Crítica: Medalla de oro para la nueva producción de ‘Les contes d’Hoffmann’ del Festival de Salzburgo

Por Luc Roger Crítica Contes d’Hoffmann Salzburgo

El Festival de Salzburgo ha confiado su nueva producción de Les Contes d’Hoffman a un trío parisino: Mariame Clément, que debuta en Salzburgo como regista, Marc Minkowski como director musical y Benjamin Bernheim en el papel principal de la última obra de Offenbach, parisino de adopción que murió antes de verla representada en la Ópera Cómica de París. La ópera no se representaba a orillas del Salzach desde 2003.

Benjamin Bernheim en ‘ Les Contes D’Hoffmann’ © Monika Rittershaus / Salzburger Festspiele 2024

La presenta producción utiliza la edición crítica de Jean-Christophe Keck, en la que Marc Minkowski trabajó con este gran experto en Offenbach para la versión de concierto que dirigió en la Salle Pleyel en 2012. La elección de confiar los cuatro papeles de las mujeres amadas por Hoffmann a una sola cantante responde a las intenciones de Offenbach. Minkowski subraya que se trata de una necesidad dramatúrgica: la ópera gira en torno a la obsesión de Hoffmann por una sola mujer, Stella, que reaparece en cada una de las historias de amor bajo una apariencia diferente, pero con la misma voz. El papel exige una soprano dramática de agilidad, una voz cálida e intensa capaz de producir una pirotecnia de gorgoritos. En esta ocasión, la elección recayó en la soprano estadounidense Kathryn Lewek, famosa por sus coloraturas y que ya cantó el cuádruple papel en la Ópera de Palm Beach, en Florida. Crítica Contes d’Hoffmann Salzburgo

Pero, ¿quién es Hoffmann? Esta es la cuestión central de la producción. Mariame Clément lo convierte en artista, en cineasta. Frente a un alto muro de hormigón que llena todo el fondo del escenario, vemos a un vagabundo dormido con la cabeza apoyada en un cojín. Este reposa a su vez sobre la bandeja inferior de un carrito de supermercado que parece estar lleno de material cinematográfico. Se trata de Hoffmann, un tipo ojeroso y alcolizado que transita por las profundidades de la depresión. Se encuentra en el set de producción de una película, donde todos los trabajadores se han reunido para comer. Hoffmann, que es el director, se anima a contar sus aventuras amorosas. Se proyecta una película o un vídeo a los participantes reunidos a la derecha del escenario, mientras que la acción, filmada por Hoffmann, tiene lugar a la izquierda. Hoffmann es a la vez el realizador y un actor que participa en la acción. La puesta en escena explora el modo en que la creación artística y la vida se entrelazan. Las tres historias filmadas por Hoffmann corresponden a tres etapas de su vida: los episodios de la muñeca, la cantante, a la que se prohíbe cantar, y la cortesana. Aunque Olympia, Antonia y Giulietta son puras proyecciones de Hoffmann, una fantasía del autor, la puesta en escena les confiere una vida independiente.

Otro momento de ‘Les contes d’Hoffmann’ con Géraldine Chauvet (Voz de la madre), Benjamin Bernheim (Hoffmann), Christian Van Horn (Dr. Miracle) y Jerome Varnier (Crespel) © Monika Rittershaus / Salzburger Festspiele 2024

La Olympia de Salzburgo no es sólo la muñeca mecánica tradicionalmente representada. También es un personaje de carne y hueso, una chica exuberante que canta vestida como Barbarella, la heroína de la película de Vadim de 1968. Hoffmann la filmó en un decorado lunar al estilo de Méliès, con los platillos volantes de rigor. Cuando sale del plató, la vemos con un peinado a lo Sheila, una cantante francesa de los años sesenta, dos coletas y una falda de tartán muy corta. Para el episodio de Antonia, los trabajadores del cine han desaparecido y todo el escenario está ocupado por la confortable y románticamente decorada casa del padre de la joven. El recuerdo de la madre muerta está presente en todas partes. A las fantasías de la escena de la muñeca siguen elementos de lo fantástico. La muerte acecha amenazadora. En la última escena, la fantasmagoría se apodera de la escena. En esta evolución, queda claro hasta qué punto era esencial que las tres mujeres fueran interpretadas por una sola cantante. Lo mismo ocurre con el personaje de Lindorf y sus tres homólogos. Hoffmann, que sufre las consecuencias de sus acciones contra Spalanzani y luego contra el consejero Crespel y su hija, se convierte en la víctima principal del tercer episodio de amor. El cuádruple diablo se vuelve cada vez más físico: primero lleva cuernos, luego desarrolla manos gigantescas y ganchudas, le crece una cola y se vuelve cada vez más obeso y enorme. Lo fantástico alcanza su clímax con la aparición de híbridos humanos: dos figurantes con un ojo gigantesco en lugar de cabeza (son los ojos que vende el charlatán Coppelius), luego figurantes cuyas cabezas han sido sustituidas por una gran cámara de cine y que se desplazan en banda. La gran mise en abyme organizada por Mariame Clément no es un collage de efectos, como suele ocurrir cuando se introduce un decorado cinematográfico en una producción operística, sino que tiene sentido y resulta eficaz, dando buena cuenta de Hoffmann como artista.

