Crítica de ALBERT HERRING de BRITTEN

Théâtre du Capitole de Toulouse. 27 Enero 2013.

 

El año 2013 no solo conmemora el segundo centenario del nacimiento de Verdi y Wagner, sino también el primero del nacimiento de Benjamín Britten. Así lo ha entendido el Capitole de Toulouse, que ofrece en esta temporada obras de los tres grandes compositores, cuyo centenario se celebra. Se abrió la temporada con Rienzi y se cerrará con Don Carlo, mientras que para abrir el año se ha programado Albert Herring, que es la tercera o cuarta ópera de Britten, dependiendo de que consideremos a Paul Bunyan como ópera u opereta.

 

Benjamín Britten no solo es el más grande compositor de óperas de la historia de Gran Bretaña, sino que su figura se va agigantando conforme pasan los años. Si a su muerte en 1976 sus óperas apenas eran conocidas fuera de su país, en estos últimos 30 años se ha convertido – junto con el checo Leos Janacek – en el gran descubrimiento del público fuera de sus fronteras y hoy sus óperas se programan con regularidad en muchos teatros.

Albert Herring se estrenó en Glyndebourne en 1947 y sin mucho éxito. La ópera lleva el sello personal de su autor, a quien tanto atraían los personajes poco acomodados a los hábitos de las comunidades en que vivían. Así ocurre en Peter Grimes, Billy Budd o Muerte en Venecia, y también en Albert Herring, quien es objeto de las burlas del pueblo de Loxford, siendo nombrado como “Reina de Mayo”, hasta que el joven decide soltarse el pelo ante la consternación de su familia y vecinos. Es ésta una de las óperas de cámara que compuso Britten y me llama la atención que sus apariciones en escena no sean mucho más frecuentes, ya que tiene todos los ingredientes para que muchos teatros en el mundo la programen: una música de calidad, una trama divertida, una orquesta de 13 músicos, y un plantel de cantantes que no exigen la presencia de divos. Todavía se puede añadir el hecho de no hay coro en la ópera. Me atrevo a decir que es la ópera ideal para tiempos de crisis.

 

El Capitole de Tolulouse nos ha ofrecido la producción de Richard Brunel, que se estrenara en la Opera Comique de París en Febrero de 2009. Se trata de un trabajo simple y bien hecho, que se ve con agrado. La escenografía de Marc Lainé ofrece un escenario giratorio con una mampara en el centro, que sirve perfectamente para facilitar los cambios de escena. La acción se trae a tiempos modernos, con un divertido vestuario de Claire Risterucci y una buena iluminación de Mathias Roche. El trabajo de dirección de escena está muy centrado en un grupo de cantantes-actores, perfectos conocedores de la partitura y que actúan y  cantan de manera muy convincente. Hay que destacar el uso de proyecciones muy eficaces, especialmente durante la fiesta de coronación de la Reina de Mayo, en la que es todo un espectáculo ver en primeros planos la cara de Albert Herring durante los discursos de sus vecinos. El humor nunca está ausente de la producción y resulta un trabajo escénico muy adecuado.

 

La dirección musical estuvo encomendada al británico David Syrus, cuya carrera se ha desarrollado en los últimos años en el Covent Garden, aunque no como director titular. Su labor me ha parecido eficaz, aunque eché en falta más matices e ironía en su lectura. Buena la actuación de la en esta ocasión reducida Orchestre National du Capitole.

El reparto no ofrecía figuras de relumbrón, sino un equipo compacto, muy equilibrado y sin ningún fallo.

 

El tenor Sam Furness fue un notable intérprete de Albert Herring. No es éste un personaje que necesita un cantante brillante, sino un convincente actor-cantante y el británico lo resuelve francamente bien.

 

El mayor interés del reparto venía de la presencia de la soprano americana Tamara Wilson en el personaje de Lady Billows. Estamos ante una de las prometedoras jóvenes sopranos del panorama actual, a la que no le acompaña la figura, aunque en esta ópera esto no tiene la más mínima importancia. Su voz responde a la de una soprano spinto y tuvo una buena actuación. En menos de un mes la podremos ver en Víperas Sicilianas en Bilbao y podremos juzgarla mejor. Tengo la impresión de que su centro se queda un poco atrás lo que puede penalizarla en el Euskalduna, y algunas dudas sobre su registro alto, que aquí no tuvo que utilizar.

 

Susan Bickley estuvo bien como Florence Pike, aunque no está muy sobrada de poderío en el centro. Muy adecuada la soprano Ana James en el personaje de Miss Wordsworth, la maestra del pueblo. Buena impresión la dejada por el barítono Craig Verm en el personaje de Sid. La mezzo soprano Daniela Mack hizo una estupenda Nancy, tanto vocal como escénicamente. Anne-Marie Owens estuvo bien en el personaje de Mrs. Herring, la posesiva y autoritaria madre de Albert. Las fuerzas vivas del pueblo estuvieron bien cubiertas por Dawid Kimberg, como Mr. Gedge, el vicario, John Graham-Hall, como Mr. Upfold, el alcalde, y Wayne Tigges, como Mr. Budd, el policía. Completaban el reparto 3 niños, que cumplieron bien, Fiona Brindle (Emmie), Emma Warner (Cis) y Finlay A’Court (Harry).

 

El Capitole no ofrecía una gran entrada, aproximadamente un 85% de su aforo. El público se mostró cálido con los artistas, sin excesivo entusiasmo.

 

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración total de 2 horas y 48 minutos, incluyendo un  intermedio de 22 minutos. Duración puramente musical de 2 horas y 25 minutos. Los aplausos finales se prolongaron durante 5 minutos.

 

El precio de la localidad más cara era de 86 euros. En los pisos superiores los precios  oscilaban entre 70 y 42 euros. La localidad más barata costaba 33 euros.

 

 

 

 

 

José M. Irurzun