Por Federico Figueroa Crítica: contes d’Hoffmann» Opera Londres
Llega a la Royal Opera la nueva propuesta escénica de Les contes d’Hoffmann firmada por el veneciano Damiano Michieletto, que se ya ha visto en Venecia (La Fenice) y en Sydney (Opera House) en 2023. Y a este estreno se suma otra novedad, la de contar con el gran tenor Juan Diego Flórez en el personaje epónimo de esta sensacional ópera de Jacques Offenbach, cuyo argumento es tan heterogéneo como su música, capaz de entreverar con gran maestría lo cómico, lo trágico y lo fantástico. La muerte del compositor antes del estreno de su única ópera la ha dejado un tanto al arbitrio de cada equipo creativo, cuestión que hace más fascinante aún su recorrido por el mundo operístico.
Jacques Offenbach (1819-1880) tuvo una gran relevancia en la vida cultural parisiense del Segundo Imperio y llegó a regentear un teatro (Théâtre des Bouffes-Parisiens), desde el que se convirtió en el emperador de la opereta: libretos humorísticos con buenas dosis de sarcasmo y bien servidos por una música alegre y refinada. Quiso no obstante dejar claro que su talento iba más allá de este género y emprendió el camino de componer una ópera, pero su salud no le permitió verla en los escenarios. Esa obra es Les contes d’Hoffmann, que hoy forma parte del selecto grupo de óperas que se ven con frecuencia en los grandes centros líricos de todo el mundo. El argumento está basado en los cuentos del polifacético artista alemán Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, que alcanzó una gran popularidad como literato en Francia. Offenbach nos regala una partitura de excelente calidad, en la que el componente fantástico pone alas a su imaginación, aunque por otro lado se trata de una música que bebe de Mozart y Fromental Halévy, entre de otros compositores.
Damiano Michieletto se adentra en el mundo de fantasía de Les contes con los pies bien puestos en la tierra. Hace reflexionar a Hoffman sobre su vida amorosa, siendo ya casi un anciano, lo que nos recuerda a un Fausto de taberna. Y vemos pasar ante nuestros ojos al adolescente que se enamora de Olympia para después, en sus primeros veintes, intentar conquistar a Antonia, y unos años después, ya entrado en la madurez, probar suerte en el sofisticado mundo al que pertenece Giulietta. Su vida en el momento de la representación está dominada por el alcoholismo y Nicklause es como un ángel custodio que intenta salvarlo de un destino que pinta mal. El movimiento escénico y coreográfico (Chiara Vecchi) es intenso y está bien coordinado en todo momento; la inclusión de bailarines que sirven como diablillos y también como hadas, unos acompañando al personaje maléfico y otras a la Musa o a Nicklause, entronca con el espíritu de la ópera francesa al tiempo que suma a la producción. La escenografía de Paolo Fantin, que a primera vista pudiera parecer austera, pronto se convierte en un dinámico y colorido espacio de juego, el embalaje idóneo para un divertido juguete. Al buen resultado final contribuyen también la inteligente iluminación de Alessandro Carletti y el variado diseño de vestuario de Carla Teti. Además, cada acto queda bien enmarcado temporalmente por la edad del protagonista, una persona que se ha atrevido a vivir sus sueños.
La noche también alcanzó altas cotas de perfección en cuanto a la interpretación musical. Antonello Manacorda hizo una lectura vigorosa desde la obertura, buscando el clímax en cada acto, al tiempo que fue cuidadoso con las voces solistas. La tensión y la calidez, sin menoscabo de la inmediatez propia de la música offenbachiana, estuvo siempre presente. La gran calidad de la orquesta de la Royal Opera hizo que todo fluyera deliciosamente.
