Por Pedro Valbuena Crítica: Samuel Mariño Arts Valencia
Una vez repasado el programa y comprobado que estaba leyendo bien el número de intérpretes que iba a intervenir, me puse en lo peor. Efectivamente, tal y como me temía, casi todo sonó huero en el concierto que ofreció el sopranista Samuel Mariño en Les Arts. Las grandes arias elegidas para el programa, seguramente impuestas por el cantante, fueron imaginadas para un grupo más nutrido de acompañantes, ya fuera en el ámbito litúrgico o en el operístico, de tal forma que, interpretándolas con un ensemble tan raquítico,no sólo se echó de menos la falta de un violín segundo y una viola, sino que el continuo también quedó huérfano al faltar el bajo de ocho pies que debe suministrar el violón. Ya en el inicio del concierto se evidenció el problema, puesto que la voz intermedia de la viola estaba ausente, y el violoncello cuando suplía su parte de “bassetti”, quedaba totalmente asfixiado, porque sencillamente Vivaldi estaba pensando en un grupo de cuerdas completo, en el cual cada instrumento tenía su función específica. Mas difícil de justificar resultó la interpretación del recitativo acompagnato que precedía al aria, «Tu, del ciel», de Händel, en el que el violín quedó solo y expuesto, tocando las notas largas de una armonía que no tenía ningún sentido en ausencia de las otras dos voces. Hubiera resultado tan sencillo suprimirlo… Por cierto, en ese aria la voz entró tarde en su primera intervención. Casi todo lo negativo que podría decir de este concierto hubiera sido solventado contratando dos instrumentos más, o de modo más resolutivo, seleccionando un programa adaptado a los medios y no al contrario.
El sopranista venezolano Samuel Mariño, en pleno ascenso en su carrera, ha recalado en el Palau de Valencia, para actuar en el ciclo Les Arts es barroc. Se había generado mucha expectación ante la apuesta innovadora de este cantante de timbre curioso, técnica infalible e imagen alternativa. Su impostación resulta no ser tal, sino que su laringe ha permanecido así desde la preadolescencia, según el mismo reveló en una reciente entrevista concedida a este medio, de tal forma que su timbre es natural, y por tanto mas flexible, al mismo tiempo que posee una extensión más amplia que la de la mayoría de los falsetistas. Mariño cantó con mucha seguridad, manteniendo una afinación excelente y abordando las agilidades a velocidad de vértigo. Cierto es que el registro grave le quedaba algo oscuro y falto de apoyo, pero quedaba compensado por la transparencia y volumen de sus agudos. Lo más intenso de la velada llegó en forma de propina, con la maravillosa aria de Alcina, Credete al mio dolor, cantada con muy buen gusto y con la instrumentación original. Como descanso para la voz se ofrecieron dos sonatas interpretadas al violín por Enrico Casazza y al cello solo por Aldo Mata. Ambas piezas fueron magistralmente resueltas, y acompañadas de forma elegante por el continuista Marco Silvi, que en esta ocasión no tuvo que forzar la realización del continuo tapando huecos, sino que fluyó diligentemente sobre las cifras. Por cierto, ese clavecín adolecía de falta de volumen aunque su timbre era muy bello. No insistiré más en que la sequedad de la sala no es adecuada para este repertorio. Crítica: Samuel Mariño Arts Valencia
El señor Mariño tomó la palabra para explicar el hilo argumental del programa, haciendo una emotiva (aunque algo farragosa) disertación sobre las diferentes formas de amar y la diversidad del mundo contemporáneo. La velada finalizó disipando la tensión emocional que habían generado acordes y palabras a través de una prolongada y sentida ovación.
Valencia, 15 de mayo de 2025. Palau de Les Arts. Teatro Martín y Soler. Delirio Amoroso. Samuel Mariño, sopranista. Enrico Casazza, violín. Aldo Mata, cello. Marco Silvi, clave.