Por Federico Figueroa Crítica: Concierto Asmik Grigorian Real
La soprano lituana Asmik Grigorian (Vilna, 1981) viene deslumbrando desde hace unos ocho años con una carrera meteórica en lo alto del mundo lírico. En el Teatro Real se presentó con Rusalka (2020) y causó sensación. Es hija de cantantes de ópera: su madre es la soprano lituana Irena Milkevičiūtė, prima donna de la Ópera Nacional Lituana; su padre el tenor armenio Ghegam Grigorian, quien cantó en el Teatro Real (Manrico de Il trovatore en 2000, en el Liceu (Radamés de Aida en 2001) y algunos de los escenarios líricos más importantes del mundo. El entorno lírico de Asmik Grigorian también se extiende a su pareja sentimental, pues está casada con el moscovita Vasily Barkhatov, uno de los directores de escena más interesantes en la actualidad. Con una propuesta escénica de este director ruso añadió la cantante lituana, en una producción de la Ópera de Frankfurt, el personaje de Nastasia de la ópera La hechicera de Chaikovski, a su repertorio. Y fue con un aria de esta ópera, la séptima del compositor ruso, con la que cerró la primera parte del programa de este concierto.
La primera mitad de este concierto estuvo dedicado a piezas de compositores del ámbito ruso o eslavo, con aria del citado Piotr Ilich Chaikovski (1840-1893), La hechicera y La dama de picas; una de la ópera Dalia del compositor lituano Balys Dvarionas (1904-1972), una de la ópera Anoush del armenio Armen Tigranian (1879-1950) y la Canción de la Luna de la ópera Rusalka del compositor checo Antonín Dvořák (1841-1904). Todas estas piezas mostraron las cualidades y calidades de la cantante, capaz de sumergirse en el intimismo de ellas con media voces bien proyectadas y soltar el chorro de voz con soltura comedida. La voz de Grigorian no es de insultante belleza ni potencia, pero lo que tiene sabe manejarlo con gran inteligencia aunque con un revestimiento de frialdad que frena un tanto la buena recepción del público. El director checo Henrik Nánási, al frente de la orquesta titular del Teatro Real, hizo una brillante lectura de las oberturas de las ópera Ruslan y Ludmila , de Mijaíl Glinka (1804-1857) y La novia del zar, de Nicolái Rimski-Kórsakov (1844-1908). Crítica: Concierto Asmik Grigorian Real
En la segunda parte, dedicado al repertorio italiano, se inició con una introspectiva visión del preludio del tercer acto de la ópera Edgar, de Giacomo Puccini (1858-1924), bien coloreado por la orquesta, que dio paso a «Sola, perduta, abbandonata» de Manon Lescaut . Esta aria de Puccini ya la hemos escuchado en este teatro, en lo que va de temporada, en las voces de Anna Netrebko y Sondra Radvanovsky. Grigorian la cantó con corrección y cierto distanciamiento de la emoción. Continuó con «Un bel dì vedremo» de Madama Butterfly, matizado y llevado a su forma de cantar. La lituana regula y expresa bellamente pero no logra contagiar al púbico, quizá por cierta escasez de «italianità» en su lectura del drama de la joven japonesa. Nánási pareció crecer en este repertorio, que la orquesta conoce más ampliamente, y hubo exceso sonoro en algunos momentos. La obertura de La forza del destino, de Giuseppe Verdi (1815-1901) fue chispeante y sirvió de arranque perfecto para el aria «Tu che la vanità» de la ópera Don Carlo, conmovedora y redonda en la voz de Grigorian. Una cantante que a la que le faltó la escena para mostrar todo su potencial. Crítica: Concierto Asmik Grigorian Real
Como propina se nos ofreció la escena de la carta, de la ópera «Eugenio Onegin», de Chaikovski. Una pieza suculenta y muy bien interpretada con la que ya hacía valer haber asistido al concierto. Grigorian fue largamente aplaudida por un público que terminó rendido ante la evidencia: Asmik Grigorian es una de las grandes cantantes de este momento.
Y llegados a este punto quiero hacer un repaso por la carrera de esta cantante, que realizó su debut profesional con el rol de Donna Anna (Don Giovanni) en 2004 (Kristiansand, Noruega) y en los años siguientes, como fundadora de la compañía Vilnius City Opera, debutó Musetta (La bohème), Violetta (La traviata). Ya en la Opera Nacional de Lituania y en el Teatro Mariinsky, entre 2006 y 2010, interpretó personajes como Suor Angelica, Rusalka y Otello (Desdemona). Entre 2011 y 2016 se presenta en Viena (La hechicera, Theater an der Wien) y Berlín (Tatiana de Eugenio Onegin en la Komische Opera). Hasta aquí parece la evolución natural de una voz de lírica que va ganando cuerpo en el centro y la zona grave, sin perder la belleza en la zona aguda. En 2016 recibe, como mejor cantante joven, el International Opera Award en Londres y a finales de ese mismo año atrae la atención internacional por su interpretación de Fedora en Estocolmo. En el verano de 2017 llega su consagración ante un público internacional como Marie (Wozzeck) en el Festival de Salzburgo. A partir de 2018 parece acelerar el paso abordando personajes de gran calado vocal y psicológico en Frankfurt, Edimburgo y Moscú. Recibe el premio a la mejor cantante del año de la revista Opernwelt (2019) por su interpretación de Salome en Salzburgo, y debuta en La Scala de Milán (Die tote Stadt, 2019), la Ópera Estatal de Viena (Madama Butterfly, 2020), la Royal Opera de Londres (Jenufa, 2021) y el Metropolitan de Nueva York (Madama Butterfly, 2024). Pero la cantante lituana parece haberse propuesto mostrar su versatilidad abordando personajes como Senta (Festival de Bayreuth, 2021), Turandot (Viena, 2023) o su debut como Norma previsto en febrero de 2025 en Viena. ¿Estamos ante una Callas?
Madrid (Teatro Real), 24 de noviembre de 2024. Concierto de Asmik Grigorian, soprano. Crítica: Concierto Asmik Grigorian Real
Obras de Mijaíl Glinka, Piotr Ilich Chaikovski, Armen Tigranian, Balys Dvarionas, Nicolái Rimski-Kórsakov, Antonin Dvorak, Giacomo Puccini y Giuseppe Verdi.
Orquesta Titular del Teatro Real Dirección musical: Henrik Nánási
Giacomo Puccini (1858-1924), Giuseppe Verdi (1815-1901)