Crítica de Das Rheingold de Wagner(primer reparto)

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Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 26 Abril 2013.

Estos comentarios corresponden a la representación que ofrecía el reparto titular de la ópera, cuyo resultado  ha sido muy parecido al del día anterior.

Nada nuevo hay que decir sobre la producción escénica de Robert Carsen y su ecologismo conceptual.

Tampoco la lectura musical de Josep Pons cambia respecto de la del día anterior, aunque me ha parecido marginalmente más  conseguida en la segunda parte de la ópera. De hecho, la Orquesta del Liceu ha estado mejor.

El reparto vocal no ha ofrecido un rendimiento superior al que pudimos escuchar el día anterior. La diferencia más positiva ha estado en los Gigantes y en la prestación de las Hijas del Rhin.

La decisión de encomendar el personaje de Wotan a Albert Dohmen pudo haber sido un acierto en su momento, pero su estado vocal ha cambiado notablemente en los últimos dos años. No hace mucho era uno de los mejores intérpretes de Wotan, habiendo triunfado como tal en Bayreuth bajo la dirección de Thielemann apenas hace 6 años. Hoy su voz se ha reducido considerablemente y las notas altas son más problemáticas que nunca. Creo que él es consciente de su estado vocal, ya que está cantando roles de bajo, aunque sigue siendo barítono. Si en el caso de Alan Held decía que había poderío y faltaban matices, en el de Dohmen ocurre todo lo contrario. Claro que un Dios sin poderío resulta poco aceptable en un teatro de primera línea.

El barítono británico Andrew Shore fue un buen Alberich, no excepcional. Este personaje con una voz sonora y buenas dotes escénicas se salva fácilmente y así lo hizo Andrew Shore, cuya interpretación global quedó por debajo de la de Oleg Bryjak el día anterior.

El tenor americano Kurt Streit hizo un notable Loge, dando al personaje toda la sinuosidad que necesita y cantando con mucha intención. La voz es un tanto ligera, pero corre bien. La verdad es que hemos podido ver dos estupendos intérpretes de Loge, el consagrado Kurt Streit  y el menos reconocido Francisco Vas, que no le fue a la zaga.

La mezzo soprano japonesa Mihoko Fujimura estuvo bien en la parte de Fricka, con una voz clara y bien emitida, aunque con exceso de vibrato en más de una ocasión.

Antes decía que la mayor diferencia en la calidad de los repartos estuvo en los personajes de los gigantes y así fue, efectivamente. El letón Ain Anger fue un sonoro  Fasolt, cantando con gusto y mostrando una voz pastosa y de calidad. En poco tiempo se ha convertido en uno de los bajos más interesantes del panorama actual. También Ante Jerkunica ofreció un Fafner muy adecuado, con voz bien timbrada y buenas dotes interpretativas.

Ewa Podles es una auténtica contralto, que cuenta con un registro grave espectacular. Se trata, por tanto, de una muy adecuada cantante para el personaje de Erda. Su interpretación fue buena, cantando con gusto, aunque las notas altas clarean bastante.

Erika Wueschner estuvo bien en la parte de Freia. Ralf Lukas repitió su correcto y anodino Donner. Mikhail Vekua repitió la favorable impresión del día anterior en Mime. El nuevo Froh era el belga Marcel Reijans, que lo hizo razonablemente bien.

Mejoraron su prestación las Hijas del Rhin con los cambios introducidos en este reparto. Lisette Bolle fue una Woglinde mejor que su colega del día anterior. Maria Hinojosa repitió como Wellgunde, y Nadine Weissmann (Erda la noche precedente) fue una muy adecuada Flosshilde.

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El Liceu también ofrecía huecos a simple vista en este reparto titular, especialmente en el patio de butacas. La entrada total apenas superaría el 80 % del aforo. El público se mostró calido en los aplausos finales, siendo las mayores ovaciones para Kurt Streit, Ewa Podles  y Ain Anger.

La representación comenzó en esta ocasión con 5 minutos de retraso o quizá habría que decir de cortesía, teniendo en cuenta la ópera de la que estamos hablando. La duración fue de 2 horas y 30 minutos, algo más corta que la del día anterior. Los aplausos finales se prolongaron durante 5 minutos.

El precio de la localidad más cara  (primer piso)  era de 232 euros, mientras que la butaca de platea costaba 172 euros. En los pisos superiores había localidades entre 96 y 137 euros. En el último piso la entrada costaba 68 euros, habiendo localidades con visibilidad reducida o nula por 35 y 13 euros, respectivamente.

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José M. Irurzun