y en Granada se le notó. Crítica: Angela Gheorghiu Festival Granada

Con Mahler se abría y cerraba este concierto de clausura del festival. En concreto el programa arrancó con la poco escuchada «Nicht zu schnell» del Cuarteto con piano en la menor, en orquestación de Colin Matthews, que sirvió para templar a una OJA bien llevada por Víctor Pablo Pérez. Y se cerró con la Quinta, que junto a la Sexta y Séptima conformaron un tríptico mahleriano muy interesante. Soy reiterativo cuando escribo que “no hay quinta mala” y la del bohemio no es una excepción. El director burgalés comenzó la Trauermarsch sin prisa, exponiendo su visión en los primeros compases, con una sección de metales equilibrada y afinada; la madera con la misma calidad; la cuerda iría ganando enteros; la tensión del Stürmisch bewegt nos dejó una percusión acertada, ya con toda la OJA rodando, comandada por un Víctor Pablo claro en el gesto y marcando todo. Aplausos que me pregunto si se están convirtiendo en moda entre movimientos o provienen del desconocimiento, aunque vinieron bien para afinar ante la temperatura que aún era alta. El bellísimo Scherzo nos trajo a un solista de trompa excelente y unas lengüetas logrando ese toque “burlón”, mientras las dinámicas funcionaron algo descompensadas, de nuevo por el ímpetu juvenil. Concertino a tener en cuenta, pizzicati rotundos y más aplausos al terminar este tercer movimiento. Al menos en el cinematográfico Adagietto no sucedió lo mismo, una cuerda aterciopelada plegada al rubato del podio, sin corbata porque la temperatura no bajaba y hasta alguna lipotimia hubo cual Muerte en «Granada» esperable, que no perturbó apenas el excelente clima alcanzado antes del optimismo final del Rondo – Finale. Allegro – Allegro giocoso. Frisch.
Alegría mahleriana al comprobar que hay futuro orquestal ante obras de envergadura, y emociones puccinianas contadas y cantadas por una Angela Gheorghiu cautivadora para un público donde no faltaron desde fans suyos venidos hasta de Texas, hasta las familias de los jóvenes que repetirán el jueves en Baeza. El examen granadino lo superaron con un bien alto, rozando el notable, y queda la reválida jienense tras el duro trabajo, que siempre tiene recompensa.
Granada (Palacio de Carlos V), miércoles 19 de julio, 22:00 horas: “Conciertos de Palacio”, Tríptico Mahler III: Angela Gheorghiu (soprano), Orquesta Joven de Andalucía (OJA), Víctor Pablo Pérez (director). Obras de Mahler y Puccini.