Crítica de Falstaff de Verdi. Milán

 

 

Teatro alla Scala de Milán. 6 Febrero 2013.

Asistir en la Scala a una representación de ópera siempre es una ocasión especial, más

todavía si se trata de una ópera de Verdi. Siempre son altas las expectativas en estas

ocasiones y la verdad es que el resultado ha merecido la pena: una magnífica versión

musical, una bellísima producción y un reparto de altura, con un protagonista

excepcional.

Bryn Terfel

El espectáculo escénico es una nueva producción de la Scala en coproducción con el

Covent Garden de Londres y la Ópera de Toronto, llevando la firma de Robert Carsen

y fue estrenada el mes pasado con gran éxito. Es una de esas raras producciones donde

se aúnan la belleza estética con una extraordinaria dirección escénica, en la que la

fidelidad a libreto y música es digna de elogio.

Robert Carsen trae la acción a los años 50 y, por supuesto, en Inglaterra. La

escenografía de Paul Steinberg es bellísima, situando la primera escena en la

habitación de Sir John en el hotel de la Giarrettiera, rodeada de paredes en madera, que

están presentes en otras escenas, dando un aire británico notable. La visita de

Mrs.Quickly y Ford al Pancione tiene lugar el salón del hotel y funciona a las mil

maravillas. La presentación de las comadres se desarrolla en un restaurante, a donde

acuden a comer y charlar las tres amigas y Nannetta. Bellísima la escena de la visita de

Falstaff a la casa de Ford, que se desarrolla en una amplia cocina de formica, en la que

no falta ningún detalle. Estupenda es la primera escena del tercer acto, que se desarrolla

en la cuadra del hotel, en la que Falstaff dedica sus comentarios a su compañero, que no

es otro que un caballo, que asoma la cabeza por una ventana. Quizá lo menos

conseguido es la escena del Paque de Windsor, que se transforma finalmente en una

celebración por todos los personajes. El vestuario de Brigitte Reiffenstuel es elegante,

colorista y divertido. La iluminación se debe al mismo Robert Carsen y a Peter van

Praet y adquiere un gran protagonismo en muchos momentos de la ópera.

La dirección escénica de Robert Carsen es un prodigio de imaginación y de

conocimiento profundo de la partitura y el libreto. El trabajo con los cantantes es

magnífico y los golpes de ingenio se suceden continuamente. Se trata, sin duda, de uno

de los mejore trabajos escénicos del canadiense, lo que es tanto como decir que es una

de las mejores producciones escénica en muchos años.

Las comadres

La versión musical de Daniel Harding ha sido una auténtica fiesta para los oídos. Es

uno de los mejores Falstaff musicalmente a los que he podido tener la suerte de asistir.

Magnífica la actuación del director inglés, llena de brío y sentido del humor.

Seguramente, se divirtió tanto como los espectadores, porque eso es contagioso. En mi

opinión, la mejor actuación que le recuerdo. La Orquesta del Teatro alla Scala

ofreció un sonido magnífico, una de las mejores orquestas en cualquier teatro de ópera

en el mundo. El Coro de la Scala no tiene muchas oportunidades de lucimiento en esta

ópera, obviamente.

Escena final

Sir John Falstaff fue Bryn Terfel, que hizo una interpretación magnífica. Desde el

arranque de la ópera Terfel no interpretó, sino que fue Falstaff en todo momento. La

identificación entre el personaje y el cantante es insuperable. La sonrisa de los

espectadores surgía ante cada gesto – siempre comedidos y nunca bufos – del artista.

Vocalmente, el personaje le va muy bien y no se sabe si alabar más su interpretación

vocal o escénica.

Il nero cacciatore

Inicialmente, estuvo anunciada Barbara Frittoli en Alice ford, pero canceló y fue

sustituida por Carmen Giannatasio, que es una soprano con medio muy adecuados

para el personaje. Se trata de una soprano lírica, con una voz de calidad y buena

desenvoltura escénica. Todo lo hace bien, pero hay un cierto toque impersonal en su

voz, que hace que uno se olvide pronto de lo que ofreció.

La canadiense Marie-Nicole Lemieux fue una estupenda Mrs. Quickly, en una

actuación muy divertida, en la que saca un gran partido de su orondo físico. Era

evidente que se divertía y eso siempre se nota por el espectador. Vocalmente, es muy

adecuada para el personaje.

El barítono Massimo Cavalletti fue un buen Ford. La voz es adecuada para las

exigencias del personaje, como también lo es el Marcello que le vimos hace poco en

Valencia. No es un cantante extraordinario, pero sí muy solvente.

La pareja de jóvenes enamorados la componían el tenor Antonio Poli (Fenton) y la

soprano Ekaterina Sadovnikova (Nannetta) El primero tiene una voz de timbre

agradable, como pudimos comprobar el año pasado en I Due Figaro en el Teatro Real,

con algunas dificultades para irse a la parte alta, en la que tiene tendencia a abrir

sonidos. La soprano rusa tiene una voz atractiva, aunque resulta algo reducida en el

centro, si bien se abre con facilidad por arriba, aparte de contar con una notable técnica

de canto.

En los papeles secundarios no hubo fallos, estando todos muy bien cubiertos y siendo

todos magníficos actores. Manuela Custer fue una desenvuelta Meg Page, El Doctor

Cajus de Carlo Bosi me recordaba al inolvidable Piero de Palma. Riccardo Botta lo

hizo francamente bien como Bardolfo, mientras que Alessandro Guerzoni fue un

divertido Pistola, con volumen notable y tendencia a quedarse el centro atrás.

La Scala presentaba algunos huecos en los palcos de los primeros pisos. La entrada

estaría alrededor del 97 % del aforo y, como siempre, había gran afluencia de turistas.

El público dedicó una estupenda acogida a los artistas, siendo el triunfador Bryn Terfel.

No faltaron bravos para Daniel Harding y Marie-Nicole Lemieux.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración total 2 horas y 42

minutos, incluyendo un intermedio de 29 minutos, más unas breves paradas para

cambios de escena. La duración puramente musical fue de 2 hors y 3 minutos. Los

intensos aplausos finales se prolongaron durante 8 minutos.

El precio de la localidad más cara era de 210 euros. En los pisos superiores los precios

oscilaban entre 165 y 66, costando la entrada más barata con visibilidad 42 euros.

José M. Irurzun