Deneder Landse Opera.
Cuando uno disfruta de espectáculos líricos como este vuelve a encontrar sentido a la ópera. Prácticamente todo no sólo estuvo en su sitio sino que se produjo un extraordinario espectáculo. Con este ópera, ultima del compositor, se inaugura el periodo romántico que será desarrollado posteriormente por Donizetti y Verdi.
La producción era de Pier Audi quien ya nos tiene acon¡stumbrados a componer una escena con medios modernos y fiel al libreto y música. Los decorados de George Tsypin fueron de una gran belleza y sentido con los mínimos medios pero muy eficaz. La liuz de Jean Kalma bellísima. Y el movimiento escénico de Pier Audi, algo que se disfruta pocas veces; especialmente para el extraordinario coro que también actúa y baila y que es el verdadero protagonista de la ópera. Impresionante especialmente el ballet del centro de la ópera. La coreógrafa Kim Brandstrup realizó un trabajo de gran categoría.
En cuanto a las voces hay que destacar al tenor John Osborn, Arnold, pletórico de medios, magnífica proyección y bello timbre con agudos impecables. Magníficas también Eugénie Warnier como, Jemmy y Marina Rebeka como Mathilde. Ambas en plenitud de medios y perfecto estilo rossiniano. El protagonista Guillermo Tell fue encarnado discretamente por Nicola Alaimo de timbre feo y poco expresivo. Fue el único lunar donde todos brillaron. A destacasr el debut internacional y el el rol del Marinero del vasco Mikeldi Atxalandabaso, un tenor de vos brillante con agudos impecables y en buen fraseo. Una esperanza de la lírica.
Orquesta y coro superiores muy atentos a la dirección de Paolo Carignani quien realizó una versión de referencia.
Un público muy cálido que aplaudió todos los número y al final, cosa pocas veces vista, de puso en pié al salir el coro a saludar, con ovaciones y bravos interminables que se prolongaron al resto de los interpretes y directores. 17 minutos aplaudiendo y en pié. Un éxito arrollador.
Francisco García-Rosado