Por Federico Figueroa Crítica: Concierto Beczała Radvanovsky Real
Dos de los cantantes mejor posicionados en el panorama lírico actual, la soprano estadounidense Sondra Radvanovsky (Berwyn, Illinois, 1969) y el tenor polaco Piotr Beczała (Czechowice, Polonia, 1965); están inmersos en una gira de conciertos por la geografía española (Barcelona, Sevilla, Madrid y Valencia) con la que homenajean a Puccini en el centenario de su muerte. En todos estos conciertos les acompaña la directora de orquesta canadiense Kery-Lynn Wilson (Winnipeg, 1967). En el Teatro Real de Madrid han presentado una primera parte exclusivamente Puccini y una segunda parte con high lights de las ópera Rusalka y Andrea Chénier.
Antes de iniciar el concierto se guardó un minuto de silencio por las víctimas de la DANA en la Comunidad Valenciana, acaecida el 29 de octubre, y que también causó víctimas mortales y daños materiales en la la Comunidad de Castilla-La Mancha. En los últimos segundos el soniquete de un teléfono móvil estropeó el momento, como un grito de protesta porque esa misma tarde, decenas de miles de ciudadanos españoles aún estaban luchando por conseguir un poco de electricidad, de alimentos y otras cuestiones básicas de la dignidad humana. Y a la espera de que un puñado de políticos se pusiesen de acuerdo de a quién le correspondía tomar el mando (y la responsabilidad) ante tremendo desastre. De dignidad humana poco saben los que están sentados en los sillones del poder.
El programa, conformado por grandes piezas que enamoran al público y solo dos intervenciones orquestales, arrancó con dos arias de Manon Lescaut, primero el aria «Donna non vidi mai» interpretada por Piotr Beczała con una cierta frialdad que no opacó su bello timbre ni el fuste de su instrumento, que ha ensanchado y ganado en squillo. Inmediatamente apareció Radvanovsky para mostrar lo suyo con «Sola, perduta, abbandonata»: un caudal inmenso, un timbre metálico y unos agudos destemplados. Su entrega y simpatía hacen el resto y los vítores del público están garantizados. La Orquesta Titular del Teatro Real interpretó el Preludio sinfónico en La mayor, con la discreción con la que Wilson se mantuvo en toda la velada.
Las escenas de Tosca, con Radvanovsky ofreciendo una muy descafeinada versión del «Vissi d’arte» en el que un descontrolado vibrato y problemas en la zona aguda afearon el recuerdo de los bises a diestra y siniestra de hace unos años con esta ópera. Por el contrario, Beczała siguió creciendo y se marcó dos arias («Recondita armonia» y «E lucevan le stelle») con una gran maestría. El dúo del primer acto de Tosca, desde la entrada de la celosa cantante con «Mario, Mario! Son qui!» fue la conclusión de la primera parte del concierto. Ambos artistas se movieron como pez en el agua en ese recitado-cantado, con la intención justa y la gestualidad adecuada. La lectura de Wilson no tuvo la misma tensión que la de los cantantes, pero la orquesta supo acompañarles y llegar a buen puerto. El público totalmente entregado aplaudió con gran entusiasmo.
La segunda parte se inició con la ópera Rusalka, título con el que se presentó en 2005 en España (en Bilbao concretamente) una soprano estadounidense con ascendencia checa de nombre Sondra Radvanovsky. Con la «Canción de la luna» y el dúo con el Príncipe, ella consiguió lo mejor de la noche y Beczała exhibió el estupendo momento vocal en el que se encuentra. La orquesta atacó el interludio, llamado «La tregenda», de la primera ópera de Puccini, Le villi, un tanto atropelladamente pero la buena mano de Wilson supo encauzar a los músicos y conseguir un pulido final. Ella, siempre atenta a los cantantes, domeñó las estridencias que de vez en cuando surgían en los metales.
Tras el paréntesis orquestal, la segunda parte continuó con tres grandes momentos de la ópera Andrea Chénier, de Umberto Giordano. El tenor polaco firmó con musicalidad y gran vuelo lírico el aria «Come un bel dì di maggio» y la soprano una intensa y elocuente «La mamma morta», en la que nuevamente volvió a tener problemas en el registro agudo. El gran dúo final, «Vicino a te s’acquieta» fue la gran revancha para ella, en el que el contraste dramático estuvo muy bien cincelado con unas notas bien puestas. El público, tras sonoros aplausos y vítores, recibió de muy buena gana las propinas: el aria «Amor ti vieta» de la ópera Fedora, también de Giordano, interpretado por Beczała con una comedida intensidad y un «Pace, pace, mio Dio» de La Forza del destino muy bien interpretada por Radvanovsky, que aprovechó para mostrar su solidaridad con los afectados por la DANA (el día 10 de noviembre se presentan en Les Arts) y disculparse porque no estaba en las mejores condiciones físicas. Una petición de clemencia que llegó tarde, porque este tipo de situaciones se informan antes de iniciar el concierto. Ante la insistencia de los aplausos, la pareja interpretó el Brindis de «La traviata», animando a dar palmadas en modo fin de fiesta. Crítica: Concierto Beczała Radvanovsky Real
Madrid (Teatro Real), 3 de noviembre de 2024. Concierto de Sondra Radvanovsky y Piotr Beczała. Orquesta Sinfónica de Madrid (Titular del Teatro Real). Directora de orquesta: Kery-Lynn Wilson. OW