‘Les Contes D’Hoffmann’: Michael Laurenz (Spalanzani) y Kathryn Lewek (Olympia) © Monika Rittershaus / Salzburger Festspiele 2024

El inmenso escenario del auditorio principal del Festival, uno de los más grandes de Europa, es objeto de una espacialización verdaderamente lograda por la escenógrafa de la producción, Julia Hansen, quien también se encargó del vestuario. Este caracteriza perfectamente a los personajes, sin olvidar el sentido del humor que sobrevuela toda la obra. Los movimientos del magnífico coro vienés están cuidadosamente coreografiados por Gail Skrela. Parte esencial de la puesta en escena, las acertadas proyecciones cinematográficas de películas antiguas o de grandes retratos proyectados, en particular de Hofmann, son obra de Étienne Guiol. Toda la puesta en escena se basa en una profunda descodificación textual del libreto. Un buen conocimiento de la lengua francesa, de sus adornos y artificios, resulta necesario para sacarle todo el jugo al trabajo de Mariame Clément. El dramaturgo Christian Arseni da buena cuenta de ello en sus notas al programa.  Crítica Contes d’Hoffmann Salzburgo

Benjamin Bernheim adora el papel de Hoffmann, para el que su voz parece perfectamente adaptada. Con un talento teatral y vocal consumado, interpreta las múltiples facetas y colores de Hoffmann enamorado, ingenuo, estúpido, enfadado, depresivo, creativo, y mucho más. Se percibe la alegría que experimenta al subirse al escenario, que termina contagiando al público. ¡Qué finura, qué sensibilidad, qué caleidoscopio de destellos, qué suntuoso tenor! Un Hoffmann de antología. Pero la felicidad nunca viene sola, y sus compañeras de escena juegan en la misma división que él. La americana Kathryn Lewek hizo gala de su voz de soprano dramática de coloratura y de sus cualidades interpretativas, que la llevan de la joven sensual con un erotismo guerrero a la romántica dolida, luego a la manipuladora pusilánime, estas tres mujeres se funden en una sola, Stella, la estrella que ha tocado el corazón de Hoffmann. Kate Lindsey, otra estadounidense, quema el escenario como Muse/Niklausse con su profunda voz de mezzosoprano, una voz de garganta plena y conmovedora y de una intensidad dramática que llega al alma. El bajo-barítono americano Christian Van Horn, con su voz poderosa e penetrante y su timbre seductor y bien proyectado, parece un chulo como Lindorf, se transforma en un Coppélius repulsivo, un villano que se regodea en el mal que hace. para encarnar luego a Dapertutto, el mismísimo diablo, que recoge las sombras de los hombres que captura en su espejo mágico. Cuatro demonios es mucho para un solo hombre, pero no para Christian Van Horn, que esta noche hizo honor a su nombre, como comprenderán los germanohablantes y neerlandófonos (Horn = cuerno).

‘Les Contes D’Hoffmann’: Benjamin Bernheim (Hoffmann) y Konzertvereinigung Wiener Staatsopernchor © Monika Rittershaus / Salzburger Festspiele 2024

Léo Vermot-Desroches, finalista del concurso Voix nouvelles, es el cover de Benjamin Bernheim en esta producción. Tuvo que sustituirlo durante el ensayo general, cuando Bernheim viajó a París para cantar el Hymne à Apollon de Fauré en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos. Pero el tenor parisino regresó a Salzburgo para interpretar a Hoffmann… ¡como un campeón olímpico!

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Festival de Salzburgo, 13 de agosto de 2024. Les contes d’Hoffmann, libreto de Jules Barbier y música de Jacques Offenbach.

Marc Minkowski: Dirección musical. Mariame Clément: Dirección escénica. Julia Hansen: Escenografía y vestuario. Paule Constable: Diseño de iluminación. Étienne Guiol: Videoproyecciones. Gail Skrela: Coreografía. Christian Arseni: Dramaturgia.

Reparto: Benjamin Bernheim (Hoffmann), Kathryn Lewek (Stella / Olympia / Antonia / Giulietta), Christian Van Horn (Lindorf / Coppélius / Le docteur Miracle / Dapertutto),
Kate Lindsey (La musa / Nicklausse), Marc Mauillon (Andres / Cochenille / Frantz / Pitichinaccio), Géraldine Chauvet (La voz de la madre), Michael Laurenz (Spalanzani),
Jérôme Varnier (Crespel / Maestro Lutero), Philippe-Nicolas Martin (Hermann / Pierre Schlémil), Paco García (Nathanaël), Yevheniy Kapitula (Wilhelm).

Coro del Konzertverein de la Ópera Estatal de Viena, Alan Woodbridge (Director del coro). Orquesta Filarmónica de Viena.

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