Resulta encomiable el esfuerzo que realizan los teatros de ópera del país vecino para la recuperación de las obras del barroco francés, especialmente las que llevan la firma de Lully y Rameau. Si el año pasado pudimos disfrutar de una deliciosa representación de Les Indes Galantes, este año le ha tocado el turno a Dardanus de Rameau en Burdeos, y el resultado ha vuelto a ser plenamente convincente.
Todos los aficionados saben que el barroco francés tiene unas características muy especiales, consistente en la presencia de canto y danza en sus obras, como también ocurre, por cierto, en el primer barroco inglés. Esta ópera de Jean Philippe Rameau, que es la quinta de su catálogo, no es una excepción, sino una de las que mejor representan el estilo barroco francés. Fue estrenada en la Academie Royal de Musique de París en 1739, habiendo sido revisada en 1744 por el propio compositor.
En Burdeos se ofreció hace tres años en concierto la versión revisada, mientras que ahora se ha ofrecido fundamentalmente la versión original de 1739, con algunas modificaciones, entre las que destaca el Prólogo, que se toma de la versión revisada de 1744.
La trama de la ópera es tan simple y tan complicada como tantas óperas barrocas, donde se mezclan dioses y humanos para terminar en un final feliz. Aquí se trata del triángulo amoroso compuesto por Iphise, hija de Teucer, el rey de Frigia, enamorada de Dardanus (hijo de Júpiter) y prometida a Antenor. Las intervenciones de Venus, Amor y otra serie de deidades consiguen finalmente un final feliz para lo amores de Iphise y Dardanus.
Para la ocasión se nos ha ofrecido una producción escénica de Michel Fau, que hace un trabajo notable, presentando la ópera como teatro en el teatro, para lo que se sirve de unos pequeños palcos laterales en el propio decorado, donde coloca en pequeños grupos al coro. La escenografía de Emmanuel Charles hace uso de telas pintadas, que resultan muy adecuadas, en las que abundan los efectos pictóricos de trampantojo (lo que los franceses conocen como trompe-l’oeil). El vestuario de David Belogou nos lleva a la época del estreno de la ópera, con modelos brillantes y coloristas. Buena también la iluminación de Joël Fabing. En esta ópera cobra una gran importancia la danza, siendo la coreografía obra de Christopher Williams, que quizá resulta lo menos conseguido de toda la representación. Es una producción que es un perfecto ejemplo de cómo utilizar la imaginación para hacer un espectáculo brillante y con medios reducidos.
La dirección musical estuvo encomendada al francés Raphaël Pichon al frente del Ensemble Pygmalion, que tiene su residencia en el propio Grand Théâtre de Burdeos. Era la primera vez que veía dirigir a este joven maestro (31 años) y me ha parecido un auténtico hallazgo. Es un gran conocedor el barroco francés y ha dirigido con energía y delicadeza al mismo tiempo. Es una auténtica realidad en este repertorio, que no desmerece de otros grandes maestros franceses, como Emmanuelle Haïm, Christophe Rousset o Jean-Christophe Spinosi. El Ensemble Pygmalion es un magnífico conjunto, formado por orquesta y coro, que han ofrecido una gran actuación a las órdenes de su director.
La mezzo soprano Gaëlle Arquez fue una estupenda intérprete de la princesa Iphise. Voz amplia, atractiva y cantando con gran expresividad y emoción, sin olvidar la declamación, tan importante en este género. Además le acompaña la figura. Me ha parecido un auténtico lujo en el personaje.
Dardanus fue interpretado por el tenor belga Reinoud Van Mechelen, cuya voz responde a la de un tenorino un tanto blanquecino y sin mucho interés vocal. Canta bien y resulta convincente en escena.
Antenor, el rival de Dardanus, fue interpretado por barítono francés Florian Sempey, que lo hizo muy bien. Su voz es la de un barítono lírico, de timbre atractivo, y canta con mucho gusto. No es de extrañar que el año pasado hubiera sido Fígaro en el Barbero de Rossini en el Festival de Pésaro. A sus 25 años este cantante bordelés tiene un gran porvenir.
Nahuel Di Pierro fue un adecuado intérprete de los personajes de Teucer y del mago Ismenor. La soprano canadiense Karina Gauvin lo hizo francamente bien en la parte de Venus, con voz atractiva y facilidad en agilidades.
En los personajes secundarios hay que señalar a la joven soprano Katherine Watson, que cubrió los papeles de Amor y Bellone, entre otros.
El teatro de Burdeos estaba totalmente lleno y el público dedicó una muy calida acogida a los artistas, siendo las mayores ovaciones para Raphaël Pichon. Gaëlle Arquez y Florian Sempey.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 3 horas y 27 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 3 horas y 1 minuto. Ocho minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara de este Dardanus de Rameau en Burdeos era de 95 euros. La más barata tenía un precio de 48 euros.
José M. Irurzun