El tenor Juan Diego Flórez ya se acercó al romanticismo «alemán» con Werther, de Gounod, y debutó el personaje de Hoffmann en 2018, en la Ópera de Montecarlo. La sala de la Royal Opera londinense es notablemente más grande que aquella y Flórez resultó eclipsado en los dúos, tercetos y conjuntos, momentos en los que el sonido de su voz desaparecía. Pero en las partes solistas, mimado desde el foso, su voz enamoró por la belleza tímbrica, la claridad en la articulación y el elegante fraseo. El acto veneciano es la parte más difícil para él, con una orquestación más densa y la comparecencia de más voces en los momentos en los que Hoffmann participa. Su presencia escénica es atractiva y juvenil, ideal como el soñador creativo, y creíble luego como el borracho trasnochado, pero desde luego su Hoffmann no quedará inscrito en la lista de los grandes pues no es un personaje hecho para su tipo de voz. El bajo barítono Alex Esposito es una de las mejores opciones actuales para interpretar a los cuatro personajes «diabólicos». A sus sobresalientes cualidades escénicas suma una voz cálida, homogénea y en forma. La lengua de Molière cantada no es un problema para el artista italiano y, aunque no imaginemos la perversidad con su voz, logra arrastrarnos al mal por la vía del sarcasmo que explora ampliamente la puesta en escena, con ese travestimiento final en Stella.
Olga Pudova nos ofreció una sensacional Olympia, con un timbre no especialmente atractivo peso sincero, dando a su acción escénica el aplomo de una gran artista y adornando sus líneas musicales con gran inteligencia. Del personaje de Antonia, un verdadero bombón, se encargó la soprano Ermonela Jaho con generosa entrega tanto vocal como escénicamente. La soprano Marina Costa-Jackson estuvo visualmente muy bien como Giulietta, aunque su canto haya quedado deslucido por un vibrato excesivo. Su voz carnosa parece de gran volumen pero en los concertantes también había momentos en los que desaparecía. En la célebre barcarolla hizo buena combinación con la mezzosoprano Julie Boulianne, una cantante de timbre y línea de canto muy atrayente a la que la puesta en escena le demanda un movimiento casi constante. Crítica: contes d’Hoffmann» Opera Londres
La mezzosoprano Christine Rice se encargó de La Muse, dotando a este extraño personaje de una gran entidad vocal y escénica, merced de la propuesta de Michieletto que la transforma en una especia de hada madrina de Hoffmann. Los cuatro sirvientes (Andrès, Cochenille, Frantz, Pittichinaccio) los encarnó Christophe Mortagne con suficiente gracejo. Vestido como un maestro de ballet interpretó a Frantz y se ganó los aplausos del público con ‘C’est la méthode’. El resto del elenco reflejaba los estándares (Alastair Miles, Jeremy White, Ryan Vaughan Davies, Vincent Ordonneau) que uno esperaría en un teatro de la categoría de la Royal Opera. Crítica: contes d’Hoffmann» Opera Londres
El público disfrutó de lo lindo a lo largo de toda la velada y al caer el telón respondió con una prolongada y generosa ovación a todos los artistas. Sin duda, se trata de un espectáculo muy bien asentado en la profunda e imaginativa propuesta escénica de Michieletto, que sabe servir a este título imperecedero. La grabación de una de estas funciones será emitida en salas de cine de muchos países del mundo el 15 de enero de 2025. Crítica: contes d’Hoffmann» Opera Londres
Londres (Royal Opera House), 10 de noviembre de 2024: Les contes d’Hoffmann Crítica: contes Hoffmann» Opera Londres
Dirección musical: Antonello Manacorda Dirección de escena: Damiano Michieletto
Elenco: Juan Diego Flórez, Julie Boulianne, Alex Esposito, Olga Pudova, Ermonela Jaho, Marina Costa-Jackson, Christophe Mortagne, Christine Rice, Alastair Miles, Grisha Martirosyan, Jeremy White, Ryan Vaughan Davies, Vincent Ordonneau. Crítica: contes Hoffmann» Opera Londres