Crítica de Carmen en el Gran Teatre del Liceu

Crítica de Carmen en el Gran Teatre del Liceu

Tras un descanso de cuatro años, la última representación de esta fue el 11 de julio del 2011, ha vuelto Carmen al al Gran Teatre del Liceu con la producción que firma el regista burgalés Calixto Bieito. Estas representaciones de Carmen han obtenido un gran éxito de público, no así de intérpretes en una serie de seis representaciones con un único cast.

Esta producción de Carmen en el Gran Teatre del Liceu es, junto con La Flauta Mágica de Comedians y L’Elixir d’amore de Mario Gas, de las más representadas en otros teatros españoles y europeos y perteneciente al cada vez más escaso fondo de armario del coliseo de las Ramblas.

El inicio de esta producción se remonta diecinueve años atrás, cuando en 1999 los responsables del Festival de Peralada animan e invitan a Bieito a dirigir este hit-parade de la historia de la ópera francesa tras sus incursiones con más o menos acierto en su género hermano, la zarzuela, con títulos como El Barberillo de Lavapiés y La Verbena de la Paloma.

Para esta producción de Peralada, hermana gemela de la del Liceu (en concepto aunque mayor de volumen) se contó hace casi dos décadas con cuatro divos diííciles de casar, la pareja de moda de entonces Giorgiu-Alagna y otra pareja igualmente explosiva compartiendo las directorías, Gian Andrea Noseda en el foso y Bieito en el escenario. Según cuentan quienes trabajaron entonces fue un verdadero tour de force que dió lugar a una producción, como no podía ser de otra forma, polémica y diferente pero muy trabajada y exitosa.

Tras casi dos décadas de recorrido sigue siendo una producción conceptualmente muy válida, aunque algunos bien-pensantes no la vean como de su predilección. Pero si el concepto es válido, actual y creíble ¿por qué la función que vimos de esta producción de Tosca en el Gran Teatre del Liceu no nos convenció? Simplemente porque los cantantes-intérpretes no ofrecieron lo que Bieito exigió a sus personajes.

En una producción donde cada uno de los roles, desde Carmen hasta Morales está trabajado teatralmente de una manera detallista y que obliga al cantante a darlo todo hasta la extenuación física y cánora, el cast ofrecido por el Liceu se quedó corto en los principales papeles.

Béatrice Uria-Monzon gran conocedora del papel y de esta producción, que la ha llevado incluso al formato de DVD, tuvo algunos problemas de afinación en bastantes momentos y no trasmitió la química que hubo con otros partenaires, tan necesaria en esta producción.

Crítica de Carmen en el Gran Teatre del Liceu

El barítono debutante Massimo Cavaletti fue un Escamillo más valiente en el dúo con el tenor que en su aria de presentación, pero en ambas intervenciones se le percibía un engolamiento en la parte más aguda de la tesitura no brillando cómo se podía esperar de un barítono de ese curriculum.

Pero quien se llevó la parte más lamentable fue el tenor alemán Nikolai Schukoff cuyo instrumento fue agradable en algún momento y con alguna iniciativa a reconocer, como acabar el “aria de la flor” en piano, como exigió Bizet en su partitura y que solamente Carreras supo conseguirlo con belleza y pasión. Pero la mayor parte de la función la voz sonó rota, con problemas de emisión hasta el punto que nos hizo pensar que no llegaría al final de la función. De hecho su dúo final fue más una continúa sucesión de gritos que de notas bien emitidas. No nos explicamos cómo este artista puede estar cantando Florestán, Sigfrido, Parsifal, Lohengrin…si su Don José es tan “peligroso”.

Otra de las debutantes en esta producción fue la soprano croata Evelin Novak que fue la triunfadora vocal de la noche. Ya desde el primer dúo se vió su potencial pero donde se llevó al público al bolsillo fue con su aria del tercer acto por su fraseo cuidado, sus pianos y un timbre que acaricia los oídos junto con una interpretación natural y creíble.

En cuanto a los papeles menores destacaron los de casa, Vas, Mentxaca, Canturri, Sanmartí,…no así el Zúñiga de Giovanni Battista Parodi, con una voz difícilmente audible, mal enfocada y de bastas maneras canoras. No sabemos si se piensa para algún otro papel en el futuro pero evidentemente para este rol hay muchos cantantes españoles mejor dotados que el genovés.

El Coro titular funcionó casi perfectamente, si exceptuamos alguna descoordinación con la orquesta, siendo el primer gran triunfo, y auguramos muchos más, de la nueva directora de la formación, Conxita García, una gran profesional que desde hace una década forma parte del plantel del teatro y que esperemos se la deje trabajar durante el tiempo suficiente para demostrar su titularidad y su valía.

Hemos dejado para el final de esta producción de Carmen en el Gran Teatro del Liceu al director musical, Ainars Rubikis, una de las batutas jóvenes y prometedoras del panorama actual. Originario de Riga ha tenido una carrera meteórica tras su paso por el Concurso Gustav Mahler de dirección del 2010. Observando su trabajo se puede decir que tiene un gesto perfecto, unas ideas claras y unos tempos verdaderamente agitados. El problema fue la respuesta de la orquesta, que a veces no tenía la intención marcada por la batuta, los pianos seguían siendo mezzofortes y los cambios de tempo y dinámica costaban arrancar. Aún así esperemos que sea un fichaje en futuras producciones.

Acabamos esta crítica con un último comentario…¿cómo es posible que con lo que cobra un director de escena por una producción no pueda venir ni siquiera a los últimos ensayos y a recibir los bravos o abucheos que provoque su trabajo? No es de recibo.

Robert Benito