Crítica de «Ainadamar» (O. Golijov)

Teatro Real de Madrid. 8 Julio 2012.
Llega a su final la temporada de ópera del Teatro Real con esta ópera del compositor
argentino Osvaldo Golijov, cuyo mayor interés – más bien, único - es tratar de la
figura de Federico García Lorca. Al tratarse de una ópera desconocida por estos lares,
me ocuparé de ella en los párrafos siguientes, pero me adelanto a decir que no me
parece un acierto su inclusión en una temporada de ópera regular, como la del Teatro
Real. Como ha ocurrido con otros títulos – C(h)oeurs , Marina Abramovich, Poppea e
Nerone - , su programación habría sido mucho mas adecuada dentro de un festival que
en una temporada regular. Poco tiene de extraño que ya desde el inicio de su andadura,
Ainadamar se ha ofrecido en festivales de música, empezando por su estreno absoluto
en el Festival de Tangelwood en el año 2003, siguiendo por su aparición en la
temporada de conciertos de Los Angeles Philarmonic (no confundir Los Angeles Opera)
unos meses mas tarde, o su paso por el Festival de Santa Fe en 2005, donde se estrenó la
producción que ahora llega a Madrid, así como su premiere británica en Birmingham, o
sus apariciones en el Festival de Cincinnati o en el Carnegie Hall de Nueva York. En
temporadas regulares –y con matices importantes – ha pasado por teatros tan
importantes como Darmstadt, Long Beach y La Plata, teatros a los que podría
incorporarse con muchas reservas la Ópera de Filadelfia. Su inclusión en la actual y
caprichosa temporada de ópera del Teatro Real no parece la mejor manera de defender
al abonado, especialmente en los tiempos que corren.

Escena. Foto: Javier del Real

Ainadamar (Fuente de Lágrimas en morisco) alude al paraje donde fue asesinado
Federico García Lorca en la Guerra Civil. La ópera presenta la muerte de Federico en un
muy bien traído paralelismo con la de María Pineda, cuyas figuras ocupan una buena
parte de la ópera que nos ocupa, mientras que en la última escena el mayor
protagonismo recae en la gran actriz Margarita Xirgú, amiga del poeta y tantas veces
protagonista de sus obras de teatro, entre las que María Pineda ocupa un lugar relevante.
Tanto Lorca como Pineda se nos ofrecen como mártires de la libertad, en un
paralelismo asombroso en vida y muerte. Sin duda que son estas dos figuras o iconos
auténticamente universales los que dan sentido y fuerza a esta ópera.
La música del argentino Osvaldo Golijov resulta un tanto irregular, aunque no se trata
de una de esas obras musicales que producen rechazo en muchos aficionados. Sin ser
una obra excepcional, se escucha con agrado en muchos momentos, aunque falta un
auténtico sello personal por parte del autor. El libreto de David Henry Hwang mezcla
recuerdos y homenajes y está bien resulto, siendo lo mejor de toda la ópera la selección
de versos de Federico García Lorca, en la que no creo que el libretista haya tenido nada
que ver, y que, si no me equivoco, son la gran novedad de la versión ofrecida por el
Teatro Real., ya que la figura de Margarita Xirgú, como recitadora de los versos, no
aparece en ninguna de las críticas a las que he tenido acceso de todas sus
representaciones.

Escena. Foto: Javier del Real

El Teatro Real es bien sabido que no pierde oportunidad de colocarse medallas y así se
anuncia esta ópera como Estreno Mundial de la nueva versión para el Teatro Real.
¿Qué se entienda por nueva versión es algo muy personal? Lo cierto es que esta ópera
tuvo una primera modificación ya para el concierto con Filarmónica de Los Angeles, así
como para su paso por Santa Fe. De hecho, los 70 minutos de duración de la versión
estrenada en Tangelwood pasaron a 75 en Los Ángeles y a algo más en Santa Fe. Los
90 de Madrid creo que no son otra cosa que el añadido de los magníficos versos de Federico.
Hay un aspecto que me llama mucho la atención de las críticas, a las que he tenido
acceso en las distintas apariciones de esta ópera en América y Europa. En ninguna de
ellas se hace referencia a que las voces estuvieran amplificadas. En la del Teatro Real lo
están y ¡de qué manera!. Tanto las de los solistas como las del coro, como, por
supuesto, los efectos especiales en las ejecuciones. ¿será que a los críticos les da igual
si las voces están amplificadas o no? O será que este Estreno Mundial de la nueva
versión para el Teatro Real tiene como “aporte “ fundamental que las voces se
amplifican, como si estuviéramos en Bregenz?

