Crítica de CD. St Petersburgo. Celicia Bartoli hace caja con la ópera rusa del siglo XVIII

cecilia bartoli st. petersburg

Carlos Javier López

El sello Decca publica el último trabajo de Cecilia Bartoli, dedicado a la ópera barroca interpretada en la corte rusa durante el siglo XVIII. El disco incluye temas inéditos extraídos de los archivos de la Biblioteca Musical del Teatro Mariinsky de San Petersburgo.

En la Rusia del siglo XVIII tuvieron que llegar las mujeres al poder para que el país dejara poco a poco atrás su pasado de pobreza, autarquía y aislamiento cultural. Fueron tres las zarinas que, inspiradas en los cambios culturales de la Europa occidental, colocaron a Rusia en la escena internacional, en lo político, lo económico, y en las artes. En 1730, la familia de artistas italianos Ristori recibió un permiso de un año para viajar desde la corte polaca, donde trabajaban interpretando ópera para Augusto II, a la corte rusa, a las órdenes de cuando cruzaron la frontera con un permiso de trabajo de la reina Anna Ioánnovna. No será hasta 1755 que Araia componga Tsefal i Prokris (“Céfalo y Procris”), considerada la primera gran ópera rusa. Así fue como el género entró en Rusia, y con él la modernidad en las artes, rompiendo la mítica estanquidad rusa.

La mezzo romana Cecilia Bartoli dedica su último producto discográfico a estas tres emperatrices: Anna Ioánnovna, Elizaveta Petrovna (Isabel) y Catalina II (también conocida como “la Grande”). Se trata de relatar, a través de 11 arias inéditas, cómo sonaban aquellas primeras óperas compuestas en ruso, o interpretadas por artistas rusos. Para ello Bartoli ha rebuscado en los archivos del teatro Marinsky y, como los buscadores de oro del Far West ha elegido páginas de los compositores Araia, Raupach, Dall’Oglio, Manfredini y Cimarosa.

Debemos advertir de que, estilísticamente, poco de novedoso pueden aportar estas páginas, pues fueron creadas en un circuito operístico de segunda (el ruso), que sólo a golpe de talonario consiguió atraer fugazmente a grandes artistas italianos. Allí se escucharon obras nuevas, sí, pero que imitaban a las óperas barrocas italianas, en temática y estilo. Como sabemos gracias al artículo de Anna Boulova publicado en esta revista, faltaba mucho para que, tras el Evgeni Oneguin de Pushkin, se asentaran definitivamente las bases de la literatura rusa. Por supuesto, las incidentales obras en ruso del XVIII no superaban las de Leo, Hasse o Metastasio. Estas obras no son, pues, una pieza importante dentro de la Historia de la Ópera. Sin embargo, resucitarlas y llevarlas al disco en el siglo XXI no deja de ser una audacia digna de elogio. Suponen, además, el testimonio de una tradición operística incipiente, los albores de un género que se asentaría para siempre en Rusia, que daría lugar a títulos universales.

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El afamado conjunto orquestal I Barrocchisti, dirigido por Diego Fasolis, acompaña a la diva romana y consigue unas interpretaciones historicistas, pero frescas e interesantes (en lo posible). Por su parte, Bartoli, alias ‘la metralleta’ por su facilidad para emitir notas breves a toda velocidad, aporta una voz que va decantando definitivamente hacia un instrumento de timbre oscuro. Los pocos destellos juveniles que aún quedaban en la parte aguda del registro se van velando, pero el centro suena rotundo y carnoso.

También debemos comentar el lujo con el que se presenta este compacto. Acompaña al disco un libreto con tres interesantes artículos, además de abundante material gráfico. Aunque casi todo ello es útil e interesante, se ofrecen morbosos detalles históricos que nada tienen que ver con la ópera, y que restan interés al trabajo musical. De seguir con esta dinámica, repetida en otros trabajos como ‘Sacrificium’, Bartoli terminará publicando libretos con CD, en lugar de CDs con libreto.

Pese a lo singular del tema, este disco será un nuevo éxito, y la excusa perfecta para emprender una nueva gira millonaria y llenar los bolsillos de la mezzo romana con sus números de agilidad circense. Cecilia Bartoli le pone música a los rincones oscuros de la historia de la ópera. No puedo esperar hasta conocer el tema de su próxima ocurrencia.