La producción se debe al cineasta Peter Sellars y fue estrenada, como ya he
mencionado anteriormente, en el Festival de Santa Fe en el año 2005. Se trata de un
trabajo minimalista, con un escenario (Gronk) con tres paredes con pinturas de corte
cubista, en gran medida evocadoras de obras Picasso, y un gran espacio desnudo, con
gran protagonismo de un coro de 12 mujeres con vestidos negros, que hacen la labor de
coro griego o más bien de coro de plañideras. El vestuario (Gabriel Berry) resulta
adecuado, siempre en negro, salvo el de los compañeros de ejecución de Lorca, y el de
la recitadora, que va de blanco. Buena la labor de iluminación de James F. Ingalls. La
producción funciona bien y se ve con agrado, aunque no sea particularmente brillante.
En los últimos minutos de la ópera se levantan las paredes pintadas, para dejar ver al
fondo la Plaza de Isabel II y la gente paseando. Esto mismo hizo La Fura dels Baus en
su producción de la Flauta Mágica hace unos años. Como diría Mimí: Il perchè non so.

Escena. Foto: Javier del Real

La dirección musical estuvo a cargo del argentino Alejo Pérez, cuya lectura me pareció
interesante y adecuada, en una composición en la que la percusión se convierte en
elemento fundamental. Cuidó mucho el volumen que salía del foso, sacando un buen
trabajo de la Orquesta Sinfónica de Madrid, cuyos percusionistas además tocaron
palmas y lo hicieron bien. El Coro Intermezzo se encargó de las 12 plañideras
enlutadas y lo hicieron de manera notable.
Me van a perdonar mis lectores que no entre a hacer una valoración de la actuación
vocal, ya que no me parece aceptable que todas las voces, sin excepción, hayan estado
amplificadas, incluyendo también el coro. Cada uno es muy libre de dar a este asunto la
importancia que quiera. En mi caso no tengo ni la más mínima duda en considerar la
decisión de quien sea - ¿Golijov? ¿Sellars? ¿Mortier? – como absolutamente rechazable.
Dejé de ir al ballet, cuando se puso de moda ofrecerlo con música enlatada y recuerdo
que entonces escribí que me resultaba tan rechazable como si se amplificaran las voces
en la ópera. Pues bien, esto ya ha llegado. Gracias a quien nos ha traído a la
modernidad, pero espero que de aquí se salga a un futuro mejor.

Nueria Espert durante la representación "Ainadamar". Foto Javier del Real
Los amplificados fueron Nuria Espert (Margarita Xirgú, actriz), Jessica Rivera
(Margarita Xirgú, cantante), Kelley O’Connor (Federico García Lorca), Nuria Rial
(Nuria), Jesús Montoya (Ruiz Alonso, cantaor), Marco Berriel (Ruiz Alonso,
bailarín), Miguel Ángel Zapater (José Tripaldi), David Rubiera (Un Maestro) y Ángel
Rodríguez (Un Torero).

Kelley o'Connor y Jessica Rivera. Foto: Javier del Real

Función de estreno, con una entrada que andaría alrededor del 80 % del aforo. Nunca
había visto así el Teatro Real en una función de estreno. No sé si la razón era el título, el
precio de las localidades o el calor reinante en Madrid. El público dedicó una acogida
cálida a los artistas, especialmente a Nuria Espert y a Jessica Rivera. Salió a saludar el
compositor.
La representación comenzó con 5 minutos de retraso y tuvo una duración total de 1 hora
y 31 minutos, sin haber intermedios. Los aplausos finales se prolongaron durante 5
minutos.
Al ser la primera representación de la serie, el precio de la localidad más cara era de 309
euros, que pasaban a 272, 188, 99, 69 y 37, dependiendo de altura y ubicación. No es
precisamente lo que puede considerarse una favorable relación precio-calidad.

José M. IRURZUN